Mi cabeza no deja de punzar, el dolor alcanza mi nariz, como si alguien me hubiera golpeado de lleno en la cara. Entre los árboles aparece Aiden caminando hacia mí, lleno de preocupación, sus ojos se llenan de lágrimas, me rompe el corazón, quiero levantarme, quiero correr hacia él, quiero extender mis manos, lo necesito, su nombre se agolpa en mi garganta, quiero gritarlo con las pocas fuerzas que me quedan, pero se queda atorado. Todo se vuelve oscuro y lo último que veo es a él, como la imagen de todo lo que anhelo y quiero, de todo lo que necesito.
—¡Aiden! —, grito desgarrando mi garganta y cayendo al piso de rodillas. Cuando abro los ojos estoy en ese cuarto del hostal, tengo mi brazo estirado hacia delante, es como si todo lo que no pude hacer en mi visión lo hubiera hecho aquí, en el presente.
—Aquí estoy, todo estará bien Simone —Aiden se sienta a mi lado, me abraza y me pega a su pecho, acaricia mi cabello con ternura y besa mi frente repetidas veces.
—Tú estabas ahí, cuando morí, creí que me habías abandonado —le digo con la nariz constipada y la cara llena de lágrimas.
—Lo hice, pero no pude vivir sin ti, moría de dolor cada día, necesitaba estar contigo… —levanto mi rostro hacia él, sus ojos dudan en liberar algunas lágrimas— …cuando te vi morir, intenté tantas veces llegar a ti, busqué de tantas formas morir, pero nunca lo logré, cada día era una sensación de vacío y miseria que no podía soportar.
Levanto mi mano hacia su mejilla y lo acaricio con ternura, en cuanto cierra los ojos una lágrima cae y me tortura, me duele verlo así, me destroza el alma, me arrancaría el corazón solo para él, no soporto su dolor. Me apoyo sobre mis rodillas y me abrazo a su cuello con fuerza, haciendo que nuestros pechos se unan. Envuelve mi cintura y me ciñe a su cuerpo, como si fuéramos dos piezas de rompecabezas que embonan a la perfección.
De pronto una mano cálida y menuda levanta mis dedos suavemente, levanto mi rostro y veo a una mujer enigmática, con ojos grises y una línea negra atravesando su rostro, ve el anillo en mi mano con curiosidad, cuando se da cuenta que la estoy viendo me sonríe y retrocede.
—Lo siento, no te quise asustar, mucho menos acabar con el hermoso momento del reencuentro, amo cuando los enamorados tienen estas situaciones —dice emocionada.
—Verdandi —pronuncia Aiden y se pone de pie, después me ayuda a levantarme—. Perdió la memoria —acaricia mi rostro con tristeza.
—No la perdió… la suprimieron —señala mi anillo, levanto la mirada hacia la piedra verde que titila, parece tener vida propia—. ¿Te has intentado quitar ese anillo?
—No, nunca me pasó por la cabeza —de nuevo se acerca y me ofrece su mano para que ponga la mía y así lo hago. La levanta para ver a contra luz la joya —es magia, lo hizo una volva o tal vez una druida —dice analizando el anillo— hmmm… veamos —toma el anillo entre su índice y pulgar y tira. Una descarga eléctrica como las que dan en mi cabeza se apodera de mi dedo y parece que no solo eso, Verdadi retrocede adolorida, sacudiendo las manos con fuerza.
—¡Carajo!, ¡eso duele! —, se queja mientras Aiden me toma de los hombros.
—¿Estás bien? —, me pregunta angustiado.
—Sí, creo que le dolió más a ella —sacudo mi mano en el aire.
—Tiene alguna clase de protección, como los lentes de Ortega, supongo que es para asegurarse de que nadie se lo quite —Verdandi camina hacia mí y me ve fijamente— tal vez si intentas quitártelo tu sola —me motiva y aunque tengo miedo de recibir una descarga más, lo intento, todo es mejor a seguir así, sin mis recuerdos.
Tomo el anillo y trato de tirar, de nuevo ese dolor, esa electricidad incapacitante recorriendo mi cuerpo, es como si al tomar el anillo se hubiera cerrado el circuito, aun así, sigo tirando con fuerza, pero no cede, aprieto los dientes, cierro los ojos y me mantengo firme en mi objetivo que no da resultado, por más que lo intento.
—¡Detente! —, grita Verdandi preocupada. Aiden toma mi mano y aunque mi dolor lo alcanza, hace un esfuerzo porque suelte el anillo. Después me toma de los hombros y me gira hacia él.
—¿Estás bien? —, me pregunta angustiado. Levanto mi mano hacia mi nariz, siento que algo caliente sale de una de mis fosas nasales, cuando veo las yemas de mis dedos hay sangre.
—Creo que el anillo castiga a quien quiera retirarlo y al portador, en este caso, al ser Simone las dos cosas, el daño fue más grande —dice Verdandi acercándose con curiosidad.
—¿Eso significa que… no podré recuperar mis recuerdos? —, le pregunto con los ojos llenos de lágrimas, la voz se me quiebra, me siento tan insignificante.
—Lo siento, debe de haber otra forma, la encontraré, ¿está bien?, no te pongas mal, debe de haber algo —Verdandi acaricia mi cabello intentando consolarme, pero no es suficiente. Por un momento se ven entre ellos, Aiden asiente y ella retrocede un paso para desaparecer, diluyéndose en el ambiente.
—¿Cómo se fue?, ¿qué pasó? —, extiendo mi mano hacia donde estaba, pensando que tal vez se volvió invisible, pero no es así, en verdad se fue.
—Es una norna, puede hacer eso…
—Supongo que eso ya lo sabía y lo aceptaba como algo normal —me siento tan frustrada.
—Tranquila, encontraremos la forma.
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Editado: 07.01.2022