—¡¿Quéééé?! A ver si entendí, ¿me estás proponiendo que contrate a un trabajador sexual para que me ayude con mi trauma?
Ideas que solo se les ocurren a mi mejor amiga. Este era su plan, contratar a un taxiboy para que me ayude con mi problema, excelente.
—¡SÍ! ¿No te parece una idea fenomenal?
Fenomenal mi culo.
—Estás completamente loca Sarah, por supuesto que no voy a acceder a eso.
—Piensa en lo mucho que mejoraría tu vida si esto llegara a funcionar.
—¡NO! Además, ¿dónde se supone que voy a conseguir un taxiboy, prostituto o como le quieras llamar?
Sarah tomó su teléfono y lo agitó en frente de mi cara, dándome a entender que esa era su herramienta para conseguir al trabajador sexual.
Me mostró una página web de una empresa llamada “BOYS”, me explicó que esta compañía que se dedica a ofrecer este tipo de servicios. Además, tienen un amplio catálogo de chicos para que el cliente escoja a su gusto.
Luego de ver algunos perfiles, la idea de Sarah, dejó de parecerme absurda, joder, los chicos son realmente guapos, además, no pierdo nada con intentar, ¿verdad?
—Puedes escoger el que más te guste —me comentó Sarah mientras seguía deslizando su dedo por la pantalla de su celular, permitiéndome apreciar los múltiples perfiles disponibles.
—Detente —le ordené a mi amiga—, este, quiero este.
Vi el perfil de un chico que acaparó toda mi atención de forma inmediata. Jamás había visto a un hombre tan atractivo en toda mi vida; solo espero que esto sea real y no obra del Photoshop.
—¡Vaya! Eres bastante rápido, considerando que estabas en desacuerdo conmigo.
—Cállate, ahora, ¿cómo me aseguro de que no es falso?
Se me dificulta creer que sea real, es un ser tan perfecto, su belleza física no puede compararse, su perfil opaca a todos los demás.
[Nombre: Steve Moore.
Edad: 26 años.
Estatura: 1.85
Pasatiempos: Gym, leer, tocar el piano.
Ciudad: Los Ángeles].
—Podemos solicitar una sesión y así confirmas, pero ¿viste cuánto mide?
—Sí, ¿qué tiene que ver?
—¿No es demasiado grande para ti? —cuestionó Sarah mientras recorría mi cuerpo con su mirada.
«¿Qué tengo? Tampoco soy tan pequeño».
—No seas exagerada, mido 1.70, no es como que haya mucha diferencia.
—Si tú lo dices. Bueno, ¿hago clic en solicitar sesión o no?
—Hazlo.
Antes de que Sarah pudiera hacer clic, la detuve sosteniéndola de la muñeca: —Espera, ¿cuál es su tarifa?
Necesito saber cuánto gastaré en este experimento.
—Hmm… a ver, aquí dice que…, mil dólares por cada sesión de dos horas.
—¡Mil dólares! ¡¿Por dos horas?! ¡Eso es mucho dinero!
¿Tanto dinero por una sesión de sexo? ¡Y solo son dos horas! ¡Es casi medio mes de trabajo!
—Tienes gustos caros —se burló mi amiga.
—No puedo pagar eso, es una locura.
Así pasamos la mayor parte de la noche, yo negándose a pagar tanto dinero por una sesión de dos horas y Sarah intentando convencerme. Hasta que finalmente accedí, pero con una condición: Si no funciona la primera vez, daremos por descartada la idea de Sarah, y además, ella tendrá que reponerme los mil dólares.
Aunque no estaba segura de que su idea fuera a dar frutos, Sarah quiso creer que funcionaría, así que, aceptó mis condiciones.
Al hacer clic, nos pedían cierto tipos de datos, cosas así como el nombre, edad, dirección, una foto de mi rostro, etc. Habiendo colocado toda la información, solo faltaba hacer clic en enviar.
“Este perfil no acepta sesiones con personas que estén dentro una relación. ¿Confirma ser soltero?”
Soy soltero, así que no dudamos en dar clic en “confirmar”.
“Este perfil no accede a tomar el rol de pasivo. ¿Está de acuerdo?”
Sarah se volteó para mirarme.
—Solo haz clic en aceptar.
La verdad es que no tengo problemas con aceptar cualquier rol. Solo quiero poder tener una vida sexual activa como otras personas.
Luego, nos apareció una pantalla con los horarios disponibles.
—¿Mañana a las 3:00p.m. está bien? —preguntó Sarah.
—¿Tan pronto?
—Mientras más rápido puedas salir de dudas, mejor. Además, no tienes trabajo mañana, es un buen día, ¿no?
—Hazlo.
“El perfil revisará su solicitud detenidamente. Recibirá una notificación donde se confirme o rechace su solicitud”.
—¿Qué? ¿Eso significa que va a ver mi desagradable rostro? No, es que ya estoy viendo la notificación de “solicitud rechazada”, además, ¿por qué tanto protocolo?
—Cálmate Charlie, espérate a ver su respuesta.
—Por Dios Sarah, es obvio que la va a rechazar, mírame, ¿crees que estoy dentro de sus estándares?
—A ver, en primer lugar, no le veo nada de malo a tu físico, no sé por qué siempre tienes que despreciarte de esa forma, y en segundo lugar, él es un trabajador sexual, no creo que ande buscando estándares, conque le pagues, yo creo que está bien.
Al día siguiente, el reloj marcaba las diez de la mañana, cuando escuché una notificación de mensajería, era Sarah, me había mandado un mensaje con la frase: “Te lo dije”. Con una captura de pantalla adjunta, en la que se podía apreciar que ese chico, Steve Moore, aceptó la solicitud para una sesión ese día a las tres de la tarde. Y en donde informaba que el pago se lo daría personalmente después de terminada la sesión.
La parte del pago de alguna manera hizo que me sintiera más confiado. Menos probabilidades de que sea una estafa.
Aunque, por otro lado, saber que aceptó mi solicitud, en lugar de ponerme feliz, me llenó de ansiedad. Esto significaba que en menos de cinco horas, ese chico estaría en mi departamento, ¿qué debo hacer? ¿Qué debo ponerme? ¿Debería ponerme a limpiar el lugar? Me estaba sintiendo frustrado con tantas interrogantes invadiendo mi cabeza.
Opté por ponerme a organizar el lugar, me tomó más tiempo de lo previsto, cuando terminé de arreglar todo ya solo faltaban dos horas, no me daba tiempo ni siquiera para preparar algo de comida, pero a eso no le di tanta importancia, ya que, debido a la ansiedad y los nervios, no tenía apetito.
Fui hasta mi habitación y comencé a rebuscar en mi ropero para ver qué podía ponerme, pero mis vestimentas eran tan monótonas, no tenía demasiadas opciones de las cuales elegir, todo se reduce a camisetas grandes y jeans, mi única opción.
Entre Sarah y yo, acordamos que ella estaría en el estacionamiento cuando el chico llegara, para asegurarse de que realmente era la persona del catálogo y no una estafa, luego de eso se iría, pero se mantendría cerca por si algo iba mal.
Faltan diez minutos para las tres, y a mí se me hace imposible mantener la calma, estoy moviéndome de un lado para otro y observando por mi ventana cada cinco segundos.
Faltando unos cinco minutos, me percaté de la llegada de un Ferrari negro, me quedé pasmado, ¿ese es el tal Steve Moore?
Su auto es tan un lujoso, no parece de alguien que se dedica a ofrecer este tipo de servicios; en su lugar, parece ser de un empresario adinerado. Aunque considerando lo que cobra por cada sesión, tiene mucho sentido.
Seguí mirándolo, vi cómo del carro salía un hombre exageradamente hermoso, traía unas gafas, se las quitó y las dejó dentro del coche, luego sacó lo que parecía ser un maletín, miró hacia arriba y en ese momento, confirmé que se trataba del mismo hombre del catálogo.
«Con razón su tarifa es tan alta».
«¿Qué pensará cuando me vea?»
«¿Se arrepentirá de haber aceptado mi solicitud?»
«Soy tan básico».
Los pensamientos dejaron de correr por mi cabeza cuando escuché que alguien estaba tocando mi puerta. Sabía de quién se trataba, así que reuní la poca valentía que tenía en ese momento, respiré profundo y fui a abrir.
Cuando abrí la puerta, mi corazón casi se detiene, este hombre en persona es todavía más perfecto que en las fotos. Sarah tenía razón, es demasiado grande, tengo que inclinar un poco mi rostro para poder apreciar el suyo.
Tiene unos ojos cafés profundos que pueden hacer que tu corazón vaya más rápido cuando se posan sobre ti; pelo castañoy abundante, piel clara, nariz perfilada, barbilla cuadrada…, parece un personaje sacado de un libro.
Creo que me perdí en él mientras lo examinaba, tanto que, no me di cuenta de que él también tenía su mirada clavada en mi físico, como si me estuviera analizando de pies a cabeza, sin decir nada, solo observándome, como si se le dificultara creer lo que ve; imagino que debe estar pensando en lo imperfecto que soy. Que vergüenza.
—¿Charlie Clark? —pronunció el hombre finalmente—. Su voz es tan grave y a la vez tan armoniosa, que puede estremecer a cualquiera. —Soy Steve Moore.
[ESCENA EXTRA]
Apenas son las ocho de la mañana. En alguna cafetería de los ángeles, hay un chico sentado en solitario en una mesa. Su cuerpo está en ese lugar tomando una bebida, pero su mente parece andar vagando por otro lado. Además, su rostro luce cansado, no parece haber dormido bien en los últimos días.
Pasados unos minutos, llegó otro chico y se le unió, interrumpiendo cualquier cosa que estuviera pasando por su cabeza.
—Hey —saludó el que acabó de llegar.
—Carlos.
—¿Has revisado tu teléfono?
—No.
—Charlotte anda buscándote, me tiene el teléfono repleto de mensajes preguntando por ti. Supuse que te encontraría aquí.
—¿Qué quiere?
—Dijo que tienes muchas solicitudes y necesita que las revises para que las aceptes o las rechaces, así las personas a las que rechaces pueden buscar otras opciones.
Tras escuchar eso, el chico sacó el teléfono de su bolsillo.
—Olvidé encenderlo en la mañana.
Luego de haber encendido su teléfono, revisó su perfil, tenía toda la intención de rechazar todas las solicitudes, pues no parece tener muchas ganas de hacer algo este día.
Pero, en el proceso se topó con un solicitante que no pudo rechazar, había guardado la imagen de su rostro en su cabeza durante todos estos días y ahora le había enviado una solicitud.
No lo podía creer, la expresión desinteresada de su rostro pasó a emocionada de un segundo a otro.
La solicitud de esa persona fue la única que aceptó de las tantas que tenía.
—¿Todo bien? —preguntó Carlos.
—Tengo que irme, en unas horas tengo una cita y necesito comprar algunas cosas.