ESTACIÓN DE POLICÍAS.

Estación de Policías

Alaska

Han pasado cerca de 4 horas desde que estamos aquí encima del gran camión. Luego de las dos horas de silencio extremo donde solo se oían sus feos quejidos al fin desistieron. Tal vez pensando que ya no estábamos ahí.

Otra cosa que habíamos descubierto, parece que ellos se guían por el ruido. Aparentemente están muertos pero increíblemente tienen un sentido del oído altamente  desarrollado.

Con Charles habíamos estudiado a nuestro enemigo. Nos dimos cuenta que para que pudieran ¿re-morir? Había que atacarlos por la cabeza. También que cuando no están en sobre aviso son increíblemente lentos, pero una vez que advierten la presencia de algún ser vivo son rápidos y totalmente agresivos.

Charles y yo nos comunicamos entre susurros, con tal de no hacer ruido estamos a salvo… o eso creo.

Actualmente estoy pensando en que podemos hacer para escapar del techo de este camión. Son alrededor de las 6 o 7 de la mañana y el frio es invasivo, siento mi cuerpo congelado. Por la rapidez del momento no nos dio tiempo de abrigarnos. Estoy segura que si hubiéramos tardado unos minutos más dentro del hotel ahora mismo estaríamos muertos o tal vez siendo uno de esas feas y apestosas cosas.

Pienso en algo que nos podría servir y rápidamente le comento mi idea a Charles.

—Creo que debemos bajar del camión y aprovechando que esas cosas están lejos deberíamos probar suerte con aquellos autos que están allí estacionados. Tal vez si tenemos suerte alguno este abierto. Yo se encender un auto sin llaves —miento y me mira impresionado y con el ceño fruncido—. Sí, y no preguntes como.

—Me parece bien, no podemos estar aquí por mucho tiempo, estoy congelado. Casi no siento los pies. Debemos ser cuidadosos y silenciosos, ya sabemos que tienen un sentido auditivo altamente sensible al mínimo ruido —Me dice susurrando.

—Entonces vamos.

Recogemos nuestras cosas y cuando estamos bajando un gato sale corriendo ocasionando que varias botellas caigan al piso. Esas cosas miran hacia nosotros. Son pocos pero igual aterra.

— ¡Rápido Alaska! No tenemos tiempo y tampoco creo que suerte —me dice agitado entre susurros.

Siento la famosa adrenalina recorre mi cuerpo entero, miro que vienen caminando no tan cerca de nosotros y cuando por fin terminamos de bajar del camión corremos hacia los autos.

Probamos con el primero y nada.

 Ya se dieron cuenta que estamos aquí.

Corren hacia nosotros.

Nosotros corremos para seguir probando.

El segundo auto también está cerrado.

Se escuchan sus gritos ansiosos.

Estoy que me cago del miedo y Charles no se queda atrás.

Nos movemos más rápido y ellos igual.

Joder, hasta aquí llegamos. Ya morimos.

—ESTE ES ALASKA, ¡ESTA ABIERTO! —Me grita Charles y rápidamente entramos en el auto—.

Okey llego mi momento, es hora de hacerlo Alaska. Tú puedes. Sudo, sudo y tiemblo. Tengo miedo.

Parezco gelatina cuando tomos los cables del auto y no puedo evitar pegar un brinco cuando 7 de esas cosas empiezan a golpear las ventanas, por sus bocas sale sangre y su piel tiene un color entre verde y violeta. Sé que estamos a nada de que más de esas cosas lleguen por lo que me concentro en lo que estoy haciendo. No es momento para flaquear.

Okey, no puede ser tan difícil. Tomo estos dos cables los junto y debería prender ¿no? —Nada ocurre—. ¡Ay, se me olvido como hacerlo! —Pienso. Claro idiota, lo viste en una película —me traiciona el subconsciente.

— ¡ALASKA DALE RAPIDO! —Grita Charles.

—ESO ESTOY HACIENDO, RIDICULO. SOLO ESTOY NERVIOSA ¡NO ME GRITES! —Le digo mientras junto otros dos cables—. okey, que sea lo que Dios quiera.

—NO ES BUEN MOMENTO PARA ESTAR NERVIOSA, SOLO HA… —el auto al fin enciende y no puedo evitar sentir la calma embargar mi cuerpo. Rápidamente acelero y dejamos atrás a los asquerosos muertos—.