Te Conocí Cuando No Eras Nadie

4: «A Reaccionado A Tu Historia»

(Sue)

El viernes llegó más rápido de lo que esperé y estaba sumamente agradecida por eso. 

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había sentido el placer de llegar al fin de semana. Dos días y medio para poder dormir. Lo necesitaba. 

Pasé toda la semana intentando acostumbrarme a el hecho de levantarme temprano y estar obliga a ir a un lugar que no me agradaba, para "poder ser alguien en la vida", además de, claro, soportar a todos los que estaban allí, en especial a Hans. 

Con Nick era un caso distinto. Resultó ser un chico muy agradable y divertido, con el que podías llevar a cabo conversaciones, tanto serias como divertidas. Era raro. En tan solo cuatro días, había logrado sentirme completamente cómoda con él. Como si lo conociera hace mucho tiempo y fuéramos lo mejores amigos de toda la vida. 

Y eso no era algo normal en mí. 

Siempre he sido una persona que desconfía de todo el que se le acerque, pero con Nick... simplemente era diferente.

—¿Tienes planes para el fin de semana? —preguntó Nick sentado a mi lado. Era nuestra última clase del día y solo quedaban 10 minutos para que sonara el timbre, así que hacíamos mucho. Me giré hacia él, apoyando mi espalda en la pared y me encogí de hombros.

—Hoy iré a casa de mi mejor amigo a ver una película y supongo que el resto del fin de semana los pasaré en casa leyendo o durmiendo —él sonrió divertidamente—. ¿Y tú?

—Mmm... no lo sé. Tengo tantos amigos aquí y todos me han invitado a salir, que no me decido a donde ir —respondió con un tono sarcástico que me hizo reír.

—Si quieres podemos salir el sábado en la tarde —él me observó con los ojos entrecerrados como si estuviese analizando y yo lo imité divertida—. ¿Por qué me miras así? Es deprimente que te quedes encerrado todo el fin de semana.

—Tú lo haces.

—Sí, pero porque así lo quiero —me defendí—. Tú te quedaras en casa porque no tienes a nadie más que a mí. —una risa salió de sus labios y una onda de electricidad cruzo cada parte de mi ser—. Así que cambiaré mi panorama de fin de semana para salir contigo. Si quieres, claro.

—Pero que considerada, Sue. —sonrió—. Pero no es necesario... 

—¿Quieres o no? —lo interrumpí—. No me gusta salir y ahora estoy haciendo un gran esfuerzo por ti. Aunque si dices que no, tampoco me molestaría mucho.

—Está bien. —asintió lentamente—. Acepto por este gran sacrificio que harás. 

El timbre sonó y le sonrío, alegremente por su aceptación, antes de guardar mis cosas en mi mochila, para luego salir junto al chico nuevo. Al llegar a mi casillero, Nick se despidió de mí y yo me dedico a llevarme los libros que necesitaba para estudiar. Cuando lo cerré, me encontré con el chico que hacía que mi corazón se acelerara cada vez que estaba cerca de mí. Maldije mentalmente por sentirme así y obligué a las mariposas para que se quedaran quitas. 

Lo observé con una falsa sonrisa en el rostro, esperando que dijera algo, pero mi paciencia era muy frágil, así que, cómo no dijo nada me colgué la mochila al hombro y pasé por su lado para poder ir a casa. 

Claro que él quería que lo escuchara, porque no alcancé ni a dar dos pasos cuando me tomo del brazo, obligándome a girar y quedar frente a él. 

Fruncí el ceño al ver su agarre y liberé mi brazo para luego retroceder un poco. No me gustaba como mi cuerpo reaccionaba cuando estaba junto a él. Distancia por precaución. 

—¿Qué, Hans? Sabes que no tengo mucha paciencia y si vas a tardar mucho en lo que planeas decir, mejor me mandas un mensaje. —me crucé de brazos para observar como pasaba sus manos por su largo cabello negro, desordenándolo.

—¿Estás saliendo con ese chico? —preguntó y no pude evitar soltar una carcajada. ¿Salir con él? Vamos, solo lo conozco hace 4 días.

—Eso no es de tu incumbencia, así que, si eso es todo lo que tienes que decir, nos vemos, aunque realmente espero que no. —me giré para poder irme, pero el volvió a evitarlo—. Este jueguito tuyo ya me está cansando y estoy a dos segundos de golpear tu rostro. 

—¿Qué harás hoy? —observé fijamente sus oscuros ojos que tenían un pequeño brillo que los hacían ver más atractivos de lo que eran normalmente.

—Saldré con David. —dicho eso, su mano me soltó y yo logré irme al fin.

A Hans nunca le agrado David, ni viceversa. 

¿Por qué? Bueno... 

Antes de ser mi mejor amigos... David fue también mi novio. 

Sally me lo presentó, al tiempo de haber roto con Hans, y debo admitir que inmediatamente me sentí atraída hacia él, pero aún así no era algo tan fuerte como lo que sentía con Hans.

Comenzamos a salir y a conocernos, nos divertíamos mucho juntos, pero no duró mucho. Solo fueron dos meses. Terminamos porque a ambos nos llegaron rumores sobre que el otro lo estaba engañando (cosa que por mi parte era mentira) y cortamos nuestra relación. 

Despues de un tiempo, volvimos a hablar, y la verdad no recuerdo por qué. Solo lo hicimos. Me di cuenta de que me llevaba mucho mejor con él como amigos que siendo novios. Así que, sí. Mi ex se volvió mi mejor amigo. 

A Hans no le agradó David de inmediato, por... según Sally celos. Y a David no le agradó Hans por arrogante, pesado y por el daño que me hizo. Y ese odio entre ellos sigue hasta el día de hoy. 

El verano aún estaba presente, por lo que la tarde estaba muy calurosa. Sólo tardé 15 minutos en llegar a casa y fueron los quince minutos más infernales de mi vida. 

Como siempre, no había nadie más allí. 

Mamá estaba trabajando y... no existía nadie más. Mi padre se había marchado cuando yo tenía 4 años y nunca más supimos de él. Ahora no me interesaba nada con respecto a ese hombre. Mi madre había logrado sacarnos adelante con mucho esfuerzo y siempre se lo agradecí. Todo lo que hacía era para que ambas pudiésemos tener todo lo que siempre quisimos. Y aunque no pasara mucho en casa, agradecía lo que me entregaba y esperaba algún día poder devolverle todo.




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