That inept

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El trabajo me tiene harta, H A R T A, maldigo el día en el cual accedí a venderles la casa a los señores Phonolle. Núnca se deciden que es lo que quieren, que sino les gusta el cuarto de baño, sino que la sala tiene un tapis muy feo, que el patio está muy chico, que mejor otra casa, ¡pero con ese dinero no les alcanza para nada más! 
Hemos visitado cinco casas y ninguna les llena, hombres, los odio.

Lo único que anheló es llegar a mi casa. Me subí al taxi que me llevaba a el "grandioso" centro de Manhattan, para ir a mi dulce morada.

— ¿Cuánto va a ser?— Pregunté al taxista una vez que llegué a la entrada del edificio.

— 15 con 85$.— Contestó muy quitado de la pena e inmediatamente mi boca se abrió de par en par.

Eso sin duda era excesivo, a penas y habíamos avanzado una manzana. — Ni que me haya traído a Europa.— Pagué y salí del taxi indignada.

— Hola, Danielle.— Saludo el amable portero cuando entre al edificio.

— Hola, Fred.— Le sonreí y seguí caminando hasta el ascensor. 
Estaba esperando a que las puertas se abrieran cuando sentí un pequeño empujón de parte de la persona más estúpida del mundo, el cual me hizo caer.

— Tengo prisa.— Dijo aquella voz que me saca de mis casillas. 


— ¡Cómo mínimo discúlpate, idiota! 


— Para obtener mis disculpas tienes que ser una dama, y con ese vocabulario ni a plebeya llegas.— Me guiñó el ojo y salió.

— ¿Escuchaste eso?— Le dije a Fred con la boca abierta.

— Ouh, girl. Créeme que lo escuche.— Frunció los labios.

— No tienes idea de lo mucho que lo aborrezco.— Chillé y me metí al ascensor pulsando el botón para el piso 17.

¿Qué se cree este imbécil? Que alguien me informe quien le dio la autoridad de hablarme así.

Apartamento 203. 
Abrí la puerta y lo primero que hice fue quitarme los tacones, camine con cuidado por la alfombra y me aventé en el blanco sillón.

Voltee a ver el reloj 21:08 pm.

¡¿Qué?!

Gemí. Maldita sea, tengo una cita a las 22:00 pm.

Me va a dar algo.

Lancé mi bolsa al sofá y fuí corriendo a la ducha, me depile cuidadosamente, completamente toda y cuando digo toda, es TODA, porque siempre hay que estar precavidas, ¿no?

Salí del baño y camine a mí habitación, tome la ropa que elegí un día antes y comence a prepararme.

Mire el reloj 21:43 pm. Tiempo récord.

Salí de mi casa no sin antes tomar mi abrigo y mi bolso.

Subí a el ascensor y seleccioné el Lobby.  — ¡Wow!— Exclamó Frederick.— Te ves hermosa.

Le sonreí dándole las gracias.

— Y ahora, ¿Quién tiene el honor de salir con la Reyna de Manhattan?

— Su nombre es David Royers, 31 años, trabaja en un bufete de abogados.— Encogí los hombros.

— Suena cómo alguien correcto, espero y esta vez funcione.

— Realmente yo también, es mí quinta cita en dos meses.— Rodé los ojos.

— ¿ La quinta? Wao. ¿Dónde lo conociste?

— Por internet, es la primera vez que saldremos.

Fred hizo una mueca que me pareció  muy graciosa e hice mi mayor intento de no carcajear.— Ya sabes lo que dicen Danielle, ten cuidado.

Asentí.— Lo tendré, ahora me voy porque llegare tarde.

— Esta bien Alisha, buenas noches.

Me acerqué a darle un beso en la mejilla.— Buena noche para ti también, Frederick.— Dije y salí del edificio rumbo a "Flowers Cache", uno de los restaurantes más reconocidos del país.

— Alisha Danielle, mucho gusto.— Me presente tomando asiento.

— David Royers, es un gusto.— Me sonrió.

— El gusto es mío.

— Y dígame señorita Rivers.

Interrumpí poniendo mi mano en su antebrazo.— Solo dime Alisha o Danielle.

— Bueno Alisha, ¿Tienes novio, esposo o amante?

¿Enserio cree que el haría esto a mí novio, esposo o amante? ¿Qué clase de persona cree que soy?

Levanté una ceja.— Sí lo tuviera, David, no estaría aquí.

— Entonces ¿Qué hace una mujer tan bella cómo tu soltera?

— Lo mismo que hace un hombre cómo tu soltero.— Roce su pierna con la mía.

— Ninguna cosa se te escapa, eso me gusta.— Dijo en un susurro.

***

— Es aquí.— Le avisé una vez que reconocí el edificio. — ¿Te gustaría pasar?

— No quiero ser ninguna molestia.

— No lo eres.— Solté una risa tonta.

— Entonces está bien, vamos.— Asentí y salí del auto.— Nunca me dejas abrir la puerta.

— No es necesario, tengo dos manos que lo pueden realizar perfectamente la tarea.— Termine la oración esperando que el hombre capte la última insinuacion.



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En el texto hay: humor, amor, amor y odio

Editado: 12.06.2019

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