Te amo ( versiones )

CAP 7 ( ya verás )

( Alaia pov ❤️ )

Después que me respondió no hice nada más que sonrojarme hasta que dijo.

— A ti fruta deliciosa — termina de decir tomando una de las fresas que antes yo estaba comiendo, en serio me sonroje por nada. Aúnque no puedo negar que son deliciosas.

— Oh, si son muy deliciosas, y siempre están frescas. — digo volviendo a mirar el menú para pedir mi almuerzo.

— Si son muy deliciosas — dice parándose del asiento, y lo siento detrás de mi, retira mi cabello a un lado, ¿Qué pretende? — igual que tú — susurra en mi oído y Dios mío mi piel está erizada, solo puedo cerrar mis ojos y no articular ni una palabra.

Hasta que Escucho alguien toser, falsamente. E interrumpe el momento.

— Siento interrumpir, ¿Ya sabe que ordenará señorita? — dice el mesero. Y Alan vuelve a su anterior lugar.

— Si, y no te preocupes no interrumpes nada, quiero una ensalada, dos emparedados dietético, y jugo de naranja por favor.— digo.

— Bien y ¿Usted señor García?.— yo escuché mal o le dijo señor a Alan.

— Si trae lo mismo que ella, pero con dos filetes asados por favor — dice y el chico anota está por retirarse cuando Alan dice — y otra cosa no me diga señor, mira que de seguro tenemos la misma edad.— termina diciendo y el chico se va.

— En serio "no me diga señor"— digo imitando su voz.

— Admite que no soy señor, por Dios Alaia te llevo 3 años. Te gustaría que te llamen señora con 26 — dice.

— Claro que no, ni aún yo casada — digo y me tapo la boca rápido, al escuchar lo que dije.

— Así que piensas en casarte, interesante.— dice viéndome .

— Si, no me quedaré toda la vida sola, además no toda la vida trabajaré en la empresa.— digo tomando una de las tres fresas que aún quedan y la como.

— No estás sola, además, no puedes irte de la empresa — dice aún mirándome fijamente.

— Aja, a ver ¿Por qué? — digo intrigada por su respuesta.

— Pues no estas sola, tienes a mina, a Sofi, mi padre, La abuela, Ana, mi hermana Asia, zair, hasta al ocupado Aran.— dice nombrando a cada persona que me rodea o conoce.

—Si lo se, pero no es lo mismo, tu propia familia, sabes solo tenía a mi madre y mi padre falleció — digo mirando su cara.— por eso trato de trabajar y tener mis propios planes hechos, así no depender de nadie, y más cuando deje la empresa.

— Sigues con eso, no puedes dejar la empresa.— dice muy seguro.

— Y según tu ¿por qué? — respondo, viéndolo aún a los ojos.

— Porque eres mi secretaria y al menos que yo te despida te irías, eres mía por un buen tiempo.— dice sin quitar la mirada, no se en que momento esto se convirtió en una guerra de miradas.

— Bueno, ya que dices que no puedo dejar la empresa, al menos no seguiré, sola — digo.

— No, claro que no.— dice muy confiado.

— No lo estaría, ya que al menos me casaría — digo haciendo una gran sonrisa y aún viendo sus ojos.

— Oh, claro, conmigo — dice tomando una fresa y comiendo con un semblante triunfador, Y yo debo de estar igual de roja que esas fresas.

— Aquí está su orden, disfruten — dice el chico acomodando la mesa. Y cuando termina se retira.

Ninguno dijo nada después de lo último, y es que apenas puedo comer, como puede decir cosas como esas, acaso quiere, matarme de un infarto se que aún no sabe mis sentimientos, hacia el y espero que siga así, y si se que ya estuve con él y no de la manera correcta pero, para mí si lo fue, fue la mejor noche de mi vida, y se que tal vez para el solo fui una más aunque, suene duro, pero para mí solo ha sido y siempre será él, se que el no se fijaría en mi, y no estaremos, juntos que de seguro por eso vino, aquí hablar sobre esa noche, pero no soy de esas mujeres que aman y no se sienten feliz por ver a quien dicen amar con otras que no son ella, mi madre me enseñó, que cuando se ama lo suficiente, hay que saber, que cuando ese amor no esté para ti y este para otro, ser feliz, porque eso eso es ser valiente y saber amar.

— ¿Por qué tan pensativa? No me digas que estás pensando en esa noche — dice con una mirada coqueta el que se encuentra ahora, enfrente de mi.

— Créeme que tengo cosas más importantes, que pensar — digo con una mirada retadora y por Dios de dónde estoy sacando carácter. creo que ser vecina de Mina no me está ayudando mucho.

— Si tú lo dices — dice guiñando un ojo y por Dios, como es que estoy haciendo para no caer en esos encantos.

— Creo que ya es hora de volver al trabajo — digo llamando al chico, con una mano para que traiga la cuenta.

— Porqué tan rápido, por Dios Alaia vas a seguir hullendo de mi — dice mirándome muy penetrante.

— No estoy hullendo, es hora de mi trabajo y a eso voy — digo tomando mi bolso y sacando mi monedero, para pagar. El solo se queda viendo.

— Aquí está la cuenta — dice el chico entregando la cuenta. Paso la tarjeta.

— Los dos dos, por favor — digo señalando, a mi jefe y a mi. Y antes de que el susodicho reproche algo se va.

— ¿Por qué hiciste eso? — dice ¿Enojado? No lo sé.

— ¿Qué? Pagar la cuenta. No me digas que eres de esos que no acepta que una mujer lo haga — digo retandolo Dios desde cuándo tan valiente Alaia. Solo me mira como pensando que decir.

— Alaia — dice en un susurro.

— Así me llamo — digo y esbozo una sonrisa. Y el me mira observandome — mejor volvamos a la empresa.

— Por Dios Alaia, yo soy tu jefe y estoy aquí — dice retandome.

— Aquí está su tarjeta, esperamos que le halla gustado el almuerzo — dice el chico asiento y se va.

— Este chico, como que le encanta interrumpir — dice mirando por dónde se fue el chico.

— Tal vez — digo sonriendo, se porque lo hace. — mejor vamonos.

— Alaia, si no está tu jefe ¿Cómo trabajaras? — dice mirándome seductor.

— ¿Entonces dices que estoy libre? — no le saldrá el plan.

— Por ahora sí — dice sonriente donde se marca su holluelo en la mejilla derecha.



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Editado: 04.07.2024

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