Te Dare Dos Opciones

Cuando el pasado vuelve

CAPITULO IV

Al verlo siento como el impulso de salir corriendo recorre todo mi cuerpo. Como si hubiera sentido que lo observaba, voltea la cara y mi corazón se detiene un instante cuando lo veo directamente a los ojos. Toda duda de que sea él desaparece cuando el reconocimiento se distingue en su mirada, sin poder evitarlo mis piernas tiemblan mientras veo como deja de estar recostado en aquel árbol y empieza a caminar hacia mi. Lo único que quiero en este momento es que alguien venga y me saque de esta ilusión que mi mente esta creando, o que me despierten de este sueño o pesadilla, como se quiera llamar. Mientras pienso en todo eso, él cada vez esta mas cerca. Ya que nadie parece tener intenciones de acudir a mi rescate y despertarme me pellizco lo mas fuerte que puedo, no hace ningún efecto aparte de que posiblemente después me saldrá un moretón en el brazo, intento lo segundo que conozco restriego mis ojos con mis manos para que desaparezca. 

"-Por favor  desaparece, desaparece. Tienes que desaparecer.-" 

Unos pocos invitados se han fijado en el hombre atractivo que viste Armani, de seguro se deben preguntar quien es o quien lo invito. Si algo caracteriza a ciertas personas de la zona es su interés, un hombre tan bien vestido para ellos es como ver a un banco andante.  Él no presta atención a ninguno de los que ha tratado de cruzar palabra, su vista sigue fija en mi y su paso no pierde determinación. Veo como una señora de cabello oscuro, de unos cincuenta y tanto, empuja a su hija que debe ser uno o dos años menor que yo. La chica parece aterrada cuando por culpa de su madre tropieza con él, eso si lo detiene, y en contra de todo pronostico, aquel hombre no se pone a gritar como pensé que pasaría,  parece mas bien que habla de algo importante con ella. Miro a la madre de aquella mujer quien sonríe victoriosa, siento como ya la detesto por hacerle algo así, es obvio que solo la motivo el interés, aquella vieja lechuza parece percatarse de mi mirada porque sus ojos se encuentran con los míos en un segundo, a pesar de que ya no parece tan satisfecha sigue mirándome con insolencia. No recuerdo cual es su nombre, y tampoco me interesa saberlo, pero si se como es, mi madre la detestaba, se cuenta que por dinero es capas de venderle el alma al diablo, después de todo ya vendió a sus dos hijas mayores y a su hermano. Por estar pendiente de la lechuza no me doy cuenta de lo evidente, otros pueden verlo, incluso esta hablando con una chica, al verlo intercambiado palabras con alguien mas, tengo que reconocer que no es ningún producto de mi imaginación o una ilusión por culpa de una insolación extraña, porque no hay casi nada de sol. Debería aprovechar el incidente que ocasiono la lechuza para huir pero mis piernas no responden, es como si se hubieran clavado al piso. La conversación con aquella mujer termina, rápidamente se deshace de ella y su mirada vuelve a mi, esta vez mi corazón no se detiene, no, esta vez se acelera. Voy a morir, este es realmente mi fin. 

Acortando la distancia llega, a mi parecer, muy rápido delante de mi.  Su inconfundible fragancia cítrica hace bailar mis fosas nasales, y hago un esfuerzo que para mi es sobre humano para no respirar aquel característico olor a profundidad. Sin poder evitarlo miro al suelo, y contemplo mi zapato, es una forma de protegerme que adopte en el pasado y aunque suene increíble es lo mejor que tengo para no mirarlo. Es mi culpa por no traer mi celular, si tuviera un celular al menos podría fingir que me entro una llamada donde se me informa que la alpaca de un tío inexistente, se esta quemando, o cualquier cosa. Pero nooo, justo hoy deje el celular,  gracias a eso me estoy aguantando este olor que me hace temblar. 

— Hola Jessica — 

El sonido de su voz diciendo mi nombre hace estragos en mi corazón, no pensé volver a escucharlo nuevamente desde la ultima discusión que tuvimos hace años, donde intento manipularme para que volviéramos. En este momento siento que todo lo que aprendí estos años no ha servido para nada. ¿Como es posible que con solo decir mi nombre me haga sentir nuevamente como una tonta inmadura?  Es mas ¿Por que soy yo la que baja la cabeza? Yo trate de hacer las cosas bien, o de la mejor manera posible. A mi fue quien humillaron, puede que yo no sea mejor que nadie, incluso el puede ser mejor que yo, pero eso no tiene porque saberlo.

Levanto la cabeza y lo miro a los ojos con determinación 

— ¿Que haces aquí? — Mi pregunta suena mas fría de lo que pretendía. Mirarlo a los ojos me afecta mucho todavía, pero tengo que ser consciente de que ya no tengo veinte años, no puedo seguir comportándome como una puberta cada vez que me lo encuentre. Finjo que estoy fastidiada y miro hacia otro lado con aburrimiento para no tener que mirarlo. 

— Yo... La verdad... Bueno. Necesitaba verte Jess — 

Mis ojos se abren de la sorpresa y agradezco que estemos un poco alejados de la gente por que seria vergonzoso que todos escucharan el latido desenfrenado de mi corazón. Sus palabras están actuando como un torbellino dentro de mi y eso no me gusta, no me gusta nada. Se supone que no debería ser así, que  cuando volviera a verlo todo estaría superado, lamentablemente, mi corazón hace lo que quiere, para el mi cerebro solo esta cuando le conviene.  



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En el texto hay: amor. amistad.

Editado: 17.06.2019

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