—Eres mi mujer, aceptaste serlo, ahora abre las malditas piernas y cumple —su mano alrededor del mi cuello comienza a asfixiarme, un zumbido se apodera de mis oídos, aun así busco pelear, me retuerzo debajo de él.
De un momento a otro estoy en ropa interior debajo de su cuerpo que me presiona contra el colchón; el aire me falta y cuando había creído que ya no podía llorar más, las lágrimas caen de nuevo; boqueo tratando de jalar aire mientras la oscuridad rodea mi visión, recuerdo cada vez que estuve en la cama de Burak, cada golpe, cada humillación, cada vez que me violó hasta saciarse, lo volverá a hacer, volverá a denigrarme, incluso, me temo que será peor, en aquel entonces no era un wendigo, tal vez al final termine devorándome.
Mientras se coloca entre mis piernas con torpeza mi mirada se queda clavada en el techo, su boca bruscamente busca mis pechos, está incontrolable y lo único que viene a mi mente es: ¿terminaré así?, ¿es en serio?, ¿así acabará todo, siendo violada y después devorada por un wendigo?, todo lo que hice, tanto que luché, ¿para terminar de esta forma?, ¿cómo una víctima más?, por lo menos Grange me dio una muerte cargada de honor, pero… esta vez no será así.
De pronto su cuerpo comienza a balancearse encima de mí y un dolor punzante y agudo me parte en dos, me desgarra, mis piernas se entumen, pierden fuerza y de nuevo cierro los ojos, deseo que siga apretando su mano alrededor de mi cuello hasta que caiga en la inconsciencia, no quiero enterarme de lo que continuará, no quiero seguir escuchando sus gemidos en mi oído, ni sintiendo su peso sobre mí, quiero simplemente desaparecer, dejar de existir, aunque sea por este momento.
—¡¿Qué se supone que crees que estás haciendo?! —, un grito se escucha a lo lejos, incluso sospecho que fue mi imaginación.
Burak se quita de encima, algo lo arroja lejos de mí. Me quedo aun en la cama, justo en la posición en la que me quedé, con el cuerpo adolorido, con la consciencia apagada, odiándome un poco más, sintiendo un poco más devaluada. Mi respiración regresa a la normalidad, pero no tengo ganas de moverme, algo más lo hace, me sienta y toma mi rostro entre sus manos, es Sigyn.
—¡Maldito animal!, ¡cerdo! —, grita furibunda, sus ojos echan chispas.
—No te metas en lo que no te importa, Sigyn — dice Burak dispuesto a regresar por mí, pero Sigyn me abraza, protegiéndome con su cuerpo y lo ve con odio.
—No eres lo suficientemente fuerte para enfrentarte a mí, Burak, ni lo suficientemente inteligente, estás solo, no tienes a tus hombres de confianza, se han ido, están muertos, la única aliada que te queda soy yo y más te vale que no me pierdas —le dice Sigyn cargada de odio, de nuevo voltea hacia mí, acaricia mi cabello y me vuelve a estrechar contra su pecho.
—Es mi mujer, puedo tenerla cuando desee… así que largo de la habitación —Burak ve con odio a Sigyn, sus ojos completamente rojos parecen palpitar.
—Tú lo has dicho, es tu mujer, no tu juguete, tendrás que aprender modales —Sigyn no parece dispuesta a negociar.
Mantengo mis manos firmes en mi vientre, me concentro en sentir a mi bebé, aunque aún sea tan pequeño; pobre de él, lo que ha tenido que sufrir. Las manos de Sigyn se posan sobre las mías y entonces levanto la mirada, encuentro incertidumbre y confusión. Cierro los ojos, inhalo con fuerza.
—Estoy embarazada —digo sin pensarlo, admitiéndolo, sintiéndome vulnerable.
—¿Embarazada? —, Sigyn me toma por los hombros y me obliga a verla directamente a la cara— ¿quién es el padre? —, podría jurar que lo sabe, pero aun así me pide que responda.
—Aiden… —digo con un hilo de voz, apenas audible para ella. La sorpresa la deja boquiabierta, incluso Burak ha perdido todas sus intenciones sobre mí.
—¿Aiden Meyer? —, Sigyn no parece segura de mis palabras. Solo asiento con la cabeza.
—Yo no quiero a esa criatura… —dice Burak entre dientes. Da el primer paso hacia mí, pero de nuevo el abrazo de Sigyn me protege.
—Lo siento, pero no le harás nada ni a ella ni a mi nieto —se levanta de la cama y se pone entre Burak y yo.
—¡Es hijo de Aiden!, tú me prometiste que Cárter sería mía, anhelabas que tuviéramos hijos…
—Burak, ese niño es hijo de un wendigo más fuerte y antiguo que tú, ¿crees que voy a desperdiciar ese potencial? —, Sigyn voltea hacia mí con ternura, me frece su mano y me ayuda a ponerme de pie, toma una de las sábanas y me envuelve con cariño— ese niño nacerá, crecerá y hará nuestros planes realidad.
—¿Me estás diciendo que el hijo de Aiden será quien dirija nuestro ejército? —, pregunta Burak aguantando su coraje, guardándolo profundo en su pecho. De pronto Sigyn coloca su mano en mi vientre y sonríe orgullosa.
—Así es Burak, confío en que este niño nazca con el potencial de su padre, que tolere el hambre como él, que pueda controlar a la bestia que de seguro vivirá en su corazón —Sigyn pasa su brazo por encima de mis hombros y caminamos juntas hacia la puerta.
—Debes de estar bromeando… —dice Burak, paralizado, con los brazos caídos así como sus esperanzas.
—No bromeo, cuidarás de Simone y de ese hijo como si fuera tuyo, ¿entiendes?, el plan sigue su rumbo…
Sigyn abre la puerta y me hace pasar, atravesamos un pasillo y entramos a la siguiente habitación, aparentemente la de ella; me sienta en la cama y abre el baño, dispuesta a preparar la tina para mí. Veo alrededor, las paredes de un tono durazno, un tocador sencillo y una mesita de noche, es un cuarto pequeño, útil para usarlo de paso.
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Editado: 07.01.2022