Tentando al ángel

Capítulo 2: Presentimientos

Estoy acostada en mi cama intentando leer un libro hace más de una hora, pero no me puedo concentrar, me siento demasiado inquieta. Tengo que regresar a clases después de una corta semana de vacaciones; la verdad es que disfruté mucho el pequeño descanso y no quiero tener que entrar nuevamente al instituto. Y no es tanto por mi pereza de estudiar, sino por el cansancio que sufro por estar fingiendo todo el tiempo. 

Desde pequeña mi vida ha sido un verdadero infierno gracias a mis peculiaridades; no soy una persona normal, jamás lo seré. 

Físicamente soy diferente a cualquiera, nací con el cabello blanco y los ojos azules, un azul impactante y poco común; pero eso no es todo, también tengo poderes, ciertas habilidades que he aprendido a controlar por mí misma ya que a mi madre le parecen repulsivas. 

Para remate, cuando uso mis poderes mi cabello brilla y mis ojos cambian de color a violeta. Así que por pedido de mi hermosa madre Clarissa Clare, desde que tengo memoria me ha tocado usar una peluca color castaño oscuro y lentes de contacto color café. Todo para poder mezclarme, para poder fingir que soy normal. 

Y aunque mi madre me haya educado con el: «Si quieres vivir debes esconderte» No me puedo acostumbrar a fingir todos los días, aparentando ser alguien que realmente no soy. 

He intentado llevar una vida normal si es que eso se puede, y no pensar en el futuro, aunque todo el mundo cree que este ya está escrito; soy la hija de una de las empresarias más ricas del país, «Heredera de toda la fortuna de su madre y de su padre ya fallecido» «Una chica rica, hermosa y mimada que ya tiene la vida resuelta»  

Y los medios me tienen harta, no tienen otra cosa más interesante que estar metiéndose en mi vida y haciendo estúpidos reportajes donde me dejan como una pendeja sin cerebro. ¡Acaso no hay terremotos, muerte y tragedias! No, al parecer estar acecharme es más entretenido. 

Mi madre, Clarissa Clare es una de las mujeres más respetables del país, se lo ha ganado. Desde que mi padre murió en un extraño accidente ella se ha encargado de mí y de todos los negocios familiares, los cuales me dan dolor de cabeza; ella está muy metida en asuntos de política y la industria de la moda, y nada de eso es lo mío y mucho menos si siempre que saca una nueva línea de ropa me quiere en la pasarela. No soy modelo profesional ni nada por el estilo, yo misma me he encargado de sabotear todas mis clases, pero aun así no me puedo escapar de largas sesiones de gimnasio y ciertos eventos públicos, y claro, de las nuevas colecciones. 

La verdad es que cualquiera envidiaría mi vida superficialmente perfecta, pero yo la detesto, mi vida se basa en fingir. No puedo ser quien me da la gana, mi madre me controla y hasta me toca colocarme peluca y lentes de contacto porque si me llegan a ver como soy en realidad me imagino colgada en una hoguera acusada por brujería; aunque estamos en una época moderna las personas tienen la misma mentalidad obsoleta de que todo lo raro y diferente tiene que ser estudiado, o más bien disecado para experimentar. 

Mi celular empieza a sonar y suelto un resoplido, dejo mi libro al lado y tomo mi celular, ni siquiera tengo que ver quien llama porque ya lo sé. 

Coloco el celular en altavoz. 

— ¡Holaaaa! —gritan mis dos únicas amigas a la vez. 

—Hola —respondo intentando no mostrar mi frustración. 

—Chicas mañana es el primer día de clases, recuerden ir deslumbrantes —la voz emocionada de Susana me da dolor de cabeza. 

 — ¡Obvio! Mi madre me acaba de comprar unas prendas en Paris que están de infarto, es de la colección del 2022, nadie las tiene aún —responde Vanessa, ella siempre quiere presumir acerca de cómo la consiente su madre. 

Me quedo en silencio, ya estoy acostumbrada a que esa es la mejor opción. Susana y Vanessa son mis únicas amigas, sus padres trabajan para mi madre y ellas tienen el sueño de ser modelos reconocidas. Nuestra relación siempre ha sido superficial, pero les tengo mucho cariño, son las únicas personas que se han acercado a mí. 

Ambas se quedan en silencio esperando mi respuesta. Sin embargo, no sé ni que decir, no tengo ganas de hablar, estos días no han sido los mejores para mí, las pesadillas y voces me volvieron a atormentar en sueños, así que mi madre me empezó a atormentar despierta. Según ella, es mi culpa por ser irresponsable y no tomar mi medicación. 

—Si claro me parece excelente, esto…—hago una pausa, soy pésima mintiendo, pero no quiero herir sus sentimientos—, chicas mi madre me necesita en estos momentos, nos vemos mañana. 

No entiendo nada porque ambas empiezan a despedirse al mismo tiempo, por eso odio las llamadas compartidas, al final cuelgo sin saber si todavía se dirigen a mí. Dejo el celular en la cama y me levanto, camino hacia el espejo larguero que se encuentra detrás de la puerta y suspiro cuando veo mi reflejo. 

Mi vida es demasiado triste y solitaria, no tengo autonomía en ningún aspecto, ni siquiera puedo tomar decisiones insignificantes como elegir la decoración de mi habitación o la ropa que me pongo día a día. Soy una prisionera y mi único delito es ser diferente. 

Es imposible ocultar mis sentimientos hacia mí misma, soy una farsa por culpa de este aspecto que es como mi maldición. Me acerco todo lo que puedo al espejo y mi cuerpo y el objeto hacen contacto. Apoyo mi frente sobre el frío vidrio y mi respiración lo empaña poco a poco. A veces deseo ser normal, no tener que esconderme; siempre he querido poder escaparme a cualquier lugar remoto y lejano donde nadie me reconozca ni me ordene que hacer. Un lugar donde yo no sea nadie, eso sería mi todo. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.