Aun estábamos en el árbol sentados.
-Muy bien, haremos el pinky promise- juntando sus dedos con los míos. -Prometo ser tu mejor amigo y cuidarte de todos y de todo- Sonrió
-Prometo ser tu mejor amiga y cuidarte de todo-Juntamos los dedos y gritamos -Pinky Promise-
Pasamos un rato viendo los libros que tenía, el me leyó el de Caperucita Roja, y yo feliz escuchándolo, no podía creer que tenía un mejor amigo y más alguien de la realeza, que aún no sabía que significaba, pero era muy bonito sentir tanta felicidad.
-Alexander estas ahí- Escuchamos la voz de la Reina Alexia.
-Si mamá, dila clave secreta- dijo acercándose a la entrada.
-Abracadabra- Dijo ella entre risas
Alexander abrió la puerta.
-Niños ya es hora de comer por favor vengan-Haciendo señas con la mano indicando la salida
-Si- contestamos mientras salíamos
-Que habrá de comer- pregunte
-Son Nuggets de pollo y papas fritas- dijo con su dulce voz la Reina.
-Genial , mis favoritos- Grito Alexander
Nos dirigimos a las mesas y Alexander pego una silla junto a la de él.
-Mejor amiga siéntate conmigo- Dijo con señas hacia la silla.
-Si- Dije contenta.
Esa tarde fue muy increíble, tenía un mejor amigo.
Recordé que en el preescolar nadie quería ser mi amigo o amiga, todos me veían como un bicho raro, no tenía papá, y me hacían mucha burla, mi padre nos había dejado cuando tenía solo 2 años, no comprendía muy bien su partida hasta que me empezó a hacer falta, pero el día de hoy me sentía completa, no podía dejar de sonreír, a lo lejos veía a mi mamá muy feliz, no dejaba de sonreír tampoco, estaba en un ambiente muy agradable para ella.
Después de la comida y de volver a jugar, se dieron las 7 de la noche, mi madre y yo nos estábamos despidiendo de los invitados cuando la Reina se nos acercó.
- ¿Gustarían quedarse a dormir? - pregunto amablemente
Mi madre me miro y me vio la cara de emoción, no dudo en contestar – No sería mucha molestia- dijo apenada.
-Claro que no, ven- dijo la Reina mientras nos llevaba a una habitación de huéspedes, nos entregó unas batas para dormir, y nos comentó que a en una hora pasaría para llevarnos a la sala de cine.
Mi madre me mira asombrada, sin poder creer que nos quedaríamos a dormir en el palacio real, nos vestíamos con las batas y esperábamos a que pasaran por nosotros como había dicho.
Escuchamos la puerta sonar. Mi madre se levanta y abre, un señor de traje negro nos invita a acompañarlo.
-Primero que nada, mi nombre es Beltrán, por favor acompáñenme a la sala de cine- con voz estirada nos dice
- ¿Habrá palomitas? - no pude evitar preguntar
-Por supuesto, palomitas, - dijo sin quitar la vista del pasillo.
Llegamos a una sala enorme, había varios cojines gigantes, sillas grandes y cómodas, una pantalla enorme enfrente de todo, a un lado había una mesa con muchas palomitas y otros dulces.
-Chelsea, por acá- me grito Alexander señalando un cojín al lado del suyo.
-Está muy grande esta sala- dije y mi expresión fue de asombro.
-Si lo sé es mi segundo lugar favorito- argumento mientras comía palomitas
Vimos la película de Mulán una de las favoritas de la Reina, era la primera vez que la veía y quede fascinada con todo.
-Porque lloras- me pregunto Alexander.
-No lo sé es la primera vez que la veo, y está muy bonita- Dije mientras secaba mis lágrimas.
A la mañana siguiente nos pusimos nuestros vestidos de la noche anterior y bajamos, nos quedamos a desayunar y después de un rato mi madre entro con la Reina a un salón para platicar.
Pasaron más de dos horas cuando salieron de la habitación, mi madre lucia algo alegre y triste al mismo tiempo.
- ¿Te gustaría vivir aquí? - Me pregunto con una sonrisa en su rostro.
-Claro que si mamá, esta casota es muchísimo más grande que la nuestra- Dije con asombro.
Mi madre me tomo de la mano y me llevo a un sillón color tinto que se encontraba en el pasillo.
-Chelsea, te diré que la Reina Alexa nos ha invitado a vivir en su gran casota como le llamas, y sin consultártelo primero eh aceptado por las dos- dijo con sus ojos cristalizados como queriendo llorar.
-Mamá está bien, hubiera aceptado de todos modos- dije mientras tocaba su rostro con una de mis manos.
Ella me abrazo y me dijo cuanto me amaba, me dio un beso en la frente y nos dirigimos a la puerta. Nos esperaban en la limusina que habíamos llegado.
Estando en casa mi madre y yo nos preparábamos las maletas, me había comentado que solo las cosas de mucho valor nos íbamos a llevar, así que mi cama, mi ropero, mi escritorio de hacer tareas, se quedaban, trate de quitar unos chicles debajo de él, ya que los íbamos a donar y no quería que se dieran cuenta de cuanto amaba el chicle.
Editado: 01.04.2021