Lunes 28 de agosto de 2017
Sophie Bullock
Siempre he amado los días soleados.
Siempre he odiado los días lluviosos.
Mucho más los días de tormenta.
Mucho más los días solitarios.
Ahora, sin Jules, la escuela es justamente eso, tormentosa, solitaria y lluviosa. Volvió a sentirse como el lugar más sombrío y triste. Soy ejemplo de eso, llorando en el baño a tercera hora. ¿Por qué demonios tengo que sentirme tan sola?
Mi única amiga completa es ella, por sorprendente que sea eso. ¿Hailey y Gael son mis amigas?… Son amigables, pero no me conocen del todo, así que no se puede decir que me aceptaban. Petra al menos me sonríe en el pasillo al igual que Clover… Pero no tengo a nadie. ¿Cómo he llegado al punto de decir que Jules es lo único que tengo?
Por otro lado, en toda la escuela se ha esparcido que Jules asistió a la fiesta, se me han acercado bastantes de esos chicos para saber qué sucede con todo, y si Jules vendría, si seguía enojada con ellos… etc. Nicole, Jenna y Sofía ni siquiera se me acercan, eso sí lo agradezco. Todas ellas están muy contentas en aquella situación, no piensan en Jules para nada.
Durante todo el fin de semana intenté ayudarla y convencerla de asistir, pero nada surtió efecto.
Jules ya había tomado el papel de víctima de estas personas…
—Víctima mis nervios, la otra noche casi nos mata, ¿Se cree Toretto? Mierda…
—Eres una estupidez creada por mi cerebro, ¿No deberías ayudarme? —pregunto mientras intentaba calmarme.
—¿Sabes qué te ayudaría? Las píldoras de Adderall que Petra tiene, eso te haría uff, mucho bien.
—Vete a la mierda.
—No soy psiquiatra, querida, ni Freud encontraría una manera de ayudarte.
—Y yo no soy muy lista, pero si sé que Freud es considerado el padre del psicoanálisis, más no una fuente extremadamente confiable.
—Sonaste cerebrito.
—¡Tú eres mi cerebro, se supone que sabes esas cosas si yo las sé!
—Di lo que quieras, pero él no era prostituto.
—¿En serio quieres que discutamos sobre él?
Restriego mi cara con las palmas de mis manos.
—Freud es el padre del psicoanálisis —insiste.
—¡Pero Freud no es confiable!
—No, Freud no es considerado por mucho como una fuente fiable —escucho que me responde alguien, alguien que no es mi imaginación —, de hecho, se ponen en duda muchas de sus declaraciones.
Joder, ¿Quién ha sido?
—Yo no fui —levanta las manos Imaginación.
Tomo papel de baño, limpio mi cara y salgo de ahí. Aprieto las correas de mi mochila en mis puños con cierto nerviosismo.
—¿Lo siento?
—Escuché que hablabas con alguien sobre Freud —me dice ella. No es un ser que odio, pero tampoco es alguien a quién amo o que me encante que me fuese quién viera mis lágrimas —, tienes razón. Freud solía basar sus teorías y acertaciones en sus pensamientos, lo que es poco científico.
Toma sus cosas y las deja en el pequeño posador del baño, comienza a retocarse el maquillaje. La Cecile de este año no se parece a la del pasado, así como esa no se parece a la del anterior. Ella de veras quiere ser Pokemon, siempre evolucionando.
—Me sorprendes, Sophie. No creí que fueras así de inteligente.
—Mi hermano mayor cuando estaba en la universidad me usaba de público para practicar sus exposiciones. Algunas cosas se me quedaron.
La de hace dos años era idéntica a mi amiga Jules. La del año anterior era muy Clover, se vestía justo como ella, hablaba como ella. Cecile ahora, ¿A quién se parece? ¿A Petra? Es como un camaleón.
—¿Con quién hablabas?
—Por teléfono, con una amiga.
—Entiendo, ¿Por qué lloras? —me pregunta sin mirarme, se siento cómo si ella ni siquiera le interesara y solo preguntase por cordialidad.
—Estrés.
—Que conveniente —susurra.
—¿Eso qué significa?
—Nada —se encoge de hombros —, no es nada.
—Parece ser algo —susurro esta vez.
—¡Saca los ovarios, no te encojas ante esta perra!
—Solo que es conveniente que te quedes estresada, luego de que provocaste que media escuela se entere de la humillación de Jules.
—¿Provoqué?
—¿Disculpa? Eso es culpa de PutiJenna, no de ella.
—Tú la dejaste ir —me responde—, ¿Crees que es la primera vez que Jenna y Milo hacen eso? Siempre lo hacen, solo que a nadie le importaba, nadie lo sabía, ellos estaban en un área alejada de todos; ni siquiera los veían sus propios amigos. No son estúpidos, no quieren llamar la atención, así que cuando hacen esta estupidez intentan hacerlo en un lugar que no sea… muy visible. Pero como Jules fue el viernes a la fiesta las personas empezaron a mirar, los vieron, la vieron a ella parada llorando. Si no hubiese ido jamás se hubiese desatado todo este show.
—Si ellos no la hubieran engañado entonces nunca se hubiese desatado —le corrijo.
—¿Cómo se podía evitar eso? —pregunta irónicamente, delinea sus labios —Ellos son así. La que no debió dejarse ver vulnerable era ella.
—¿Cómo puedes ponerla como la…?
—No la pongo como la responsable, si eso era lo que ibas a decir. Pero la Jules que yo conocí podía hacer lo que sea, menos llorar en público; ahora la imagen que siempre evitó se esparció: ser débil.
—¿Cecile? Eso había pasado antes, ¿Verdad?
—Varias, pero yo siempre la detenía. Le decía que si tenía que patearle el trasero lo hiciera en privado.
Cecile comienza a reírse.
—Hermoso, tú ahora eres la yo de Jules, y yo ahora soy la tú de Petra y Clover —suena un poco triste, ¿Ella se siente afectada porque ahora yo estoy cerca de Jules? ¿O porque yo estaba primero con las chicas? —Simplemente hermoso.
Hace dos años Cecile no era más que un neutro para mí, ahora estoy interesada en por qué aun viéndose tan ostentosamente perfecta y realizada, se nota a punto de llorar.
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Editado: 21.07.2024