Sweet Dream

Capítulo 13: Principio del fin

Hay algunas cosas en este mundo que no todos podemos aceptar, claro que siempre existe algo alternativo. Si creas algo que te beneficie, de igual manera encontrarás algo que te empeore; es un ciclo vicioso. Aunque no pienses que sucederá, va a suceder. 

El comienzo de diciembre, un mes bastante popular, y es que cuando escuchas "diciembre" no puedes evitar sentirte bien. 

Eran las 2:27 am. El primer día de diciembre, empezó a nevar. 

Mei estaba despierta a esa hora como siempre, siendo abrazada por el torso por Rose. Mei pudo observar la nieve caer fuera a través de la puerta de cristal que daba al balcón. 

Sus ojos veían caer la nieve, delicada y cautela. Era el comienzo de un mes increíble, no pudo evitar sonreír al saber que se sentía bien el estar de ese modo, cuando no te sientes mal, cuando no estás triste. 

— Mei. — Susurró Rose entre sueños apretando su agarre a la chica de su lado. 

— Mei. — Esta vez, Mei se encontraba frente al escritorio de su abuela, mirando el suelo al saber qué estaba por venir. — Tus notas académicas han bajado drásticamente. — Su abuela no estaba mirándola, pero sus palabras apuntaban a ella. — ¿Debería sentirme decepcionada? 

Mei apretó sus manos entrelazadas detrás de su espalda. Mei debía comportarse, pero al parecer las cosas empezaban a cambiar. 

— No voy a decirte nada, sabes muy bien lo que has de arreglar. — Su abuela seguía dándole la espalda al decirlo. — Quédate en el consejo estudiantil hasta tarde hoy, hay mucho que adelantar, yo solo he venido a firmar algunas cosas que necesitaban de mi firma. Eso es todo, puedes retirarte. 

En el puente de su nariz descansaban aquellas gafas de lectura. La nieve caía fuera del lugar, y el reloj nunca dejaba de girar. 

Tomó sus cosas y cerró bajo llave la prestigiosa academia Stone. Empezó a caminar en las calles vacías del lugar. Su caminar era lento, no necesitaba llegar con rapidez. 

Mei sonrió al ver a Rose en el umbral de su casa. 

— Me sigue sorprendiendo el hecho de que llegues tan tarde de la academia. — Dijo Rose entrando a la casa siendo seguida por Mei, quien fue la encargada de cerrar la puerta. — Si es que entro allí, voy a tener que esperarte, Mei. — Dijo esto con una voz burlona, montándose en la espalda de Mei sin previo aviso, mientras pasaba sus brazos por su cuello. 

Mei, por inercia, tomó sus muslos para que no se cayera, mientras sus ojos se agrandaban por el acto de Rose. 

Rose colocó su cabeza en el hombro de Mei y sonrió. 

— Te quiero, Mei. — Dijo Rose en el oído de Mei, besando este, haciendo sonrojar a la propietaria. 

— Te quiero, Rose. — Mei devolvió el sentimiento, caminando hacia su cuarto por las escaleras, con cierto cuidado para que su acompañante no tocara el suelo. 

Ambas terminaron en el balcón del cuarto de Mei, mirando las estrellas de las 11:14 pm. 

— Rose, quería preguntarte algo. — Murmuró Mei, quien tenía sus brazos apoyados en el tubo de metal, y su rostro elevado. 

Rose estaba a su lado derecho, con su posición parecida a la de Mei, solo que en vez de mirar a las estrellas miraba a Mei por haber llamado su atención segundos atrás. 

— ¿Qué es? — Preguntó Rose acercándose un poco más a Mei. 

Mei apretó su mandíbula y miró a Rose. 

Los sucesos de la vida. Hay veces en las que nos interrumpen de manera incómoda. Estos seres humanos quieren introducirse como esa molesta figura geométrica, y que aunque intentamos alejarlos, en ese momento son aún más molestos. 

— Yo... quería saber si... — Sus ojos empezaron a brillar al decir esto, y sus manos sudaban. 

Mei quería decirle, quería preguntarle, quería una respuesta. 

Pero un grito con el nombre de Rose sonó desde la acera, dañando el momento perfecto, aquel momento en el que Mei tomó el valor de hacerlo oficial. 

— Zuri. — Susurró Rose abriendo sus ojos y mirando de donde provenía la voz, siendo esta de una chica de pelo castaño. 

Cuando vio a Rose correr hacia la chica que le grito reciente: "Rose". La analizó un poco desde lejos. 

Sus ojos eran azules oscuros, casi llegando al azul marino. Su pelo era de un sofocante color castaño, color odiado por Mei. Su uniforme o lo que veía de él, constaban en una falda y una  corbata azul, un abrigo encima del uniforme y encima del mismo, un chaleco color negro. Sus zapatos escolares eran sustituidos por unos tenis. 

Mei frunció el ceño al sentir odio por aquella chica, la cual había dañado su valentía y había alejado a Rose de ella. Entró a su cuarto y tomó el libro en su mesita de noche. 

— ¿Qué haces aquí? - Preguntó con sus brazos cruzados. — ¿No has visto la hora? ¿Tu madre sabe que estás aquí? 

Zuri le sonrió a su "hermana mayor" y la abrazó pasando sus manos por su cuello. 

— Te extrañaba, Rose. — Dijo Zuri con su voz aguda, sintiendo el calor corporal de Rose. 

Zuri Green, trece años de edad. Vive algo retirada del lugar en el que se encuentra ahora y estudia a unas calles más lejos de la academia Stone. Es divertido que aún Mei y ella no se conocieran, ya que Zuri está por las calles cercanas a su escuela a altas horas de la noche, y Mei sale de su academia tarde. 

— Quería saber si puedo quedarme contigo esta noche. — Zuri sonrió alejándose del abrazo. — Me han pagado hace poco, así que quería ir a algún sitio contigo, Rose. 

Rose la miró confundida y desvió su mirada al balcón, donde ya no se encontraba Mei. 

— Está bien. — Susurró alejando la mirada y caminando en dirección a su propia casa. 

— ¿Quién era la chica con la que hablabas? — Preguntó Zuri con una sonrisa burlona. — Desde aquí se les veía muy cercanas. 

— ¿Qué? ¿De qué hablas, Zuri? — Las mejillas de Rose se encendieron al entrar a la casa Foster. 

— Pues no lo sé, ¿tal vez estás empezando a experimentar con chicas, Rose? — Dijo Zuri con su sonrisa burlona aún, sentándose en la cama de Rose. — Pero bueno, no la vi muy bien, así que no puedo asegurar que tus gustos por chicas sean buenos. 

La sonrisa burlona de Zuri desapareció. 

— ¿Hay alguien que te gusta? — Preguntó Zuri como si la respuesta no fuese obvia. 

— Claro que sí.—  Respondió Rose evadiendo su mirada y al mirar los dieciocho libros sobre su escritorio sonrió. — ¿Y a ti? 

Zuri la miró directamente con una mirada divertida. La tomó del cuello y le sonrió con una picardía escondida debajo de aquella inocencia. 

— Me gustas tú, Rose. — Murmuró cerca de su rostro. 

Mei miraba la casa Foster desde la acera. Pensaba en si tocar o entrar a su propia casa y quedarse allí encerrada, porque desde que conoció al tal Nathan, se dio cuenta de que cada persona que entrara a la vida de Mei, intentaría arrebatarle a Rose. 

Empezaba a congelarse. Tres golpes resonaron dentro de la casa. 

— Oh, Mei. — La puerta fue abierta por Rose, con una sonrisa amplia, como si la hubiese salvado de algo. — Perdona por haberme ido sin despedirme de ti. 

— No hay problema. — Dijo Mei con sus ojos en el suelo. Levantó su mirada y sintió los labios de Rose junto a los suyos. 

Fue solo un par de segundos, pero los mejores de toda la vida de Mei. 

— Quiero presentarte a alguien. — Dijo Rose sonriendo mientras tomaba la muñeca de Mei, adentrándola en su casa. 

La chica de pelo castaño la miraba con seriedad y Mei la miraba devuelta con su típica frialdad. 

— Zuri Green. — Dijo Zuri sintiendo cómo los ojos de Mei atravesaban los suyos. 

— Mei Stone. — Dijo Mei sintiendo cómo los ojos de Zuri analizaban cada estructura de su cuerpo. 

— Sí, Rose. Es linda. — Murmuró Zuri mirando a la rubia, la cual se sonrojó mirando a otro lugar. 

— Espero que os llevéis bien. — Dijo Rose levantando sus manos abrazando a ambas chicas por el cuello, besando la mejilla de ambas. 

El día doce. No fue mal día, pero abría las puertas a los días que serían peores que cualquier otro. 




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