Te Quiero y me Duele

10

Hace una semana había llegado abril y las brisas de verano se iban desvaneciendo dejando únicamente el frío de otoño. Las hojas caían de los árboles con tonos anaranjados, rojizos, verdes y amarillos. Era una estación hermosa por los diferentes colores que había en el paisaje.

Le abrí la puerta a Mili y la dejé entrar a casa. Preparamos café y comimos con unas galletitas de chips de chocolate. Me sentía rara desde hace algunas semanas, no sé bien de qué se trata, pero estaba feliz, después de casi un año, estaba contenta. Me sentía bien, perfectamente bien, diría yo.

Agarré el control de la tele y puse «The Way i Love You» de Taylor Swift en youtube. Agarré las manos de mi amiga y la hice levantarse del sillón y empecé a saltar mientras empezaba el ritmo de la canción.

Ambas estábamos en el living bailando y cantando, aunque no era muy buena con el inglés y me costaba un poco la pronunciación de la letra, pero me encantaba fingir que sabía lo que estaba cantando.

But I miss screaming and fighting and kissing in the rain
And it's 2 a.m. and I'm cursing your name
So in love that you act insane
And that's the way I loved you

Me detengo al ver las imágenes del vídeo que había puesto, era de The Vampires Diaries. Extraño cuando con Mili nos quedábamos hasta las cinco de la mañana los fines de semana al ver un maratón de capítulos de esa serie. Era nuestro especial. Los fines de semana eran exclusivos de nosotras. Sin nadie más. Noche especial de mejores amigas. Y extrañaba eso.

Breaking down and coming undone
It's a roller coaster kind of rush
And I never knew I could feel that much
And that's the way I loved you

Ryan y Nacho se acercaron y ambas nos quedamos viéndolos. Giré mi cabeza hacia mi mejor amiga y estaba nerviosa. Y dudo que sea por Ryan. Él tenía razón, a mi amiga le gusta mi hermano. No me disgustaba pero temía por ella.

Nacho es destructor, aún sin darse cuenta, pero podría lastimarla, y si eso llegase a ocurrir lo asesino.

Dejá de querer asesinar gente.

Me recrimina mi subconsciente. No digo que lo haría literalmente, depende del daño que llegara a causarle.

—¿Podemos hablar?—me pregunta mi vecino.

Desde que pasó lo que pasó elegí ignorarlo deliberadamente, lo bueno es que no tuve que idear una excusa para no hablar con él porque sonó el timbre y antes de que Nacho dijera que iba a abrir ya estaba yo llegando a la puerta. Cuando abrí mi cuerpo se heló.

Al ver a mi tío Diego delante de mí del otro lado de la puerta sentí algo raro, una sensación de miedo que no supe explicar y que hace mucho no me pasaba. Parecía en estado de hipnosis cuando escuché su voz. Caminé hacia la sala de nuevo y lo pude sentir caminando detrás mío. Sentí que mis piernas me estaban fallando, que mi pulso se aceleraba excesivamente.

—¿Tío?—escucho a mi hermano preguntar con desconcierto.

—Sof... Ey, ¿estás bien?—la voz de Ryan se escuchaba lejana.

Todos estaban detrás del sillón y yo ya sabía que estaba a punto de desvanecerme por lo que decidí acercarme para caer en un lugar seguro. Estiré mi mano por encima del respaldar para que Ryan agarrase mi mano e intentara ayudarme.

Para que notase que estaba mal.

—Ryan...—me senté de golpe en el sillón y cuando quise acordar me había desmayado.

***

Otra vez una de mis pesadillas. Pero esta... no eran esos tipos, era él, era mi tío Diego.

Sentí una mano acariciando mi cara y una voz que repetía lo mismo una y otra vez.

—Por favor, mi amor. Despertá.

Abrí los ojos y me encontré con Ryan a mi lado. Miré para el otro rincón de la cama y estaba mi amiga sosteniendo mi mano.

—Mmm...—me removí en la cama y ambos me ayudaron a sentarme.

—¿Qué te pasó?—pregunta mi vecino.

Negué todavía confundida—. Estoy bien.

Mi hermano me llevó un poco de agua y llamó a la psicóloga. Nacho sabe cuándo llamar a un médico y cuando a la doctora Walton.

Fue mi imaginación, estoy segura que Diego no vino. Él viaja a todos lados todo el tiempo y la última vez que lo vi fue en el funeral de mis padres. Todos se fueron del cuarto dejándome sola con mi terapeuta. Me senté con las manos en mis piernas y ella frente a mí en la silla giratoria.

—¿Qué te parece que pudo haber provocado tu desmayo?—no sabía si decirle la verdad del todo, moví mi boca hacia un lado mordiendo el interior nerviosa—. Sofía, tu hermano me llamó porque sabe que puedo ayudarte, pero no voy a poder si no hablás conmigo.—asentí.

—Es medio confuso.—dudé.

—Pasó apenas viste llegar a tu tío—asentí—. ¿Qué me podés decir de eso?—empecé a tamborilear mis dedos en mis piernas—. ¿Fue casualidad o... tuvo algo que ver?—me quedé mirando un punto inespecífico—. Sofía...—vuelve a llamarme y por fin reacciono—. ¿Hay alguna posibilidad de que tu tío haya hecho algo que... que a vos te haya puesto nerviosa? ¿O que te genere desconfianza?—intenta persuadirme.

La miré y tragué con fuerza—. No solo son... las pesadillas de los hombres aquellos...—empecé arrastrando mis palabras—, también son de él...—mi voz empezó a temblar—. Empezaron hace dos noches.




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