Mientras yo esperaba, sentado en el suelo de lo que hace unos minutos era la habitación de una pobre joven maltratada, mi hermana pequeña empacaba la poca ropa que le habían conferido los salvajes que la cuidaban, ya que no se merecían ni ser llamados padres.
-Dime algo Ray, ¿como planeas mantenerme siendo que tu apenas si te puedes mantener a ti mismo?- Si bien tenía toda la razón del mundo, en estos pocos minutos pensé en todo, así que expuse mi plan.
-Haré que Robert me pague dinero para poder mantenerte, ya que tú tienes edad para decidir con quien quedarte y al ser yo mayor puedes vivir junto a mi, por lo tanto el tendrá que pagarme para tus alimentos y estudios, tengo todo planeado pulga, tú tranquila.- En realidad, ni siquiera sabía si funcionaría, ya que no era cien porciento fiable que la justicia estuviera a mi favor, pero mi padre no tiene porque saberlo, además, ya ha cometido algun que otro delito antes, si lo vuelven a arrestar dudo que salga vivo, así que no preguntará nada y hará lo que yo le diga.
-¡Eres todo un Napoleón, emo!- Gruñi, odio que me llame por ese apodo.
-Cierra la boca, Sabes bien que deberás cambiar de Instituto si vienes a vivir conmigo, ¿No?- Entorne los ojos, mirándola con detenimiento, pero no parecía molesta, es más, parecía feliz.
-Si, lo se, y eso me alegra, mis compañeros son todos unos malnacidos, se ríen de mi por no crecer en una familia en donde todos me quieren, y las chicas no me dejan estar con ellas porque no puedo encajar en el grupo, me siento sola en ese Instituto...- Su sonrisa fue reemplazada por una mueca que reflejaba dolor y tristeza, posterior a eso, pude ver como una lágrima rodaba a través de su mejilla. -En el y en todos los malditos lugares a los que voy...
Rompió en un llanto silencioso, e instintivamente me acerqué lentamente y la abrace por la espalda, intentando contener su tristeza. Ella se dio media vuelta y me abrazo, llorando contra mi hombro, ahogo un sollozo en mi campera y se apartó de mi.
-Hey, el emo aquí soy yo, pulga, quiero ver esa sonrisa que envidio desde el día en que naciste.- Le sonreí, y sólo pude sentir una profunda calidez al ver como ella reía, limpiando sus lágrimas. -Te prometo que las cosas iran mucho mejor de ahora en adelante, haré lo que sea para sacarnos a ti y a mi a flote, no te mereces pasar lo que yo, eso te lo aseguro.- Después de terminar de hablar, le di un abrazo, y ella me lo devolvió con fuerza y energía.
-Bueno... Debemos irnos, veré si cumples tus promesas.- Me soltó y sonrió alegre, después de ello, tomó su mochila, su viejo peluche, la chaqueta de cuero antigua de mi abuela, y salimos de su habitación, encontrándonos escaleras abajo con una hermosa escena de pelea parental.
Mis padres estaban peleando a puño limpio, lo que se me hizo sumamente entretenido, así que decidí esperar a ver quien moriría primero...
-Ray, creo que deberías decirles algo...- Mi hermana me miró con un poco de tristeza, se que ella en el fondo seguía queriendo a mis padres, por otro lado, yo... Bueno, digamos que no les tengo un gran afecto...
Al ver como Laura le daba un puñetazo en la mejilla a Robert, supe que había sido suficiente espectáculo.
-¡Oigan, ambos!- Alce la voz lo suficiente como para ser escuchado por toda la cuadra, y logré que ambos me miraran, dejando de pelear en el acto. -No me importa porque diablos están peleando, pero yo me llevaré a Julie a mi apartamento, vivirá conmigo desde ahora en más, puedo ver a simple vista que ninguno de los dos podrá estar nunca lo suficientemente capacitado como para criar a un niño, mucho menos a una adolescente.
Robert tenía la mejilla ligeramente entumecida, pero no mucho, así que supe que no es una buena idea pelear contra el.
-¿Y quien te crees que eres tú como para poder llevarte a mi hija?- Mi padre me miró fijamente, con los puños cerrados, evitaría una pelea mano a mano a toda costa, no dejaría que Julie viera como su hermano era reducido a polvo por su propio padre.
-Parte de su família, y un adulto responsable, mira, Robert, ambos sabemos que si te metes en otro lío te mandaran a la cárcel, y está vez no saldrás con tanta facilidad, y no quieres que le cuente a las autoridades que Julie es víctima de maltrato infantil, ¿No?- En cuestión de segundos, la piel de mi padre palidecio, tenía la sospecha de que se podría desmayar, y eso me hizo sentir un poder abrumador. -Eso pensé, desde ahora en más tu me deberás pasar al menos quinientos dólares de tu sueldo para poder mantener a Julie, buena suerte con tu vida, en lo que a mi concierne, nosotros ya no somos parte de tu familia...
La sangre me hervia, y lo único que podía pensar era en: "No pelees" "No pelees" "No pelees" "No pelees"
-Tu ganas, maldito hijo de perra, llevate a Julie, y tranquilo, te pagaré, pero nunca vuelvas a poner un pie en esta casa, porque si lo haces, tu cabeza irá colgada en mi pared de trofeos.- Sonrió cínicamente, y yo solo pude estallar en una carcajada cargada de ironía y odio contenido.
-Adivino, en el tienes trofeos como los de "El peor padre del siglo", o " El mayor alcohólico que existirá jamás".- Cada vez elevaba más el tono, para que mis palabras cada vez fueran más cargadas de veneno
-Ray... por favor, vámonos...- Julie estaba jalando de mi manga, así que le hice caso.
-Estamos en contacto, Robert, y si no, ya sabes...- Mi mirada era desafiante, la suya, más bien representaba miedo y rabia, había dado en el clavo, mi plan había salido a la perfección.
-Pudrete, maldito... desearia que nunca hubieras nacido.- Su voz temblaba, ya no se si era por el alcohol que infectaba su cuerpo o su furia e impotencia al haber perdido contra mi.
-Eres lo peor que nos ha sucedido, Ray.- Mi madre, la cual había hecho un voto de silencio en esta conversación, me intento herir verbalmente, pero no dejaría que lo hicieran, no otra vez...
Salimos de la casa, mi hermana tenía algunas lágrimas en su rostro, yo, por otro lado, sentía que mi mundo por fin estaba empezando a tomar forma. Seque las lágrimas de mi hermana, tome su mano, y caminamos hasta la parada de bus.