Llegamos a la casa de mi antigua mejor amiga, la recordaba perfectamente, aunque han pasado sólo dos años, la casa sigue exactamente igual.
Con Ignacio estábamos esperando a Maritza en la sala de la casa, la madre de ella siempre ha sido muy simpática y le alegró mucho vernos.
—No hablaré con ustedes— volteamos a ver de quien era la antipática voz, la que fue mi amiga estaba ahí, con nosotros.
—Hola, Maritza, necesitamos aclarar las cosas, por favor — comienza a hablar Ignacio.
—No hay nada que aclarar— dice Maritza mientras se cruza de brazos.
—Le mentiste, ella no me cree, necesito que confíe en mí, por favor, si aún te queda algo de cariño por nosotros — Ignacio habla y nos apunta a los tres en forma de circulo— di la verdad, cuéntale la verdad.
Maritza inspira hondo y asiente no muy convencida, salimos al patio trasero y nos sentamos en unas bancas que allí estaban acomodadas.
—Siempre estuve enamorada de ti— comienza Maritza dirigiéndose a Ignacio — pero no me di cuenta hasta que Grace se fue a estudiar a otra ciudad. Me dolía verte triste, me dolía que sufrieras por su amor de distancia, pero más me dolía cuando ella venía a visitarte y lograba hacerte feliz en tan sólo segundos, lo que nunca pude conseguir, te amaba, y estaba segura que habías comenzado a sentir algo por mí, por eso te besé, pero al parecer las cosas no sucedían como yo creía...— fue interrumpida.
—Creer algo no significa que así sea — habla Ignacio y luego hace una señal para que continúe.
— Te odié— Maritza me mira — porque el chico que había cuidado todo ese tiempo seguía enamorado de ti, por eso te mentí, sabía que ibas a terminar con él, en mi egoísmo pensé que Ignacio correría a mis brazos por apoyo nuevamente, pero no sucedió, se enojó por lo que hice, se enojó porque tuve la culpa de que perdiera a la persona que más quería en el mundo. Grace, perdón por no hablar antes, pero sentía vergüenza, tú eras como mi hermana y no me importó hacerte daño, lo siento mucho de verdad.
Sus palabras duelen, pero no puedo evitar pensar en Kathe, antes pensaba que un chico pudiera enamorarla para yo poder tener el camino libre con el chico que gustaba de Kathe.
Si no fuera porque Lucas y mis amigas ya habían maquinado un plan, la historia hubiese sido distinta, quizás mi amiga estaría sufriendo, el egoísmo te ciega completamente, la mayoría de las personas piensan sólo en su beneficio y eso no está mal, pero el egoísmo es bueno en pequeñas dosis, siempre que no se involucre a las otras personas, sobre todo a las que quieres.
—Es tiempo de avanzar — le digo a ambos— disculpas aceptadas, me alegra verte, espero que seas muy feliz y quizás nos veremos algún día.
Dichas esas palabras salgo de la casa de Maritza, no tengo nada que hacer ahí.
— ¿Me crees ahora?— dice Ignacio cuando llega hasta donde estoy.
—Perdón por no creerte las miles de veces que te explicaste, creo que debí confiar más en lo que teníamos. — siento mucha pena por la situación.
—Está bien, se supone que ella era nuestra mejor amiga, no debía hacernos daño—intento sonreír.
—Si no te importa me gustaría ir a casa.
—Grace, por favor, déjame pasar un día contigo.
Respiro hondo
— Igna...
—Solo unas horas ¿bueno?— pone una sonrisa amplia formando unos hoyuelos.
—Solo un momento— corrijo.
—Eres increíble — se acerca hasta mí y toma mi mano, la cual es retirada inmediatamente, el me mira con una cara de disculpa.
(…)
Luego de desayunar fuimos a caminar por una plaza que estaba no muy lejos.
— ¿Cómo está tu madre?— pregunto amablemente.
—Bien —hace un intento de sonreír.
— ¿Todo está bien?— pregunto preocupada.
—Contigo aquí, todo está perfecto.
—Sentémonos— tomo la mano de Ignacio y lo obligó a sentarse— cuéntame.
—No quiero, no quiero que pienses que por eso te busqué.
—Entonces ¿por qué me buscaste?— pregunto incrédula.
—Necesitaba aclarar las cosas, antes de que fuera tarde, no quería que te quedaras con una mala imagen mía. — intenta explicarse.
—Solo cuéntame— hablo bajito, Ignacio toma aire y abre la boca, luego la cierra, hasta que se decide.
—Sé que es difícil de creer, pero lo intentaré— Toma aire una vez más— me voy a morir, Grace— me quedo callada esperando a que me dijera que era una broma pero no lo hace — tengo un cáncer avanzado, los doctores no me dan más de dos años, por eso te busqué ahora, necesitaba que supieras la verdad.
—Yo no sé qué decir— es lo único que he logrado articular.
—Con que me creyeras es suficiente, no te imaginas lo feliz que me hace saber qué las cosas por fin se saben. — me sonríe.