-Ya era hora de que llegarás. -Hablo Dakota.
-Si lo siento, no sonó el despertador. - En verdad si había sonado pero lo apague y seguí durmiendo, la cuestión era dormir solo unos minutos pero esos minutos se alargaron bastante, casi por media hora.
-Bueno ya estás aquí y necesito que recojas los pedidos. -Me tendió una libreta y un bolígrafo. -Hora de trabajar.
Me puse el mandil y comencé a tomar los pedidos de cada mesa, siempre que tenía algún momento libre fijaba mi vista en la librería del frente para ver si él ya se encontraba allí, pero no, es raro que no se encuentre, normalmente siempre llegaba temprano y se sentaba en la misma mesa que daba contra la calle.
-Ya deja de mirar tanto ese asiento vacío, parece que hoy no vendrá. -Dakota siempre tan optimista, pensé de forma sarcástica, mis esperanzas de que vendrá cayeron pisoteadas por la crueldad de mi amiga.-Pero no te desilusiones de seguro mañana viene.
-No me desilusionó.-Bueno esta bien puede que un poquito, me dije a mi misma.
-Te llaman en la mesa siete, ve antes que se enojen. - Dakota me dio dos palmaditas en la espalda y me dirigí a atenderlos.
Eran una hermosa pareja de jóvenes recién casados lo digo por sus anillos y tenían un bello bebé que aparenta tener meses de nacido.
-¿Que van a pedir?. -Les pregunté con una sonrisa de oreja a oreja.
-Dos cafés con leche con tostadas de jabón y queso, por favor.-habló la mujer que me devolvió la sonrisa, he de decir que tiene dientes muy perfectos.
-Ya se lo traigo.
Después de llevarlo a la cocina así lo prepararán me quedé a observarlos parecían tan felices, espero yo algún día estar igual de enamorados que ellos.
-Irina ya está listo. -Me acerque a la ventana de la cocina donde Adam, el cocinero, me tendió los cafés y las tostadas, el aroma a café caliente me invadió completo, me encanta. Coloque todo en la mesa y cuando me estaba por ir, la bella mujer me habló.
-¿Te conozco de algún lado?, Tu cara me suena, ¿No fuiste a la secundaria Richtmons?. -Coloco un dedo en su mandíbula pensando.
-Si, si ahí estudié, pero yo no sé quién eres. -Intente memorizar los rostros, pero ninguno me era parecido al de ella.
-Oh no, no creo que me conozcas yo iba Tres cursos más avanzados que tú pero igual me decían Bety, capaz así me reconoces. -¡No lo puedo creer! ¡Es Bety! La chica a la que todos le hacía burla por sus aparatos y pelo de paja.
-Wau, si que cambiaste, que la pubertad te dió duró. -No pude evitar agrandar mis ojos, era impresionante que la amiga de mi hermana sea esta preciosa mujer que tengo enfrente, la pubertad no hizo efecto en mi.
-Si se podría decir. -Se río. -Oh, el es mi esposo Marc. -Le tendí mi mano y sonreí. - Ella es la hermana pequeña de Elise.
-Si que te pareces a ella. -Me sobresalte.
-¿Conociste a mi hermana?.
-Claro, por ella conocí a esta maravilla de mujer, le debo todo.
-Irina no te contrate para hablar. -Hablo Dona.
-Disculpen por no poder quedarme más pero el deber me llama.
-No, está bien, perdónanos a nosotros por interrumpir en tu trabajo, pero fue una gran reencuentro, me da gusto saber que te encuentras bien.
-A mí también me da gusto que hayas formado una bella familia, ahora sin más me retiro, que tengan una linda mañana. -los abrace y me fui a seguir cumpliendo con mis deberes.
Fue algo lindo haberlos encontrado, a mi hermana le hubiese gustado saber de ella pero por cosas de la vida ella no va a poder.
Elise murió hace ya dos años, es un tema delicado, una noche salió a bailar con sus amigos y al otro su cierpo era sepultado, lloré, si y mucho pero con el tiempo aprendí a ver todo lo bueno que ha vivido, dejó y compartió, ahora me doy cuenta que estoy haciendo lo que a ella le gustaría para mí sonreír, abrir los ojos, amar y seguir, porque vida no es una llena de rabia, hipocresía, cinismo, odio, eso no es vivir y eso no es lo que yo quiero.
-¿Que te tiene tan perdida cielito?. -Pregunto Carlos mirándome con simpatía.
-Recuerdos, solo eso. -Le mostré la mejor sonrisa que pude. -¿Cómo andas Carlos?.
-Excelente, ¿te acuerdas de aquella chica que te conté era tímida y muy introvertida?.
-Como olvidarme, si la llamabas como tú "amorcito", te gustaba esa chica. -hice comillas e intente imitar su español al nombrarla. -¿Qué pasa con ella?. -Pregunte curiosa.
-Pasa que cuando venía me la encontré y platicamos un poco de esto y de lo otro....-Se rasco su cabeza y suspiro.
-¡Habla ya!, no hagas pausas dramáticas.
-Lainviteasalir. -lo dijo tan rápido que apenas pude entender.
-¡LA INVITASTE A SALIR! Dios, eso es bueno y ¿Qué dijo ella? ¿Acepto?.
-Se puso toda rojita, si la vieras parecía un tomate, y contestando tu pregunta, sí, acepto. -Me emocioné y lo abracé, hace tanto tiempo hablaba de ella y que al fin se animó a invitarla es un gran paso.
-Estoy muy orgullosa de tí. -Le palmeé el hombro.