Superviviente Z

MALA SUERTE

MALA SUERTE

 

20 Min antes

 

En el lobby del hotel se encontraban reunidos cerca de 30 personas que acababan de declararse en rebelión.

 

— ¿HASTA CUANDO PLANEAN TENERNOS EN ESTA SITUACION? —Dice un hombre mayor—.  ¡YA ESTAMOS HARTOS DE SUS MALOS TRATOS Y SU DICTADURA! HAN PASADO 13 CASI 14 DIAS Y NADIE NOS DA RESPUESTAS. QUEREMOS SALIR DE AQUÍ, QUEREMOS EL RESCATE QUE PROMETIERON —el hombre jadea furioso—.

 

—Se…señor por favor, guarde la calma. Hacemos lo mejor que pod… —el hombre joven quien estaba tratando de calmar a las furiosas personas es interrumpido por un fuerte estruendo.

 

Habían roto la entrada al bufete, ocasionando que todos los que estaban ahí fueran a paso veloz a tomar la poca y escasa comida que quedaba.

 

No bastando cuando acabaron con la mínima reserva de comida que estaba ahí tomaron al personal del hotel y los ataron, obligándolos a salirse del hotel entre risas desquiciadas y enfermas.

 

—MUERTE A LOS MALTRATADORES, MUERTE A ELLOS. —Gritaban en coro sin saber que sus gritos atraían a los feroces come carne.

 

Golpes fuertes suenan en la gran entrada del hotel. Incesantes y furiosos, no parece detenerse nunca. El fuerte olor a carne podrida los invadió más fuerte que nunca.

 

Todos detuvieron su extraña rebelión cuando se dieron cuenta de lo que habían ocasionado.

 

Cada vez eran más golpes, más gruñidos y gritos espeluznantes que salían de la boca de esas cosas.

 

Ya era muy tarde, esos depredadores sabían que ellos estaban ahí y no iban a parar hasta saciar sus ganas de carne. No había vuelta atrás.

 

Charles

 

Veo atónito lo que está ocurriendo. Alaska no parece reaccionar a lo que le digo.

 

El momento de escapar ha llegado y estoy que me desmayo. Ganas de vomitar me embargan y una desagradable adrenalina me recorre entero.

 

— ¡Hay que tomar las cosas y salir rápidamente por la parte trasera del hotel- le digo a Alaska quien parece sumida en su terror. — ¡ALASKA, REACCIONA! —le grito histérico.

 

—Charles, vamos a morir. ¡VAMOS A MORIR! —Me dice entre lágrimas.

 

—No joder, no vamos a morir, vamos a seguir con el plan, ¿bien? El momento llego y no podemos echarnos para atrás. Es hora de correr, entre más rápido mejor.

 

Cuando salimos de la habitación todos los de mi piso estaban corriendo alterados hacia las escaleras

 

— ¡NO SUELTES MI MANO Y CORRE ALASKA, CORRE!

 

Había muchas personas bajando por las escaleras, tantas que si te caes te mueres pisoteado. Tomo fuerte de la mano a mi compañera. No es momento de flaquear.

 

Cada uno tiene su hacha y su bolso con provisiones, nada podía salir mal. Solo teníamos que correr, llegar al auto e irnos. Suena fácil, ¿no?

 

Cuando llegamos al lobby las puertas del hotel colapsan, hay muchos de ellos. Tantos que me paralizo.

 

—Definitivamente es cierto lo que decías Alaska, ¡VAMOS A MORIR! —Le digo con un gran nudo en la garganta.

 

Alaska

 

— ¡CORRE CHARLES, NO ES TIEMPO DE PENSAR QUE VAMOS A MORIR! —Le grito y halo de él sacando fuerzas que no sé donde

 

Esas cosas entran a paso furioso buscando carne fresca, están desesperados.

 

Uno se me viene encima y siento que es mi fin. Trato de quitarlo de mí pero no puedo, es inútil. Esta cosa es fuerte, su hedor a descomposición me da ganas de vomitar —AYUDAME CHARLES —grito aterrada—. Trata de morderme, lucho para evitarlo pero estoy débil. Caemos en el suelo y pienso que es mi fin, hasta aquí llegue. Su peso y su insistente lucha por tratar morderme me debilitan hasta que siento como su sangre salpica mi rostro.

 

Cuando me levanto miro que Charles le clavo el hacha a esa cosa en la cabeza.

 

Y vomito.  

 

Me cayó de su asquerosa, hedionda y coagulada sangre en la cara.   

 

— ¿NO PODIAS AYUDARME ANTES? —Le digo histérica para empezar a correr hacia la salida trasera del hotel.

 

—JODER, ME HAN ATACADO A MI IGUAL. NO SE COMO PUDE SALIR DE ESTA —me grita.

 

Corremos, corremos hasta que nuestros pulmones arden y nuestro cuerpo pide un poco de glorioso oxígeno, débiles por no comer casi en estos días esos 500mts hasta el auto al que habíamos planeado llegar parecían 10 kilómetros.




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