Los primeros rayos de la mañana me pegaron en la nuca al caminar entre los árboles. Eran cercanamente las cinco o seis de la mañana, el frío de la madrugada congelándome la punta de los dedos y mi respiración marcándose en el aire. A Claire le temblaba el labio inferior, un poco azulado y probablemente yo también estaba igual, mientras tanto a Thomas le faltaba que sudara. Pros de su anomalía.
Me dolían las piernas de lo rápido que íbamos caminando, no podíamos perder más tiempo. Las pantorrillas las sentía de piedra y la parte interna de mis muslos me pedía que por favor descansara. Entre que no habíamos pegado un ojo, el caminar en la oscuridad habiendo terminado en muchos tropezones de los tres (y mi mano volviéndose una linterna al quinto tropiezo), estábamos muy agotados y tratando de hacer lo posible para llegar lo mejor posible. Teníamos que escabullirnos dentro del pueblo, sin ningún ojo ajeno o peligroso en nosotros. No podíamos dejarnos en evidencia.
La realidad, aparte de que no quería que ninguno de ellos saliera herido o que los tres termináramos perjudicados, si les pasara algo a ellos, especialmente al gemelo, tendría al otro pisándome los talones en poco tiempo. Noah y yo ya éramos diferentes de antemano, y cuando por fin estábamos intentando algo mejor, el caos cayó sobre nosotros. No solo quería que Thomas estuviera a salvo, tampoco quería abrir más la grieta entre su hermano y yo.
Las manos de Claire rodearon mi brazo y caminó a mi paso. Su pelo ya era voluminoso por su cuenta, la humedad de la mañana habiéndole duplicado el tamaño hasta tener que ser atado por el descontrol. Fue la forma en la que su boca estaba en una fina línea la que me hizo codearla suavemente.
—¿Está todo bien?
Ella asintió con suavidad.
—Sí, no es nada, sólo… —llenó su pecho de aire y lo dejó salir con pesadez—. Volver significa que es reencontrarse con recuerdos, ¿no? Y la verdad es que a veces los que son parte de estos recuerdos no es algo que quieras reencontrar.
El recuerdo me volvió a la cabeza en un flash y estuve a poco de detenerme y arrastrarla de vuelta al campamento.
—Tu padrastro… —me había olvidado por completo, no iba a mentir. Me sentí tan egoísta en ese momento que no pude hacer nada más que agarrarle las manos que estaban rodeándome—. Claire, ¿porqué no lo nombraste? Te pido perdón, no lo pensé, yo-
—Tay —me interrumpió, tironeando de mi brazo—. Si no lo nombré fue porque sabía tanto tu reacción como la de Tom. No quería que fuera una excusa para que me dejaran atrás.
—Que lo trajeras ahora significa que te afecta.
—Porque estoy cerca, porque los miedos se despiertan al estar a pocos pasos o en un movimiento —siguió hablando—. Lo cual, de igual manera, no significa que no pensé en esto cuando nombraste el plan y que no lo volví a considerar. Solo…necesitaba sacarlo del pecho y asegurarme que ya no podrían devolverme tan fácil.
Su excusa me hizo reír, la cabeza de Thomas girándose a nosotros por la confusión y ladeándola. Claire le sonrió y le hizo un ademán para que lo ignorara, un leve rubor en sus mejillas que me hizo pellizcarle el costado en forma de burla y ella manotearme el dorso para que la sacara. Reírnos un poco fue como un alivio a lo tenso que estaba mi cuerpo.
Las palabras surgieron de mi pecho sin que me diera cuenta, algo en mí al verla que me hizo sonreír.
—Te hubieras llevado tan bien con ella… —me mordí el interior de la mejilla al darme cuenta de lo que había dicho, no obstante, no me detuve ahí—. Con Jamie. Sé que la conocías de rostro, pero si hubieras tenido cinco minutos con ella, estoy segura que se hubiesen adorado. Son tan parecidas en tantas cosas.
—¿Ah sí? —se rio por lo bajo—. ¿En qué?
—Que son buenas personas, que se arriesgan por todo… —la miré de costado antes de mirar la espalda del gemelo frente a nosotras. Acerqué mi boca a su oreja para que solo ella me escuchara—. Y las dos son muy tímidas con las personas que les atrae.
Me dio un empujón que me hizo desbalancearme.
—Como si tu fueras tan mandada.
Le sonreí de manera burlona antes de seguir el camino. La poca charla me había distraído del vocerío que había en mi mente, los constantes gritos preguntándome millones de cosas. Mi cabeza se centraba en cuánto tiempo yo había pasado lejos de casa, el contar los meses no fue algo que había tenido en cuenta y ya no sabía si eran más o menos de los que pensaba. ¿Algo habría cambiado? ¿O todo sería igual?
El jadeo que escuché por parte de Claire me hizo mirarla, a unos pasos detrás de mí y con sus ojos tan abiertos mirando por sobre mi hombro que tuve que girarme a ver lo que veía. Al mismo tiempo que Thomas, los dos soltamos el mismo jadeo.
—No puede ser…
Dos metros y medio de alto tenían las cercas con refuerzos de hormigón que rodeaban el límite del pueblo. Ni hizo falta que me acercara para reconocer la electricidad que corría por él, el zumbido lo podía escuchar hasta estando a pasos de él por la intensidad que tenía. Fue como si se me cayera el corazón en el estómago, no había pensado en lo que me iba a encontrar y aquello estaba lejos de ser alguna de las opciones que podría haber tenido.
Thomas me miró de costado.
—¿Y ahora? —se mordió el labio inferior frustrado, sus manos a cada lado de su cadera—. ¿Qué hacemos? Esto no estaba en nuestros planes…
Tartamudeando me llevé las manos a mi frente, frotándola con cuidado a pesar de las ganas que tenía de darme la cabeza contra un árbol. El estrés y frustración que estaba sintiendo en ese momento no podía ni describirse. Ya no podíamos volver, no cuando estábamos tan cerca, pero adentrarnos se había vuelto más peligroso que antes. Me acerqué con cuidado a la cerca, tan filosa y electrificada que lo sentí hasta por los poros a pocos pasos de ella.
Thomas se paró a mi lado, meneando la cabeza.