Tengo Derecho a Ti

Sorpresita

Salí del apartamento directamente a la casa de Jim. No podía dejar las cosas como estaban y era primordial que expusiera los puntos como eran para mi amigo no me malinterpreta y si o si aceptara.

Llegue y el portero me recibió con una sonrisa. En otras circunstancias me habría pedido identificación pero Jim el día anterior le había indicado que yo tenía siempre las puertas abiertas para él y que no era necesario anunciar mi visita.

Subí por el ascensor hasta el piso 9 que era donde se encontraba la casa de Jimmy.
Cuando llegue a su puerta me entró los nervios pero respire profundo, salté en mi lugar dos veces ( esta es la técnica que tengo para eliminar los nervios miedos y ansiedades. Al estudiar Artes Escénicas y Teatro, se hace necesario) y con resolución presioné el timbre.

Tuve que hacerlo una vez más por lo que Jim no me abrió enseguida. Pero la sorpresa fue mayúscula cuando quien me abrió fue una mujercita menuda, rubia y con aspecto tierno y delicado.

¡Completamente lo opuesto a lo que soy yo!

Me quedé estática en mi lugar y las palabras me abandonaron.

- ¡Hola! ¿tu eres?

Su voz dulce y controlada me espabiló.

- Hola, soy Sally ¿esta Jim?

- Si, claro. Ya te lo llamo. Pero ven esperalo dentro. Amor...

Su voz se levantó un poco cuando llamó a mi amigo y se fue hasta donde sería su habitación. Mi boca se abrió por la impresión.

- Amor? - susurre de la impresión al escucharla llamarlo de esa forma.

No sabía que a mi amigo le gustaran con aspecto de muñecas.

Unos pasos provenientes del pasillo me sacó de mis pensamientos y me pusieron a la defensiva.

Jim apareció y cuando me vió se tensó visiblemente. Sus palabras me lo demostraron inmediatamente.

- ¡Sally! ¿que haces aquí?

Sus palabras me supieron amargas y hasta sentí que me golpearon en el estómago pues nunca en los años que llevo conociéndolo me había llamado por mi nombre.

Tragué y lo miré con indiferencia. Ni siquiera esto me iba a frenar en mi intento.

- Jim. Necesito hablar contigo - le dije

Me miró largamente y luego extendió su mano y me guió hasta una habitación en lo que parecía su estudio.

- Creo que ya todo está dicho.

- No lo creo. No me habías dicho que tenías novia y que vivía contigo

Carraspeo y pude ver que se sentía un poco avergonzado e incómodo.

- Es algo muy reciente. Vivíamos como compañeros de apartamento y todo se dio entre nosotros. Ahora vivimos aquí por lo que los dos trabajamos en el mismo hospital.

- uhmmm. También es doctora?

- No, es enfermera jefe del área de pediatría.

- uhmmm. Una madre en potencia.

- Si. ¿A que viniste? Se que no fue para preguntarme sobre mi vida amorosa.

- Le dijiste que dormimos juntos? - le dije y el doble sentido de mis palabras se hizo presente.

- Eso es irrelevante. De todas maneras ella sabe que nosotros somos solo amigos.

Su tono de voz me decía que se estaba molestando.

- Ahhh, le hablaste de mi. ¡Que bien! Y... ¿que le dijiste?

- No importa eso. A que viniste?

- Caramba! como cambia tu personalidad, en la mañana me trataste como siempre lo has hecho. Y ahora con esa frialdad.

- En la mañana no me habían propuesto traspasar límites de amistad - Levantó un poco la voz.

- Y lo pensaste? - le pregunté con un sonrisa esperanzadora.

- Sigo diciendo no! - su voz subió un poco más

- Bueno Jim, piensa esto: si no eres tu será cualquier otro que esté dispuesto



 

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Marck.




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