Mason
Marie si vino al parque para jugar con Stella y mi hija se ve muy feliz de que ella esté aquí pasando tiempo con ella. Me encanta ver a mi pequeña feliz, y si ella es feliz llamando mamá a Marie puedo aceptarlo. Josephin estaría feliz de saber que alguien es capaz de amar a nuestra hija tanto como nosotros lo hacemos. Y sé que el padre de Marie adora a mi hija como su propia nieta como no hacen los abuelos de Stella, que es casi más triste que el hecho de que mi hija no tenga a su madre.
Bien, Josephin no está pero se murió amando con locura a nuestra hija, sus abuelos maternos aún siguen con vida y no hacen más que acusar a nuestra hija como la responsable de la muerte de su propia madre cuando era a penas una niña pequeña. Tienes que estar muy mal para acusar a tu nieta de a penas tres años de la muerte de su hija. Josephin decidió dar a luz primero a Stella y tratarse después.
— ¡Papá! – grita con emoción Stella. – Marie dice que si a la cena.
— Yo tenía que ser quien lo preguntase. – río.
— Si llegas a preguntarme tú, hubiese dicho que no. – me saca la lengua. – Por cierto, los bombones estaban deliciosos.
— Los elegí yo con papá, fui con él al supermercado.
A veces creo que Stella elegirá a Marie sobre mí, otras veo como me demuestra su amor y sé que soy el número uno en la vida de mi hija aunque eso puede cambiar en algún momento mientras crezca y conozca personas. No quiero que le hagan daño, pero sé que hay cosas inevitables de las que jamás podré protegerla. Pero mientras pueda protegerla siendo una niña lo haré.
— ¿Entonces cuándo vendrás a por mí?
— Te parece bien sobre las siete y media.
— Si, no tengo nada que hacer para esa hora. – me sonríe, una sonrisa sincera.
Sé que de alguna forma Marie me entiende, sabe que mi reacción fue por miedo y no porque realmente piense lo que dije pero no por eso me va a perdonar rápido. Me va a hacer que me arrastre un poco. Me hubiese gustado que aceptase las flores ayer pero no, ella va a hacer las cosas a su manera. De todas formas para esta noche también llevaré flores. No voy a desistir de ese regalo.
— ¿Tengo que arreglarme o puedo ir con vaqueros?
— Vaqueros no, Marie. – se ríe mi hija. – Es la cena de disculpa.
— Le haré caso a tu hija. – le besa la mejilla a Stella.
— Marie, ¿tu tienes un bebé? Escuché a la tía Aura y a la abuela hablar. – veo como se tensa pero intenta relajarme.
— Tenía un hijo, Nathaniel, está en el cielo con tu mamá.
— ¿Qué le pasó?
— Murió cuando tenía tres años. – veo como sus ojos se aguan.
— Stella, ¿por qué no hablamos de algo más bonito? Por ejemplo de tu baile de fin de curso.
— ¡Es verdad! – Marie me sonríe por sacarla del apuro en que mi hija la ha metido.
— ¿Vendrás? Vamos a bailar todo mi curso.
— Por supuesto que iré junto a tu tía Aura.
— Y su novio. – mi hija es bastante avispada. – ¿Sabes quien quiero que venga? La tita Hillen, solo la veo en Navidad y por teléfono.
Hillen es la hija adoptiva de los padres de Aura y su hermana mayor. Aura la quiere mucho, no creo que tanto como a Marie pero se tratan como si fuesen hermanas biológicas, incluso se pelean de vez en cuando y es adorable verlo. Los abuelos maternos de Aura también la ven como una nieta puesto que solo tienen dos nietas, a veces incluso yo soy uno de sus nietos por como me tratan los padres de mi amiga.
Desde que los conozco siempre he pensado, que a diferencia de mi madre, los Trumman merecían más hijo de los que la vida les dio, tienen tanto amor para dar. Son unos padres tan presentes y que siempre intentan entender a quienes les rodean. Son como unos padres para mí y para Andrew y ellos, de verdad, merecen toda la felicidad que la vida pueda darles. No merecían lo que le ocurrió a Aura. Mario y Renatta si lo merecían.
— ¿Cómo está Aura con la boda de Renatta y Mario?
— Sinceramente mejor de lo que yo creía, pensé que estaría mucho más nerviosa pero parece que al fin está pasando página.
— Al menos alguno bueno está pasando, me alegra que ya no le afecten tanto.
— Creo que tiene que ver con el apoyo que le está dando Asher.
— Yo también lo creo. – sonrío.
— Debo irme, nos vemos esta tarde.
Los padres de Aura me han hecho el enorme favor de quedarse con Stella esta noche, no quiero despertarla cuando venga de la cena así que mañana pasaré a por ella. Tampoco me ha costado pedirles que se la queden. La madre de Aura adora pasar tiempo con mi hija, con su nieta. No sé porque me cuesta menos asimilar que Stella llame abuela a la madre de Aura, que el que llame a Marie mamá.
Me seco las manos un poco sudorosas por los nervios antes de tocar el timbre del piso de Marie. Ella me contesta que baja en cinco minutos y yo la espero en la puerta.
Cuando aparece tengo que obligarme a mantener la boca cerrada, porque si de normal Marie ya es una de las mujeres más guapas que he tenido el honor de conocer, hoy está hermosa, maravillosa, preciosa. No sé cuantos calificativos más puedo darle, pero todos aquellos que sean sinónimos de hermosa y se quedan cortos a como se ve.
Lleva un precioso vestido de color café y unas botas de color negro hasta la rodilla. Su cabello está tan rebelde como siempre. Me encanta. Ella es más de lo que alguna vez mereceré pero ya que la vida me está dando la oportunidad de tenerla y hacer las cosas bien, no pienso desaprovecharla.
— ¿Me veo bien?
— Demasiado bien. – me sonríe antes de estirar las manos para que le dé el ramo de rosas y lavanda que llevo, sé que son sus favoritas.
— Gracias por las flores.
Al subir al coche permanecemos en silencio, ella no parece tan molesta por mi presencia y eso logra calmar un poco más mis nervios. No habla, pero era algo que esperaba, Marie tampoco es de las personas más habladoras que conozca.