Eledon no tuvo que esperar, en cuanto se situó en la zona acordada el capitán Direwolf apareció como un asechador cuando salta de las sombras y destroza a su presa sin piedad. Era ya de noche y como siempre los fuegos de las antorchas iluminaban el patio de entrenamiento, el capitán caminaba lentamente mientras observaba fijo a Don con sus ojos amarillos, ojos macabros y voraces que amenazaban con destruirte si tan solo te dignabas a respirar, Don tuvo que creer esto pues sin darse cuenta contenía el aliento y se mantenía rígido y precavido.
– Viniste – había mucho mas veneno en sus palabras que en la mordida de una cobra. – Veo que no eres tan cobarde como aparentas, eso o eres realmente estúpido niño –. Eledon no musitó ni una palabra, él sabía que cualquier cosa que dijera, el capitán Direwolf la usaría en su contra y no quería seguir aguantando insultos de este sujeto, mucho menos acabar como Zamzibar con las costillas rotas y tirado en la torre de la dama. – ¿No dirás nada?, muy bien, entonces comencemos con la tortura. – dijo esa ultima palabra con un acento siniestro y una sonrisa perversa dibujada en sus labios.
Direwolf sacó una espada que llevaba colgada en su espalda, por el nerviosismo y la tensión Eledon no lo había notado y era algo muy difícil de dejar pasar, pues era una espada muy grande y ancha que sobresalía del cuerpo de Direwolf. Obviamente era un mandoble, pero según lo que Eledon conocía, esta espada era muy pesada no cualquiera podía blandirla y mucho menos luchar a gusto con ella; un mandoble común media entre dos metros y dos metros y medio y pesaba cuatro kilos, pero esta rayaba los tres metros y Eledon supuso que alrededor de los ocho kilos, el doble de peso de un mandoble común. La espada era magnifica había sido muy bien elaborada y su mango estaba forrado y tachonado en cuero negro, la guarda era ancha y ovalada y de esta desprendían dos colmillos grandes, el centro de la hoja era anaranjado y brillante Don casi podría decir que estaba hecho de Temiraz y el borde de la hoja era negro de lado a lado hasta la punta, no sabía con exactitud qué tipo de material era ese metal oscuro pero algo si tenía claro, la espada era de doble filo, mortal y si en verdad era Temiraz, también podía ser mágica.
– ¿Es hermosa cierto? – pregunto Direwolf después de unos minutos como si se hubiese dado cuenta que Eledon la analizaba de a poco – la llamo Inferno, fue forjada por los mejores maestros herreros de mi tribu y bendecida por los chamanes, solo hicieron dos iguales a esta y ambas están bajo mi control – Direwolf pausó su charla esperando a que Eledon dijese o mencionara algo y esta vez el chico decidió hablar.
– Entonces, ¿lo que brilla en el centro el de la espada si es cristal de Temiraz?
– Así es niño, cristal fundido en lava con rocas celestiales, de igual forma fundieron el acero por eso tomo este color oscuro y su filo es tan mortal. – Direwolf observó su espada una vez mas y agarrando la empuñadura con fuerza la blandió de forma horizontal, ésta dejo una estela iluminada por donde pasaba la espada y una leve onda de calor que la cubría. – bueno creo que acabamos de terminar con la lección teórica iniciemos el entrenamiento de una vez. –
Eledon se preparó para cualquier cosa, desde tener que luchar con el capitán cosa que no deseaba, hasta soportar castigos y un entrenamiento muy duro. La respuesta la obtuvo rápidamente, Direwolf arremetió contra él quien aun estaba desarmado, su ataque era brutal y su fuerza descomunal; dio un tajo en diagonal muy obvio para cualquiera pensó Eledon que ya se movía para evadir el ataque rodando hacia el lado contrario donde se dirigía el golpe y para su fortuna logro salir bien librado.
Direwolf se recupero al instante y siguiendo el movimiento de su espada dio un giro completo, Eledon decidió aprovechar el momento para alejarse de la zona, aun cuando pudo atacarlo mientras giraba la estela de calor seguro se lo impediría y a decir verdad preferiría perder el combate y salir de Tarak antes de comprobarlo, pues nunca podría atacar a un oponente cuando este le daba la espalda. Direwolf pudo notarlo y carcajeo de forma burlona, el niño no solo era un cobarde, también era estúpido.
– ¿Por qué no aprovechaste el momento para atacar niño?, tenías una gran oportunidad, sé que lo notaste –.
– La verdad si lo noté señor – contestó Don recuperando la posición y manteniendo la guardia. – pero la estela de calor que provoca su espada lo protegía, además no hay honor en atacar a alguien por la espalda. – esto ultimo provocó una nueva carcajada en Direwolf.
– ¿Honor?, hablas de honor, ¿tu que sabes de honor?, un cobarde que entrego a su compañero el primer día con tal de ir bien con su hermano porque este era el general. – Eledon frunció el ceño, pero no contestó nada – un maldito gallina que solo se dedicó a observar mientras su compañero sufría una paliza y una humillación delante de todos. – Direwolf tomo aire y enterró la punta de la espada en el suelo sujetándola con la mano derecha mientras que con la otra mano señalaba a Eledon de forma acusatoria – estas aquí porque tu hermano es el general y tal vez sigas aquí gracias a Zamzibar, seguramente esperas que sea él quien demuestre valor en el Desafío de Titanes –.