Te declaro culpable

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Con mucho cuidado abrí esa puerta, me aterraba el hecho de pensar que alguien entró en mi casa y buscó entre mis cosas.

Aunque extrañamente me ponía paranoico de la nada en esos días.

No fue nada, simplemente parecía que habían dejado la puerta abierta, porque dentro todo parecía normal.

Pero después me daría cuenta que mi casa fue registrada mientras no estaba presente.

Pasó el tiempo y podría decirse que mi vida volvía a la normalidad. Cada vez más se acercaba el día en el que se llevaría a cabo el juicio de Violeta Breslin.

Mi ex esposa hacía salidas misteriosas en las que no quería decirme a donde iba y mentía con que iría al salón de belleza, algo que desde la cuarta vez consecutiva me llamó la atención, ella pensaba que era una pérdida de dinero.

Mientras más tiempo pasaba, menos información recaudaba de Violeta Breslin.

En una ocasión conseguí poder ir a su colegio y entrevistar a varias personas que convivían con ella.

Sus compañeros decían que últimamente llegaba tarde a varias clases, que llegó a insultar a los profesores y esas cosas, un comportamiento inadecuado. Todos, o al menos la mayoría, estaban exaltados con lo ocurrido.

La señora Malambri estaba perturbada, cuando le mencioné lo que algunos compañeros dijeron respecto a la relación de ambas chicas se echó a llorar, decía una y otra vez que ella era la culpable. Que si tan sólo hubiera tenido más comunicación con su hija y llegar a haber sabido que se llevaba realmente mal con Violeta, nunca habría permitido que entrase a la habitación de su hija, y ella seguiría con vida.

Con respecto a sus padres, no querían tener a la prensa sobre ellos. Ni siquiera a la policía rondando por su hogar. La única vez que más me acerque a ellos fue cuando fuí a visitarlos, los de seguridad me sacaron de inmediato.

En otra ocasión sólo me llamó su padre, Maximiliano Breslin, pidiendo que absolviera de los cargos contra Violeta. Al principio me quedé estupefacto, jamás imaginé que fuera esa clase de persona a la que sólo le interesa quedar bien frente a las cámaras.

A lo que respecta que decían las revistas, la madre decía que sólo era un malentendido, que pronto se solucionaría. Hasta las mismas editoriales redactaban como quería evitar a toda costa la entrevista.

Lo que al principio noté como extraño, fue que la señora Breslin tenía otra pareja, lo descubrí cuando estuve horas esperando a ser recibido, salieron tomados del brazo para después adentrarse a un auto. Pero eso no es todo, aquel joven, porque en realidad era un capullo a su lado, mostraba auténtico agradecimiento hacia Verónica, pero lograba ver en sus ojos que no era amor lo que sentía, simplemente cualquiera que tuviera tres dedos de frente lo notaría.

Igual en los ojos de aquella mujer no lograba ver ese brillo característico de una persona enamorada, sólo lograba ver la lujuria emanando de su vista.

Realmente no me creía capaz de comprender algún día a Violeta, después de reflexionar un poco sobre su vida, sobre lo que las personas opinaban al respecto de su persona, las veces que nadie entablaba conversación con ella...

Logré determinar que su vida era complicada, ¿la de quién no?. Pero yo no era nadie para juzgar su vida privada, sólo debía encargarme de hacer lo correcto.



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En el texto hay: jovenes, problemas, sociedad

Editado: 08.05.2019

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