Survive

CAPÍTULO 3

 

Se trataba de un hombre con rizos vestido con una sudadera gris con capucha.

 

Él sonreía con cinismo, no podía ni siquiera moverme, solo logré observarlo por el espejo.

 

En un segundo su brazo izquierdo se encontraba sobre mi pecho, mientras que en la mano derecha sostenía una navaja, al parecer de bolsillo.

 

El agua de mi rostro descendía hasta llegar a la sudadera del desconocido y ser absorbida por ella.

Su sonrisa no se borraba por ningún motivo.

Entre mi espalda y su torso no había ni un centímetro de separación, sentía su respiración cerca de mi rostro.

 

“¿Dónde está?” preguntó en un susurro amenazante.

 

“No... no sé de qué hablas” respondí con más que temblor y nerviosismo en mi voz.

 

Inmediatamente su rostro se tornó enojado y presionó una vez más el amague.

 

“Voy a preguntar una vez más” advirtió.

 

Ahora la presión estaba en la navaja que amenazaba con cortar mi cuello.

 

“Solo una vez más” añadió.

 

No tenía que ser médico para saber que si se lo proponía podría desangrarme en cuestión de segundos.

 

“Te juro que no sé lo que buscas” respondí no sin que un sollozo y una lágrima escapara de mi ojo derecho.

 

El pánico comenzó a hacerse presente en mí.

 

Ya no lograba retenerlo, más lágrimas corrían por mis mejillas distorsionando mi visión y entrecortando mi respiración.

 

“Sé todo lo que haces” susurró en mi oreja con un tono aún más bajo.

 

Mi cabeza daba vueltas, esa era la terminación de la nota.

 

“Tú” solté casi en un suspiro.

 

Comenzó a reír.

 

“No, preciosa”

 

Quitó la navaja de mi cuello pero la paseaba por mi mejilla mientras me veía a través del espejo.

 

“No soy yo, pero le ayudo” terminó.

 

Mi cabeza estaba a punto de colapsar, dudando de todas las personas que han estado cerca de mí.

 

“Volveré pronto y espero una respuesta”

 

Muy lentamente comenzó a soltarme y mientras caminaba hacia atrás habló.

 

“Me iré, pero no debes moverte de ahí hasta que yo ya no esté. Más te vale que no hagas nada estúpido”

 

Si corría no podría hacerme daño, pues debería estar muy cerca de mí, no tenía una pistola, sino una navaja.

 

En el refleja ya no se veía, así que saqué mi móvil del bolsillo de mi suéter, con temblores empecé a marcar el número de emergencias.

 

El teléfono comenzó a sonar.

 

“Emergencias, diga” contestó la mujer del otro lado del teléfono.

 

Mientras caminaba a paso lento para ver si seguía ahí contesté en voz baja.

 

“Un hombre entró a mi casa con una navaja y amenazó con asesinarme, está saliendo por la ventana de mi habitación, calle Robles 213” informé rápidamente.

 

“Una unidad va para allá” habló la señorita y terminó la llamada.

 

Cerré la ventana y corrí por las escaleras hasta donde estaban mis padres.

 

Al verme corriendo, con los ojos llenos de lágrimas y asustada se preocuparon.

 

“¿Qué te sucede?” cuestionó mi madre tomando mi rostro entre sus manos.

 

Mi padre también se acercó poniendo su mirada sobre mi cuello y tocándolo.

 

“¿Qué ha pasado?” mis padres tenían el ceño fruncido, estaban asustados al igual que yo, y aún más cuando mi padre retiró su mano y en ella había un poco de sangre.

 

Entré en pánico por segunda vez en el día.

 

“Un hombre estaba en mi habitación, me amenazó y salió por la ventana” continué tratando de ignorar la sangre.

 

Mi padre salió de la casa de inmediato, la policia ya estaba afuera por lo que papá solo llegó hasta la puerta permitiendo que la policia haga su trabajo.

 

Mi madre no me dejó sola en ningún momento, me abrazó y consoló.

 

Un policia entró a la casa saludando con un ligero asentimiento de cabeza. Venía acompañado de un paramédico.

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Prometo continuar y ser constante, gracias por llegar aquí.




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