En el departamento de Artigas, llegó un inmigrante llamado Esteban, quien estaba emocionado porque había conseguido un empleo como chófer de taxi, aunque solo trabajaría durante la noche. Eran las 2:00 am y acababa de terminar con un cliente. Regresaba por una de las rutas de acceso a un antiguo ingenio. La noche era oscura, fría y estaba lloviendo intermitentemente. Esteban conducía con precaución, ya que le habían advertido que era una ruta peligrosa donde habían ocurrido varios accidentes.
A lo lejos, comenzó a notar que una persona caminaba lentamente a la orilla de la carretera. De pronto, el individuo hizo señas para que Esteban parara. Aunque un poco nervioso, Esteban pensó que era un nuevo cliente y aceptó detenerse. El hombre que subió al auto parecía demacrado, con ropas antiguas y ojos color hielo. Con una voz helada, le dio una dirección. El taxi comenzó a moverse y, a medida que avanzaban por los kilómetros, los nervios y la ansiedad de Esteban iban en aumento.
Finalmente, llegaron a la dirección indicada por el extraño pasajero. En ese momento, el ataque de pánico se apoderó de Esteban, quien sintió una intensa sensación de frío e inmovilidad. El pasajero lo observó a través del retrovisor y con una sonrisa extraña le agradeció de manera gélida, para luego desaparecer del auto como por arte de magia. Tras varios minutos, Esteban regresó a la ciudad, entregó el taxi y renunció.
Desde entonces, Esteban no pudo olvidar aquella experiencia sobrenatural. Siempre sintió curiosidad por saber quién era aquel misterioso pasajero, pero a la vez, el miedo a enfrentar la verdad lo detenía. Cada vez que conducía en las noches, recordaba el frío y la inquietante mirada del hombre de ojos color hielo. Esa noche en la ruta peligrosa se había convertido en un recuerdo que lo perseguiría siempre.
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Editado: 28.12.2023