Supernova

[35]

            Mi hermana había estado conmigo en el momento que la supernova arrasó con el planeta. Había sido escondida debajo de mi cuerpo cuando la nube nos rodeó, la había escuchado llorar del susto cuando todo pasó. ¿Cómo fue que en ningún momento se me había cruzado por la cabeza que ella cargaría las mismas consecuencias que yo? Tan solo pensar en cómo habrían surgido y lo que ella podría haber estado sufriendo me acuchillaba el corazón.

En pleno centro del campamento, donde la fogata estaba apagada y Sue Lee trataba de calmar al montón de gente que hablaba sobre ella, sonando desesperados, confundidos. Yo me sumé en un empujón, con cuidado haciéndome paso entre la gente y mis amigos tratando de seguirme los pasos. A diferencia del resto, mi voz parecía atascada en mis cuerdas vocales y tenía miedo de hacer la pregunta a la cual no estaría preparada para escuchar la respuesta.

En tantos meses con Sue, nunca la había visto tan pálida ni sin saber cómo manejar tantas personas al mismo tiempo.

—¿Es verdad? —se escuchó tan fuerte la voz gruesa a mi lado que me hizo dar un respingo—. ¿Los niños son los afectados ahora?

—¡Tengo a mi hija con mi esposo en el pueblo!

—¡Mis sobrinos! ¡¿Acaso puede ser cierto?!

Entre tantos gritos, tantas preguntas, llantos confusos, fue el calor en mi espalda el que me ayudó a volver a respirar. Sentí la mano de Noah en mi cintura baja, lo único que me permitió volver a mis sentidos y que se deshiciera el nudo en mi garganta. Di pasos torpes hacia atrás cuando me movió contra su hermano para que me sostuviera y se acercó a largos pasos a Sue que seguía balbuceando una respuesta.

Mientras que el otro gemelo trataba de hablar con la líder, me giré hacia Thomas.

—No entiendo Tom…—no llegué a reconocer mis palabras con todo el sonido de fondo, hasta él tuvo que inclinarse para escucharme mejor—. ¿Por qué ahora? ¿Después de tantos meses?

Claire al lado suyo parecía estar mordiéndose las uñas y ni se inmutó cuando él la miró de costado en busca de alguna respuesta también. Nadie sabía cómo una segunda ola podría estar surgiendo meses después de la catástrofe, tanto tiempo después de familias separadas que ahora no sabían si se iban a dividir todavía más.

La mínima idea de pensar en mi familia y que hubiera una pequeña chance de que Morgan fuera una anómala que iba a ser capturada, me hacía temblar las rodillas. Mis papás no merecían lidiar con otra pérdida.

Noah pareció tomar el rol de Sue por unos minutos e infló el pecho al pararse frente a todos.

—Antes de preocuparse y desesperarse, aclaremos que esto es una suposición de sus científicos. No nos sorprendería que esto fuera simplemente una forma de atraernos a nuestras familias-

—¡Lo dijeron en una de sus estaciones de radio! —estalló una mujer, tan desesperada que se le había quebrado la voz—. ¡No se mentirían entre ellos!

El gemelo apretó su mandíbula, molesto por la interrupción y al mismo tiempo comprendiendo a la pobre mujer.

—No deben ser tan ingenuos para pensar que no estamos al tanto de lo que se comunican. Quienes se volvieron anómalos hasta alguna vez fueron parte del mismo ejército o ambiente político, saben ensuciarse las manos si hace falta —razonó Noah, pareciendo buscar la lógica dentro de todo el problema—. La realidad es, segunda ola o no, comprendo la preocupación de todos ustedes por sus familiares, cercanos o conocidos. El problema es que alterarnos acá no va a aportar en nada y siquiera sabemos si esto puede ser posible.

Alguien se hizo paso entre el montón y se paró delante de todos. Reconocí a Vincent de suerte, el ceño tan fruncido algo tan distinto en él.

—Entonces, si es falso, si no es cierto, ¿Por qué están hablando de buscarlos hasta casa por casa? —vociferó, la entonada tan grave que me puso los pelos de punta—. Es lo que informaron, ¿no? Cualquier joven o niño que muestre anomalías tendrá que presentarse frente a los puntos de recolección. ¿Habrán puesto esos puntos donde encontrarlos solo por una creencia?

Si había algo que había quedado más que en claro sin la necesidad de ser explícitos, era que esa tal “presentación” en esos puntos no iba a ser voluntaria. No había un individuo, o en este caso anómalo, que por su propia cuenta iría a las manos de quienes quieren eliminarlo. Entre que más hablaban y más emociones de mezclaban, yo no podía sacar la imagen de mi hermana atemorizada de mi mente.

En un rápido panorama, mis ojos cayeron en una mujer que me apretó todo el pecho en una presión inmensa. Parada entre el montón, los ojos vacíos y tensos, recordé que ella había sufrido mi miedo más grande. Había visto a su hijo ser llevado por los militares el día que habían hallado el campamento y no pudo hacer nada más que quedarse callada para no ponernos en riesgo a todos. Pálida, apagada y un ente entre los demás, me pregunté si ese sería mi futuro si Morgan saliera perjudicada.

Tuve que comenzar a respirar hondo antes de que el nudo se intensificara en mi pecho. Necesitaba respuestas, las suficientes para poder respirar y pensar que Morgan iba a estar sana, salva y normal en casa. Sabía que nadie de ahí iba a darme las respuestas concretas y más cercanas a la verdad, nadie de ahí sabía con exactitud nada. En cambio, solo una persona podía entender más que el resto y sin pensarlo, me hallé tomando las manos de Thomas y Claire para salir del montón de personas y apurarnos a la carpa del Doc.

—¿A dónde quieres ir? —Claire se tropezó en sus pies al querer seguirme el paso—. Tenemos que escuchar lo que dicen-

—El Doc es el único científico en este campamento. Nadie más que él sabe deducir si esto puede ser cierto o no —me mordí el interior de la mejilla para mantenerme lo más estable posible y me aseguré de levantar bien mis pies antes de llevarme puesta alguna rama o raíz—. No voy a esperar a que el resto me preocupe más.



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En el texto hay: romance, guerra, poderes

Editado: 02.05.2023

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