Sonia Doherty
Durante la noche fue la primera nevada, todo se cubrió de blanco. Me asomo por mi ventana, con una taza de café en la mano, todo el jardín es una ilusión de blancura, en verdad es una escena encantadora.
—¿Irás a trabajar?—, me pregunta mi padre a mis espaldas mientras se ajusta la corbata.
Mi padre es maestro, imparte la materia de física en la escuela, es un hombre muy inteligente, siempre lo he admirado. Desde que mamá murió se aisló un poco, se concentró en ser un proveedor más dadivoso, aunque para mí y mi hermana menor no es necesario, no somos unas niñas, no necesitamos tanto como el cree, pero es su forma de compensar la ausencia de mi madre y creer que es de utilidad, que de alguna forma está cubriendo bien ese lugar vacío para nosotras.
—Sí… solo termino mi café y… me pongo en marcha— levanto mi taza y le sonrío.
—Creo que viene siendo hora de pensar en un auto personal para ti… no me agrada que te vayas hasta el departamento de policía tu sola… el transporte público no es muy seguro— se planta frente a mí y puedo ver sus ojos cargados de angustia, arruga su frente y sus cejas parecen casi tocarse.
—Claro… es lo más peligroso de mi trabajo… el transporte público— rueda los ojos con una sonrisa divertida y besa mi frente.
—¡Maggie!, ¡apúrate!—, grita mi padre para que mi hermana baje de su habitación, todas las mañana la lleva a su escuela antes de pasar a la suya. —Luego hablamos de eso— me ve fijamente, de forma amenazante. Me da un beso en la frente y avanza hacia la puerta mientras mi hermana baja de dos en dos los escalones de la escalera.
—¡Soni!—, brinca a mi lado y me sonríe inocentemente, con esos enormes ojos azules, tan azules como los míos y como los de nuestra madre.
—Date prisa o papá te dejará en la acera, tendrás que irte caminando— acomodo su cabello y la acompaño a la puerta.
—Podrías irme a dejar tú.
—No creo, no tengo mucho tiempo.
—Tienes tiempo para beberte una taza de café más, pero no para irme a dejar a la escuela… tienes tus prioridades en orden— su tono es sutilmente molesto.
—El café es una prioridad, cuando superes tu pubertad te acordarás de esto y dirás “cuánta razón tenía mi hermana”.
—Jajajajaja ¡claro que no!—, se adelanta un par de pasos y me voltea a ver divertida.
De pronto su espalda choca contra algo, termina rebotando hacia mí, la tomo por los hombros y levanto la mirada, veo a Akos, está avergonzado por lo sucedido, ninguno de los dos se dio cuenta de lo ocurrido.
—¡Lo siento tanto!—, dice ruborizado mientras toma a mi hermana por los hombros y la ve tan intensamente que la hace sonrojar —¿estás bien?, ¿te lastimé?
—No…— responde Maggie sin quitarle la mirada de encima a Akos, creo que quedó sorprendida y no es para menos, el agente Rivera es un hombre alto y moreno, varonil y guapo, tiene un aire despreocupado y salvaje que en conjunto con su empatía y alegría se vuelve atrayente para la mayoría de las féminas.
—Ufff… que bueno… jajajaja ya me estaba preocupando… en verdad lo siento mucho— vuelve a disculparse mientras mi padre se nos acerca con curiosidad, toma a Maggie de la mano y la aleja de nosotros.
—Es el agente Akos, uno de mis compañeros…— le explico a mi padre para tranquilizarlo —… y… no sé qué hace aquí— de nuevo volteo hacia él confundida, frunciendo el ceño y esperando una respuesta.
—Tenemos trabajo, hay una nueva víctima— su semblante se vuelve serio.
—Bien, es hora de irnos— dice mi padre jalando a mi hermana sin lograr que ella le quite los ojos de encima a Akos.
—¡Un gusto, señor!—, dice Akos despidiéndose con la mano, tan alegre como siempre.
—¿Una víctima igual que el agente Glozz?—, me cruzo de brazos y espero a que voltee de nuevo hacia mí.
—Igual.
—¿Sabemos quién es?
—Lamentablemente sí— sus ojos se ven cargados de confusión —Elías Koskov… director de servicios especiales— la respuesta cae sobre mi como agua fría. —¿Vamos?—, me hace un movimiento con la cabeza y me señala un enorme carro negro en acera.
Subirme al Jeep de Akos represento una verdadera odisea, demasiado alto para mí 1.58 de altura, de hecho el agente Rivera tuvo que ayudarme, un pequeño empujón y estaba arriba. Fue un momento penoso, pero creo que queda claro que no fue mi culpa.
Durante el trayecto me quedo con las manos en mi regazo y la mirada hacia la ventana, sin emitir ni un solo sonido, ni siquiera al respirar, no voy a negar que me siento emocionada de estar en el auto del épico agente Akos Rivera, la mano derecha de la agente Cárter, son una leyenda, siempre trabajando juntos, siempre resolviendo casos, fueron pieza clave para atrapar a Burak y ahora, aunque no puedo conocer a Cárter en persona, si puedo convivir con quien fue su más cercano amigo, es como si de forma indirecta pudiera hablar con ella, bueno… tal vez creo que estoy exagerando.
—Vamos… desembucha— me toma por sorpresa, ¿a qué se refiere?, ¿olió mis ansias por hablar de Cárter?
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Editado: 07.01.2022