Tear out my heart.

Capítulo 1:

7:30am.

Mina.

Esperaba a Sana en los escalones a las afuera de mi casa, me había despertado temprano para asegurar de no hacerla enojar como de costumbre. Empezaba a cabecear cuando la motocicleta del demonio parqueó — ¡Muévete, amargada! — solté un bufido ante la burlona sonrisa de la pelirosa — Vamos Minari ¿Te caíste de la cama? 

Rodé los ojos poniéndome el casco para subirme a la monstruosa moto — Mejor cállate, mañana te haré esperar una hora. 

— Nena, soy tu transporte, lo haces y se acabó — me guiñó el ojo haciéndome soltar un gruñido — ¿Lista?

Me sujeté de su cintura, conducía como un demonio — Lista. 

Miro a ambos lados antes de arrancar a alta velocidad, me aferré con fuerza a su cintura mientras la escuchaba reír, imbécil. En menos de quince minutos estábamos entrando al plantel universitario, nuestras amigas estaban reunidas en grupo cerca del coche de Jihyo, quien nos veía con el ceño fruncido, Sana pasó cerca de ella, asustándolas — ¡Has pasado tu nivel de idiotez, Minatozaki — gritó Momo acomodando su cabello!

Nos acercamos a ellas con una sonrisa, nos saludamos, pero pude notar que faltaba la más bajita — ¿Chaeyoung? — pregunté viendo fijamente a Tzuyu, quien normalmente la traía. 

— La trae su madre. 

Mi piel se erizó, esa mujer me daba escalofríos — esa mujer me da miedo — dijo Dahyun viendo justamente cuando la camioneta se estacionó.

— Chicas, no sean paranoicas, solo están así por los rumores — regaño Nayeon, sacudió su cabello robándonos un suspiro. Era demasiado linda.

— Por Dios Bunny, déjanos respirar — reclamó Jihyo, riendo. 

Chaeyoung llegó hacía nosotras tímidamente, vestía unos jeans gastados, una camiseta de Queen, converse negras, su hermoso cabello rubio despeinado, sus ojos estaban delineados en un profundo negro. No pude evitar soltar un suspiro, escuché las risitas burlonas de mis amigas — Hola...— saludó con una sonrisa que marcaba su hoyuelo. 

— Frijolito — la llamé, sus ojos cafés chocaron con los míos haciéndome sonrojar — Hola — me incliné para darle un suave beso en la mejilla.  

— Minari, hola — sus ojos me vieron fijamente durante unos segundos.

— ¡Chae, nosotras también existimos! — Chilló Momo riéndose junto a Sana y Nayeon. 

— Hola chicas ¿Entramos? 

Dahyun alzó una ceja — Claro, como siempre para nosotras no hay beso. 

Entrelacé mi brazo con el de Sana para encaminarnos dentro de la universidad — Mina, lo has olvidado — susurró Dahyun a mi lado viendo a Chae que iba de la mano de Tzuyu.

Fruncí el ceño — ¿Qué cosa? 

Abrió los ojos — Niña, es el cumpleaños de Chae.

— ¡¿Qué?! 

Las demás las vieron intrigadas, pero negué restándole importancia — No puedo creer que lo hayas olvidado — le pelirosa me miró sorprendida. 

— ¿Ahora qué hago? — mordí mi labio, nerviosa.

— Puedo llevarte entre el medio descanso para que le compres algo — sugirió Sana 

Para mí el cumpleaños de Chaeyoung era una forma de darle detalles y amarla sin revelar lo que sentía por ella, sus ojitos siempre se iluminaban, ese día en especial recibía repetidos besos en la mejilla y muchos abrazos. Estaba enamorada de mi pequeña desde el momento que la vi sola en el piso de la sala de artes haciendo dibujos en su cuaderno que hasta el momento nunca le ha faltado, tres años enamorada de aquella dulce sonrisa. 

El medio receso llegó, salí rápidamente con Sana para comprarle un regalo, en aquel centro comercial no tenía las mejores opciones, pero era el más cercano a la universidad. Llené de preguntas a Sana hasta que noté que no me prestaba atención por culpa de su celular. Recorrí los pasillos hasta que encontré algo indicado, íbamos saliendo cuando la vitrina de joyería llamó mi atención — Joder Mina, sé que amas a Son, pero esto es demasiado. 

La ignoré entrando a la joyería para pedir pequeño regalo en oro blanco, me había costado un ojo de la cara y eso que tenía más que dinero suficiente. A la salida me acerqué a Chaeyoung con una sonrisa — Fresita, espera.

La pequeña se detuvo para ver a su amiga muy sonrojada — ¿S-si?

— ¿Tienes tiempo para comer un helado? — pregunté haciendo un leve puchero. Miró su reloj frunciendo el ceño, me acerqué más batiendo mis pestañas con inocencia. Tragó saliva y asintió — ¡Bien, vamos!

La arrastré hasta el parque que estaba cerca de la universidad donde estaba nuestra tienda de helados favorita, la campanita sonó cuando entramos, nos sentamos en la mesa más apartada, pedimos lo de siempre, un helado de fresa y uno de menta — ¿Que tal ha ido tu cumpleaños?

— ¿T-te acordas-ste? — su tartamudeo, su rostro levemente sonrojado me hizo soltar un suspiro.

— ¡Claro, unnie! ¿Cómo podría olvidarlo?

Alabada sea, Minatozaki.

— Oh, pero no me felicitaste — susurró con deje de tristeza.

Estúpida Myoui.

— Quería hacerlo cuándo tuviera tu regalo.

Asintió convencida de mis palabras — Sabes que no es necesario.

Hice un desdén con la mano restándole importancia — toma — saqué de mi mochila una caja mediana y una aterciopelada pequeña. Me miró durante un segundo, abriendo la caja mediana.

— ¡Wao Minari, está coqueto! — sacó los pantaloncitos cortos talló alto, un top negro y una chaqueta militar — ¡Quería esta chaqueta hace años, gracias! — prácticamente se trepó en la mesa para plantarme un sonoro beso en la nariz haciéndome sentir tímida.

— Ve el siguiente — la animé.

Sus ojos destellaron al ver la cadena de oro blanco, era muy fina con un dije de tigre bebé también estaba un fino topacio en forma de corazón como dije extra — Mina, esto es demasiado. 

— Por favor — puse mi mejor cara de niña buena lanzándole besitos, suspiro.

— Bien, te daré algo a cambio — vi como sus manos se trasladaban a su cuello en busca de algo.




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