Con el corazón lleno de determinación y los ojos fijos en el horizonte, la joven soldado se despide silenciosamente de la ciudad que la vio nacer, lista para enfrentar su futuro más allá de las fronteras conocidas. Confía en su habilidad para proteger a la niña y en el tratado territorial que le permite cruzar las fronteras sin restricciones.
Mientras navegaba en la canoa con la pequeña a salvo, una sombra entre las rocas captó su atención. Un presentimiento le avisó que no estaba sola. Rápidamente protegió a la niña en la embarcación, observando fijamente la sombra para determinar si era una amenaza real o solo una ilusión.
Un escalofrío le recorrió la espalda al divisar a cuatro soldados que llegaban a la orilla, acompañados por una criatura. Con decisión, empezó a remar con fuerza, concentrándose en llegar a salvo a la orilla opuesta del lago.
El sonido del arco tensándose la hizo volverse; su corazón latía con fuerza al ver al soldado apuntándola. Un impacto en su espalda le causó dolor, pero sabía que no podía detenerse. Remó con determinación, impulsada por la adrenalina mientras la orilla se acercaba.
Mientras navegaba en la canoa con la niña a salvo, una sombra entre las rocas captó su atención. Con rapidez y precaución, protegió a la niña en la embarcación, con los ojos fijos en la sombra, tratando de determinar si era una amenaza real o solo una ilusión.
Un escalofrío le recorrió la espalda al ver a cuatro soldados que se acercaban a la orilla, acompañados por una horrible criatura. Con determinación, comenzó a remar con fuerza, concentrándose en llegar a la otra orilla del lago para ponerse a salvo.
El sonido del arco tensándose la hizo girar la cabeza; su corazón latía con fuerza al ver al soldado apuntándola. Un impacto en su espalda le causó mucho dolor, pero sabía que no podía detenerse. Remó con determinación, impulsada por la adrenalina mientras la orilla se aproximaba.
En tierra firme, con la camisa manchada de sangre, comprendió la gravedad de la situación. La flecha clavada en su hombro le recordó que no estaba a salvo. Necesitaba encontrar refugio de inmediato. Se adentró en el bosque, consciente de que el camino sería peligroso por las alimañas que podian oler la sangre. A pesar del dolor, se movía ágilmente; necesitaba alejarse de la orilla.
Con habilidad, buscó en su bolsa y encontró tela para una venda improvisada. Sin titubear, se quitó la capucha y aplicó presión sobre la herida, envolviéndola con destreza. Sabía que no podía detenerse; debía encontrar refugio antes de que la oscuridad lo envolviera todo. La vida de la pequeña dependía de su determinación.
Una vez atendida la herida, se deslizó sigilosamente entre los árboles, divisando una ciudad amurallada en la distancia. Su mente se enfocó en hallar un lugar seguro para descansar junto a la niña. Estudió la muralla, buscando una brecha discreta mientras evaluaba los movimientos de los guardias.
Entre el follaje, buscó cobertura, analizando la muralla en busca de vulnerabilidades. Su objetivo era claro: cruzar sin levantar sospechas. Avanzó con cautela, alerta ante cualquier amenaza inminente.
Los guardias patrullaban con rigidez, pero su experiencia le brindaba ventaja. No podía cometer errores. Identificó una sección menos protegida de la muralla mientras los guardias se concentraban en otros sectores. Se desplazó con rapidez, ocultándose entre los arbustos con agilidad.
Al llegar al otro lado, se topó con una pequeña posada y solicitó una habitación discreta y comida para ambas. Consciente de que el tiempo no estaba de su lado, pero necesitaban descansar y recuperarse antes de continuar. En ese lugar, la valiente mujer halló un breve respiro.
— ¡Bienvenida a la posada, viajera! ¿En qué puedo servirte hoy? —dijo el posadero al verla entrar.
— Necesito una habitación tranquila para mí y la pequeña. Y, por favor, algo de comida para ambas.
— Claro, tenemos habitaciones cómodas y buena comida. ¿Te quedarás por un tiempo o solo de paso? —preguntó amablemente.
— Estamos de paso, pero necesitamos un descanso antes de continuar nuestro camino —respondió con una sonrisa.
— Entendido. Prepararé todo lo necesario. ¿Hay algo más que pueda hacer por ti?
— Solo buscamos un refugio por la noche y algo de comida. Agradeceremos tu discreción —le dijo.
— Puedes estar tranquila. Descansa, aquí encontrarás seguridad para ti y la pequeña.
En la habitación, cuidó las heridas y aseguró el confort de la niña. Reflexionó sabiendo que el camino sería peligroso, pero estaba decidida a superar cualquier obstáculo.
Mientras se acurruca en la cama, su mente se llena de imágenes del hogar destruido. La determinación arde en su interior; la vida de la pequeña depende de ella. En su sueño, vislumbra un futuro de paz, lejos del caos que los persigue.
Decidida a enfrentar los desafíos con valentía, sabe que no está sola en esta lucha. Otros como ella luchan por un mañana más esperanzador. Mientras la pequeña duerme a su lado, le promete un futuro seguro y lleno de oportunidades.
Al amanecer, la soldado se levantó con determinación, lista para partir sin demora. Después de alimentar a Taỳr (el nuevo nombre de la pequeña), se cubrió con la capucha, bajó las escaleras y salió.