Unos días después...
Estaba más que convencido que Violeta tenía problemas dentro de su mente.
Sí, fui a visitarla. Al principio se mostraba confundida pero decidió escucharme y después comenzó a gritar como si se encontrara perturbada.
No estuve demasiado tiempo acompañándola, el oficial que resguardaba su celda me pidió que saliera y la dejara sola.
Mientras caminaba a la salida escuchaba por parte de ella gritos con gran incoherencia.
Cosas como: «Nunca lo sabrán» «Ella merecía morir» «Solo hagan que salga de mi cabeza» y agregándole risas que lograban ponerme la piel de gallina.
Necesitaba mayor tiempo para investigar y organizar mis ideas para lograr llegar a un punto en el cual, lograría determinar las causas de su locura.
Y sobre lo que las señoritas me ocultaban, no había descubierto nada. Solo habían hecho algunas salidas misteriosas.
Pero no puedo hacer varias cosas a la vez, así que mientras hice las investigaciones de Violeta, no me envolví a fondo en el tema.
Cualquier otra persona en mi lugar hubiera optado por contratar a un detective. Pero esa persona no sería yo.
Yo no contrataba detectives pues quería ver con mis propios ojos los hechos.
Cualquier persona podría mentirme y yo en mi ignorancia le creería.
Cuando me encontraba conduciendo sobre la avenida principal, un grupo de adolescentes cruzó sin antes revisar si algún auto venía hacia ellos.
Pasaron a gran velocidad, solo uno de ellos no logró llegar al otro lado, pues con gran sorpresa su rostro impacto en el parabrisas del auto que estaba colocado a mi costado izquierdo que no alcanzó a pisar el freno a tiempo. Y seguido de esto podría decirse que salió disparado directo al pavimento.
Ambos conductores salimos de los autos para ir a ver cómo se encontraba aquel pequeño. Y fuimos seguidos por varios más.
Pensé que fue algo de bajo impacto, pero fue un error. Se encontraba tendido en el piso y un poco de sangre se asomaba de su labio y ceja. Diversos rasguños alojados en rostro y manos.
Aunque haya sido un accidente debía llamar a la policía. Y a los paramédicos.
Su grupo de amigos se acercó y comenzó a intentar hacer que reaccionara. Pero fue en vano.
Me acerqué a ellos y después de regañarlos por haber cruzado de esa manera, pedí que llamarán a sus padres. Y a los de la víctima.
—Dijeron que venían en seguida—una jovencita de rubios cabellos y verdes ojos con la que me encontraba hablando bajó su mirada apenada—. No pensamos que fuera a pasar algo así, señor. Solo estábamos jugando.
—Pues déjame decirte que eso no es algo con lo que deban jugar—me gire sobre mi eje, quedando de espaldas a ella—. Ahora está en juego la vida de tu amigo.
Solo logré escuchar un sollozo por parte de ella. Cuando la policía y los paramédicos llegaron al lugar subí a mi auto y me fuí. Yo no tenía nada que ver con lo ocurrido.
Al volver a mí apartamento la puerta se encontraba entre-abierta, y todo estaba oscuro y en silencio. Tenía una buena razón para preocuparme.
Editado: 08.05.2019