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CAPÍTULO 3

La ginoide notó la proximidad de los hombres, aunque no se reconoció a sí misma en la descripción de estos. No sabía lo que era, y temía que pudieran tener razón al notar conexiones en su cuerpo mientras movía sus piernas con discreción. No sintió dolor alguno, cosa que empezó a hacerlo sospechar que pudieran decir la verdad, o quizás tenía esa parte de su cuerpo anestesiada.

  • Hay que reconocer que son muy detallistas en estos modelos de gama alta, son perfectos de pies a cabeza. Nada que ver con los económicos a los que podemos aspirar con nuestros salarios —dijo uno de ellos cuando se puso al lado mismo del nicho.

  • Ya puedes hablar como hiciste antes, androide. ¡De nada va a servir que disimules! —la instó su compañero.

Pese a las palabras del otro, permaneció inmóvil, por lo que este no dudó en apretar uno de sus muslos desnudos, ya que estaba vestida tan solo con unas prendas que le cubrían lo esencial.

  • ¡Aparte sus manos de mi cuerpo, maldito pervertido! ¡¿Qué le da derecho a tocarme?! —exclamó, indignada.

  • ¡No eres más que una máquina sin ninguno!, ¿acaso has olvidado ese pequeño detalle? —respondió el más mayor.

La consternada robot los observó sin saber cómo reaccionar, no solo no se sentía lo que decían que era, sino, además, del género femenino.

  • Se me ocurre algo. ¿Aprovechamos la situación antes de dar parte? —propuso el chico mientras la miraba con lujuria.

  • No es buena idea, si lo soltamos querrá terminar con nosotros sin ningún miramiento. ¿No lo percibes en su expresión? —opinó su compañero.

El joven guardia lo meditó unos momentos hasta dar con la solución.

  • ¡Espérame aquí un momento! Mientras tanto, desactívalo —dijo mientras se daba la vuelta.

  • ¡Será mejor que me dejéis en paz u os juro que no tendré reparos en terminar con vuestras vidas! —se apresuró a decir ella.

  • Tan solo eres una máquina, se te puede apagar y encender con un botón oculto en tu cuello —replicó el más mayor.

La ginoide notó como se debilitaba y, pese a su resistencia a cerrar sus ojos, no pudo evitarlo.

  • ¡Ya no eres tan valiente al ser desactivado! —expresó el miembro del cuerpo de seguridad al abrir las argollas.

Acarició el perfecto cuerpo con el que había sido construida la máquina. El otro regresó con un maletín. Cuando lo reconoció, sonrió ante la idea que había tenido.

  • ¡Esos accesorios que piden algunos clientes! Ahora nos pueden ser de lo más útiles.

Con ayuda de los controles del cubículo, lograron sacar a la ginoide lo suficiente para manipularlo a voluntad.

  • Dame esas esposas, comenzaremos inmovilizando sus manos a la espalda y eso lo dejará indefenso —pidió el hombre mayor al joven.

  • Aquí tienes.

Se las puso en las muñecas tras llevarlas a la espalda, y prosiguió con otras similares para los codos, hasta que sus brazos quedaron inservibles.

  • Ahora las de las piernas, y ya podremos activarlo con seguridad —pidió por último a su joven compañero.

Le colocó unas más largas en los tobillos, que permitían andar al androide, y volvió a activarlo.

  • ¡¿Qué demonios me habéis hecho?! —exclamó, al verse incapaz de mover a voluntad sus extremidades.

  • Poder utilizarte de forma segura. Te han dado apariencia de mujer, y de una muy guapa, al ser un modelo de gama alta. ¿Creías que íbamos a desaprovechar la oportunidad de hacer uso de ti? —dijo el guardia de menor edad.

Sin que pudiera impedirlo, la hicieron descender del nicho al suelo. Después, la obligaron a tumbarse. Su piel no sentía el frío, y eso la forzó a reconocer que era tan solo una máquina, por más que se sintiera una mujer. No podía explicarse cómo había sucedido eso.

  • Es justo que seas el primero —ofreció el de más edad al otro—. Yo esperaré fuera, procura ser rápido —se dirigió al pasillo exterior.

  • Gracias, me apresuraré —respondió mientras se quitaba la ropa.

  • ¡Ni se te ocurra acercarte a mí!, ¡te juro que te mataré! ¡Tan solo sois un par de pervertidos que os aprovecháis de una mujer! —expresó ella enfurecida.

  • ¡Una «mujer» tú…! —repitió sin poder evitar reírse ante eso último— ¡Eres un androide sexual femenino, no hay más que cables y circuitos en tu interior! Arreglar ese fallo será cosa del equipo de investigación, a mí tan solo me interesa follarte —dijo con sorna, ya desnudo.

Se puso sobre ella y comenzó a subir las prendas, dejó al descubierto su vagina y pechos mientras empezaba a acariciarla sin ninguna delicadeza.

  • Mi SX2 no es tan suave ni de lejos, es injusto que tan so… —no llegó a terminar la frase, pues cayó, sin vida.

Otra figura estaba de pie ante ella, con una pieza de metal en la mano que empleó como arma. Sin saber qué esperar, la ginoide la miró, aterrorizada.




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