Susan

Susan

La pequeña niña de pelo rizado color castaño oscuro recogido en una coleta de caballo, que tomó forma de un moño. Su piel morena daba un sutil brillo bajo el sol que parecía mostrar su alegría a través de cada resplandor, aún cuando su pequeño cuerpo y ropa mojada estaban cubiertos de tierra y barro.

Sus pasos podían oírse, caminaba por una carretera de tierra, desolada y rodeada por inmensos árboles de diferentes tipos desde delgados con troncos delgados lisos de colores verdes y grises sin frutos un poco más altos que ella hasta algunos altos que podían llegar a tener la misma altura de una casa de dos pisos, no muy común para la pequeña, con troncos gruesos ásperos al toque y hojas alargadas con diminutos frutos.

En sus brazos cruzados un peluche de trapo, originalmente de su abuela. Un oso con cabeza verde, ojos de botones negros una boca cocida a mano con nudo punto de cruz y como nariz otro botón, azul. Su cuerpo rojo y sus patas también verdes.

La niña en sus ojos negros tenía signos de llantos y cortes, minutos antes de había tropezado y caído sobre unos trozos de vidrios, que ya llevaban más de un mes allí, tirados por unos recién graduados que tomaban sin control aún cuando uno de ellos manejaba.

Paso por un río, antes con aguas tan claras que lograba verse lo que en su fondo escondía, animales y conchas, pero ahora de un color café por las grandes lluvias que antes habían caído sobre aquella región. Las mismas que habían dejado sin hogar a Miles de persona, niños y adultos, pero también merecidos por causar estragos con la salud del planeta. el rio tenía un sin fin de suciedad, plásticos y metales que la dejaron asqueada, gracias al sucio desprendía un olor espantoso.

Siguió un camino sin destino, no podía recordar mucho. En un memoria solo oía las gritos de sus padre rogando que se fuera con su hermano, él mismo que la dejo abandonada por salvarse, un acto de egoísmo y tración con su sangre. No tenía idea de cómo había logrado escapar de las altas lluvias y relámpagos que parecían gritar su nombre. Un castigo del cual ella no sabía la razón. Cómo niña lo malo que hacía siempre era corregido por sus padres aunque solo durará pocos días u horas

Cien metros más caminando como vagabunda, con su estómago rugiendo de hambre se topó con la vista de un árbol que no estaba rodeado de agua, salió de la orilla de la carretera que la ayudo a guiarse desde que había emprendido su translado a otro lugar, a un lugar donde sus padres le prometieron encontrala... Junto a su hermano mayor.

"Tengo hambre" se murmurro sin soltar el peluche

El árbol no era tan alto, para un adulto, para ella era un reto que como niña acepto gustosa. Saltó con el propósito de alcanzar una rama y con esta tomar de las frutas silvestres del tamaño de una ciruela criolla pero redonda y de un color amarillo. Fue obvio el resultado, no alcanzo su prometido.

Trato de trepar pero no pudo y se terminó por caer sentada, se levantó y sobó la cola adolorida por el golpe. Ya cansada se rindió, se dió por vencida y se limito a buscar con la mirada algo que pudiera comer y saciar su hambre que parecia querer torturarla y matarla con lentitud

A lo lejos un árbol parecido pero con frutas más pequeñas del mismo color, más grande. Bajo su sombra algunas de sus frutas estaban tendidas. No pensó con la cabeza, pensó con el estómago y sin dudar un segundo corrio al árbol, aún más lejos de la carretera. Las palabras de su madre, justo antes de marchar la obligaron a detenerse por un instante.

"—Debes seguir por la carretera, no le alejes de ella. Prometelo—"

No duró mucho la duda, el hambre era demasiada, y dejando de lado la promesa que a su madre le había hecho camino hasta el árbol y comenzó a comer las frutas algunas sin masticar correctamente, fue la última que se dió la tarea de saborearla.

El sabor agridulce, que la había dejando deseando más, al masticar con lentitud para conservar su sabor más tiempo sintió que algo se movía dentro de su boca. Asustada, escupió lo que tenía dentro, al ver la fruta vio un gusano a medio masticar. Imaginando lo peor retrocedió, se cayó en el río que antes había visto, en otro punto de este donde su contaminación era peor.

"—Ayuda!" Rogaba con lágrimas mezcladas con el rio que desprendía un olor horrible. Aquel olor ya no le daba importancia

Trataba de no hundirse, no tenía conocimientos sobre el nadó, su madre nunca dejo que su padre le enseñará. Vivía al lado de un río conocido, El rio Sinú, con mala fama al tener sus secretos que terminaba por matar a cada nadador extranjero que se metía en esas aguas. Todos muertos por nadar con la corriente. Ella no sabía nada sobre eso, solo trataba de mantener en la superficie.

Comenzaron a caer las primeras gotas, seguidas de millones, todas contaminadas, pues ellas mismas eran el agua evaborada por el sol y los humanos al cortar tantos árboles y contaminar, el agua se evaboró así. La pequeña tragó involuntariamente alrededor de dos litros de agua sin filtrar, la menor de sus preocupaciones en ese momento podía ser la del agua y la mayor sobrevivir. Todo iba bien hasta que un rayo cayó cerca de donde estaba. Quedó en un estado de Shock y termino por ahogarse. Su cuarto fue encontrado un mes más tarde por una pareja que decidió dar un paseo por aquella vereda. El olor de cuerpo descompuesto y los buitres que se comían su carne podrida

Salió en las noticias, solo como una pobre muchacha que no habían podido identificar su rostro, ya había sido comido por los buitres. Y lo único que pudieron mostrar cómo identificacion fue aquel oso de trapo, que su hermano, quien la había abandonado por egoísmo suyo, fue a reclamar el único juguete por el que la había reconocido. El muñeco hecho por su bisabuela para su abuela, ambas muertas al igual que sus padres.

Reviso el oso, tenía marcas de rasguños y barro, aún así bien cuidado. Y al abrirlo encontró el dinero que días antes le había robado a su padre y escondido allí



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En el texto hay: aventura llanto y dolor, rio naturaleza

Editado: 20.11.2021

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