Teresa y el misterio de Groween [corrigiendo]

Capítulo 7 [Parte 2]

Capítulo 7 [Parte 2]: Verdades del corazón.

—¿Te llevo? —preguntó dubitativo.

—No, tranquilo, regresaré caminando —sonaba como una idea estúpida considerando que alguien me estaba persiguiendo, pero tenía algo importante que hacer.

—Oye, no creas que estoy molesto porque me preguntaras todas esas cosas, yo… —lo interrumpí.

—En serio no hay problema, puedo regresar caminando, no está muy lejos —mentí.

—Está bien, nos vemos mañana —hizo un leve gesto con su mano en forma de despedida.

—Hasta mañana.

Esperé que se alejara en su motocicleta e inmediatamente saqué mi teléfono marcando su número, no contestó a la primera, ni a la segunda, ni a la tercera, pero seguí intentando, no me daría por vencida y me urgía hablar con él. Al séptimo intento se dignó en contestar.

—¿Qué quieres? —preguntó molesto.

—¿Dónde estás? —ignoré su pregunta.

—Que te importa, se supone que estas ocupada con don romántico.

—¿Dónde estás? —insistí.

—En el parque central, ¿Por qué?

—No te muevas, voy para allá —colgué sin darle tiempo a refutar. Guardé mi teléfono en la mochila y empecé a correr como loca por las aceras de las calles de Groween, hacia el parque central.

Quedaba como a unos diez minutos de donde me encontraba, no me importó soportar el cansancio del trayecto, Pierre y yo hablaríamos sí o sí. Y no me despegaría de su lado hasta saber toda la historia y conocer el por qué no confió en mi desde un principio, para colmo lo había involucrado en este plan suicida, al menos creía tener el derecho de saber algo sobre su vida.

Corrí y corrí, hasta que por fin llegué al dichoso parque, Pierre se encontraba sentado en uno de los bancos frente a la fuente, tenía la mirada perdida y esta vez, vi algo más en sus ojos que nunca había notado antes.

Tristeza.

Me acerqué lentamente, aún tenía la respiración entrecortada por la corrida que me pegué, pero no importaba. El no apartó la vista de la fuente en ningún momento, pero si notó mi presencia. Me senté a su lado y nos mantuvimos en silencio por varios minutos.

—¿Cómo era? —pregunté de repente.

—Maravillosa —respondió en un hilo de voz.

Nos volvimos a quedar en silencio por varios minutos nuevamente, no sabía que preguntar, si decir: “Lamento mucho tu pérdida” o “¿Estas bien?” hasta el día de hoy, me encontraba hastiada de que la gente me diese el pésame por la muerte de mi padre, así que no sabía si a él le molestaba eso también.

—Yo la quería muchísimo —comenzó él con la voz apagada —. Compartimos tantas cosas, tantos momentos, éramos tan felices. Ella era feliz, era guapa, inteligente, amable, ella era… todo. Pero lo más importante, ella era mi hermana y… la abandoné Teresa, yo la abandoné cuando más me necesitó.

Su voz se cortó y comenzó a llorar desconsoladamente, lo primero que hice fue acercarme para abrazarlo con fuerza. Escondió su cara en mi cuello y comenzó a llorar cual muchacho que siente que lo ha perdido todo, nos quedamos en esa posición por un buen rato, yo no me despegaría de él hasta que se calmase por completo, podía sentir su dolor, su desesperación. De pronto me vi a mí misma los primeros meses que papá falleció, comprendía lo que estaba sintiendo, es como si te arrebataran un pedazo de tu vida.

Shhh, llora todo lo que quieras, aquí estoy —lo consolé mientras acariciaba su preciosa cabellera castaña.

—La extraño tanto —sollozó aún con la cara enterrada en mi cuello.

—Lo siento, soy una pésima amiga, te he abombado con mis problemas que ni siquiera has tenido tiempo para los tuyos y… —se separó un poco de mí para mirarme a los ojos mientras tomaba mi rostro entre sus manos.

—Perdóname tu a mí por lo de hace rato. Es que… me recordaste a ella, prefirió refugiarse en los brazos de Sergio antes de confiar en su propio hermano, por eso, antes de que… —ni si quiera pudo pronunciar la palabra —, ya sabes, peleábamos demasiado, siempre le reclamé el por qué andaba con ese bueno para nada, que se merecía algo mejor y nunca me hizo caso.

—Puede que te hayas equivocado, pero estoy segura, no, estoy segurísima de que fuiste un hermano maravilloso –un par de lágrimas escaparon de mí, pero él con sus pulgares las quitó.

—Puede ser, pero no fui ese maravilloso hermano cuando me necesito.

—Tuvo que ser muy difícil para ti, pero tengo algo importante que contarte —me interrumpió.

—Crees que no se suicidó.

—¿Cómo sabes que iba a decir eso? —pregunté atónita.

—Porque yo también vi el brazalete Teresa y no te conté nada de lo de mi hermana por la misma razón. Yo no creo que ella se haya suicidado, tenía un brillante futuro por delante y haya hecho eso de la noche a la mañana se me hace muy extraño.

—¿A qué quieres llegar? —pregunté confundida.

—¿Y si la misma persona que te está enviando esos mensajes acabó con la vida de mi hermana? Por eso decidí ayudarte desde un principio, porque esta búsqueda no es solo tuya, también es mía —lo que decía tenía mucho sentido.

Ver a Pierre así, con los ojos rojos por el llanto, destruido, expuesto, dolía como mil cuchillos clavados en mi pecho. La verdad, lo que me decía tenía mucho sentido, puede que su hermana haya sido la primera víctima de nuestro psicópata, claro que de seguro tuvo que amenazarla con algo para que hiciese lo que hizo, no es como si alguien venga y te meta un montón de pastillas en la boca y luego te mueras. Es claro que de seguro no tuvo contacto físico con ella como con las otras dos víctimas, pero no dudaba en que en realidad tuviese algo que ver con todo aquello.

Nuestro silencio se vio interrumpido por la vibración de mi teléfono, que se encontraba dentro de mi mochila. Lo saqué un poco dudosa, ya que quería darle toda mi atención a Pierre, pero cualquier pensamiento reciente se esfumó en cuanto leí los mensajes que me llegaron.



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En el texto hay: aseinato, suspenso drama, misterio aventura

Editado: 22.01.2021

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