Teresa y el misterio de Groween [corrigiendo]

Capítulo 4 [Parte 1]

Capítulo 4 [Parte 1]: Siguiendo las pistas

—Teresa… ¡Teresa! —el grito de Pierre se oía lejano, pero fue este el que me trajo de vuelta a la realidad. Caí en cuenta de que estaba de rodillas frente al cadáver de Margot, con mis manos guindando a los costados.

Sangre.

Mis manos estaban completamente cubiertas de sangre.

—Vamos Teresa, levántate —Pierre me tomó por los brazos con delicadeza y mecánicamente me levanté junto a él.

Llegamos a los baños de visitas y empecé a restregar mis manos con fuerza, como si eso fuera a quitar la sensación de que acarreaba a la muerte donde fuera, no importaba si me mudara al epicentro de la tierra, todo lo que me rodeaba, moría. Gruesas lágrimas comenzaron a recorrer mis mejillas.

Shhh, tranquila —Pierre me abrazó por atrás, sentía como mis piernas se debilitaban—, todo estará bien, aquí estoy —permití a mis sollozos fluir sonoramente, estaba cansada, de todo.

—Pierre, ya no puedo más —me las arreglé para decírselo, el llanto nunca dejaba que se entendieran mis palabras.

—Ey, mírame —acunó mi rostro entre sus manos —. Si puedes, yo estoy aquí y no te voy a abandonar.

Como pude, me las arreglé para abrazarlo con todas mis fuerzas. Si me aferraba a él, me sentía segura, de todos modos, era la única persona en la que podía confiar por ahora. El sonido de la ambulancia se fue haciendo mucho más fuerte, obviamente alguien más tuvo que haber visto el cadáver de Margot, no estaba muy consciente de cuánto tiempo me había quedado petrificada delante del cuerpo.

—Tenemos que tener cuidado, algunos chicos te vieron arrodillada junto a Margot con las manos llenas de sangre, pueden haber malinterpretado la escena —me explicaba Pierre aún pegado a mi cuerpo.

—Llévame a casa —le supliqué. Necesitaba estar alejada de todo esto, aunque seguramente no pegaría el ojo toda la noche, no iba a dormir sabiendo que me había cargado dos muertes en menos de dos semanas y quien sabe cuántas más vendrían.

—Está bien, vámonos —Pierre tomó mi mano y rápidamente salimos del baño evitando las miradas.

El recorrido hasta mi casa fue silencioso, excepto por mis sollozos, ninguno de los dos necesitaba pronunciar palabra alguna, suficiente teníamos con lo difícil que era la situación como para conversar como si nada. Mi cabeza era un mar de emociones, entre ellas reinaba la tristeza y la impotencia de no poder hacer nada por salvar la vida de estos chicos, tampoco es que me creía Dios o algo por el estilo, pero me hubiese gustado ser un poco más útil o llegar en el momento preciso para salvarlos.

—Llegamos —la voz de Pierre me sacó de mis pensamientos —.Si necesitas algo, sabes que me puedes llamar.

No le respondí nada, solo me bajé de su auto lo más rápido posible. Con más ansias deseaba que mi cama tuviera el superpoder de tragarme y no volverme a escupir a la cruda realidad. Mamá ya estaba dominada, así que con mucho cuidado me desplacé hacia mi habitación, abrí y cerré la puerta procurando no hacer ruido. Me deshice de la ropa que cargaba, estaba un poco manchada de sangre, así que tendría que lavarla yo misma, me coloqué mi pijama e hice el intento de dormir un poco. Tenía la esperanza de despertar y que todo hubiese sido un mal sueño, pero fue todo lo contrario.

Al despertar, ya estaba en las noticias locales la muerte de la hija del alcalde. Mamá miraba muy interesada las noticias, le arrebaté el control remoto y apagué la TV.

—¿Qué crees que haces jovencita?, estoy viendo las noticias —reprochó intentando quitarme el control, pero la esquivé.

¾ Pues, no quiero que veas esas noticias —me dio esa mirada de: “Devuélvemelo o no respondo” así que con desgano se lo devolví.

—El desayuno está en el mesón —me adentré a la cocina e ingerí mi desayuno lo más rápido posible porque ya era tarde.

Salí hacia el instituto a paso apresurado, con la mirada fija en el pavimento. Esa sensación de inseguridad era mucho más fuerte que cualquier otra cosa, el camino se me hizo eterno, por un momento me quedé rígida ante las instalaciones del Instituto de Groween.

¿Quién es el verdadero psicópata?

Se preguntaba mi conciencia, ¿Quién era capaz de cometer tales atrocidades? Era algo que debía averiguar y no iba a ser llorando o refugiándome en las sábanas de mi lecho, tenía que ser fuerte, por ellos… que tenían toda una vida por delante como yo.

Los pasillos del instituto se encontraban vacíos, de seguro todos ya estaban en sus respectivos salones de clases, rápidamente ingresé al mío, disculpándome con la maestra de Historia por el retraso y tomé asiento junto a Pierre.

—¿Cómo estás? —preguntó en un susurro.

—Sobreviviendo —respondí con cansancio.

—Tengo buenas noticias —eso fue como música para mis oídos.

—Habla.

—Le pedí a uno de los chicos de informática si podía rastrear el número, parece que nuestro asesino no es tan inteligente como creíamos —me mostró su celular y divisé un punto rojo que al parecer se encontraba en las afueras del pueblo.

—Señor Hoffman y señorita Crymble, silencio o ambos afuera —nos reprochó la maestra. Agaché mi cabeza avergonzada, pero eso no me detuvo a seguir hablando con Pierre.

—Iremos hoy en la noche, mamá tiene turno, así que llegara a eso de las tres de la madrugada —mamá era enfermera, así que algunas noches las pasaba sola.

—Perfecto, ¿Te paso viendo a las ocho?

—Me parece —dimos por terminado nuestro plan y prestamos atención a la clase.

Las horas en el salón se me hicieron eternas, era como si mi vida se hubiese convertido en un ciclo interminable de desgracia acompañado de un tortuoso sufrimiento terrenal. Pero no todo terminaba allí, a la hora del almuerzo Teresa conoció el verdadero terror.

Mientras atravesaba la cafetería, los estudiantes me miraban como su fuese todo lo que estaba mal en el mundo.



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En el texto hay: aseinato, suspenso drama, misterio aventura

Editado: 22.01.2021

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