La semana pasó rápido, con mis amigas y Lucas tuvimos muchos trabajos por entregar, por lo que nos mantuvimos muy ocupados.
Mañana subiremos al cerro la campana, no estoy acostumbrada a realizar actividad física tan intensa, pero Scott fue tan convincente cuando nos habló de la hermosa vista que se aprecia desde la cima que todos nos motivamos por llevar a cabo el acenso.
— ¿Cómo lo haremos mañana?—pregunta Scott mientras se prepara una cucharada de comida. —Tenemos que salir antes del amanecer. — termina de decir para luego echarse la cucharada a la boca.
— ¿A qué hora específicamente?—le pregunta su novia y luego toma un sorbo de su jugo.
— A las 7am tenemos que llegar aproximadamente a las 8 am, para que a las 8:30 estemos ascendiendo.
— ¿Cuánto nos demoraremos en auto?—pregunta Lucas.
—No podemos ir en auto, los pies tienen que descansar después de 7 horas aproximadas de caminata. Podemos tener un accidente. — explica Scott.
—Tengo buena condición física. — contesta Lucas indiferente.
—No lo dudo, pero no me arriesgo, prefiero ir en metro y luego en bus.
—No seas testarudo, Lucas— comienzo a hablar—Scott sabe, tenemos que intentar seguir las reglas.
—Ok— responde con un ligero fastidio, luego de unos minutos, donde todos conversábamos, Lucas me susurra al oído—podrías quedarte conmigo, así salimos juntos en la mañana.
—Oye— dice enojada Kathe, al parecer escuchó—devuélveme a mi amiga, te la has llevado a tu casa todos los días.
Siento como mis mejillas se encienden.
—No exageres, solo fueron dos días—le digo a mi amiga, un tanto avergonzada, creo que tiene razón.
—Hoy te quedas en casa y punto— dice divertida, pero sé que me habla en serio. — sabes que no me gusta estar sola.
Mi amiga me dice algo que obviamente sé, ella siente miedo de estar sola, el silencio de la casa, no tener con quien hablar, o el simple hecho de quedarse sola hasta envejecer.
—Entonces se me ocurre otra idea, me quedo con Grace en su casa ¿Qué dices? —le pregunta Lucas a mi amiga y luego forma una amplia sonrisa.
—Prefiero eso— dice mi amiga suspirando.
—Pero tendrá que quedarse Diego también— Lucas levanta los hombros con indiferencia — es una lástima, porque no hay más camas, solo la tuya— habla dirigiéndose a mi amiga.
—Puede dormir en el sofá— contesta mi amiga desafiante.
Miro a Kathe con cara de desaprobación. Lucas sonríe divertido, claramente se da cuenta de algo.
—Eres una mala anfitriona, harás que mi amigo duerma todo incómodo en un duro y frío sofá.
—Si te parece mejor yo duermo con Grace y tú con Diego en mi cama—mi amiga sonríe mientras a Lucas se le deforma la cara.
—Creo que el sillón es perfecto para Diego ¿no Grace?— pregunta acercándose para darme un beso.
— Es perfecto— respondo feliz por su cercanía, además estos días que no he ido a dormir a la casa de su tía lo he extrañado, mucho.
— ¿Te quedas conmigo hoy?— pregunta disimuladamente Scott a Fefa, pero todos los escuchamos.
—Claro que sí—responde coqueta mi amiga.
—Escuchen tortolos, no pueden quedarse dormidos, tienen que levantarse temprano— dice mi amiga, Kathe.
—No haremos nada, lo juro—dice Fefa levantando una mano, pero la conozco demasiado, que sé, que la que mano que no se ve esta con los dedos cruzados.
(…)
Lucas y Diego llegarían en unos minutos, decidimos que sería bueno ver una película los cuatro y comer algo, luego de eso prepararemos las mochilas, para el día de mañana.
Los chicos llegaron y trajeron consigo pizza y helado. Nos sentamos en silencio a ver la película El Renacido.
—Ya, aquí veremos porque Leonardo por fin ganó el óscar. — dice Diego antes que la película comenzara.
—Veremos qué tan bueno es— dice Lucas apoyando a su amigo.
—No sean celosos, desde Titanic que se merecía ganar. — les digo para pelear con ellos.
—Por favor, hacerte el ahogado es fácil—dice Diego.
—Shhh silencio, ya empezó. —interrumpe mi amiga para callarlos, lo cual funciona perfectamente.
Luego de ver la película y comer pizza limpiamos lo que habíamos ensuciado.
—Diego, te quedarás en ese sillón—le digo mientras apunto detrás de él.
— ¿No puedo dormir contigo?— dice y sonríe.
—Deja de ligar con mi chica— aparece Lucas y me agarra de la cintura.
—No es tu chica —levanta las cejas. — todavía puede enamorarse de mí.
—Eso no pasará, ni siquiera te gustan las chicas.
—Tú no sabes Lucas, te dije que puede que esté cambiando de idea.
—Da igual, no te molestaré más, es tu vida, ya no me importa.
— ¿Gracias?