Mason, cinco años atrás.
Abro los ojos desorientado y miró alrededor, al lado mio envuelta en mis brazos esta Zarah, la capitana del equipo de porristas con su increíble tonificado cuerpo, sus ojos color miel y su largo hasta la cintura cabello colorado. Desde que nos mudamos a este pueblo a las afueras de california y empecé en este nuevo colegio me convertí en el interés personal de muchas de las chicas. Dado que la mayoría de los habitantes de Siconville vivieron toda su vida aquí ya todos se conocen entre ellos, es imposible salir con alguien que no conozcas hasta a su familia entera, por ende cuando llegó yo me convertí en el juguete nuevo que todas querían probar. Si hace lo suman toda la fachada de chico malo que la gente mal interpretada en mis ganas de mantener a todos alejados del desastre que es mi vida, su interés en mí se triplica.
Ya pasaron cuatro meses desde que empezó el semestre y después de ver que no hay nada que pare a Zarah Rosnmond de obtener lo que quiere decidí que por lo menos si va a estar obsesionada conmigo las veinticuatro horas del día por lo menos puedo sacar algo bueno de ello.
Así fue como cuando ayer a las siete de la tarde cuando llegue a mi casa y nuevamente mi mamá y padrastro estaban gritándose mutuamente di media vuelta hacia mi auto, tome mi celular y llame a Zarah. Y aquí estoy, abrazado a ella durmiendo en su cama después de una noche de sexo.
Por lo general después de dormir con una chica me visto, tomo mis cosas, y estoy fuera de la escena en menos tiempo de lo que me llevaría decir chau. Pero como mis alternativas eran o dormir acá, en mi auto o volver a mi casa donde probablemente mi mamá y padrastro siguen gritándose, ya sea peleando o en sus largos noches de reconciliación (inserte vómito aquí) supuse que esta era la opción que me iba a dejar dormir más horas y con menos dolor de cuello.
Me levanto lentamente desenredandome de ella sin levantarla, un chico que no es un idiota dejaría un mensaje diciendo que se tuvo que ir que la ve en la mañana, o le haría el desayuno, o esperaría a que se levante y la llevaría al colegio, o mínimamente se acercaría a ella y le haría algún lindo comentario sobre esta noche en la mañana siguiente.
Pero yo entro en la categoría de idiota, mujeriego, egoísta, jugador, entre muchas otras cosas peores que me han llamado. Y no tengo intención alguna en nunca volver a siquiera mirar a Zarah, mucho menos hacer algún lindo movimiento o comentario hacia ella.
Por eso es que me cambio, agarro mis cosos y salgo por la puerta. Con planes de volver a mi casa, bañarme, cambiarme, y manejar hacia mi lugar escondido en la ruta para pasar las últimas dos horas libres antes de que empiecen las clases. Mis dos horas de tranquilidad, donde nadie grita, pelea, donde no tengo que fingir ser alguien que no soy, ni fingir que me gusta la atención de la gente o la gente que busca atención tan desesperadamente de una persona solo porque se viste bien, no habla sobre su persona y tiene tatuajes. En mi opinión el misterio y la reputación de chico o chica mala/o está muy sobrevaluado, sinceramente no entiendo que es lo que les llama la atención de eso, quisiera que simplemente actuaran como que no estoy ahí. Pero como no es el caso, estas dos horas en el descampado entre ciudades se convirtió en mi lugar favorito de todo el pueblo y ni siquiera está, técnicamente, en el pueblo ya que es a unos pocos kilómetros de distancia.
En cuanto llegue al colegio Zarah ya se había encargado de divulgar a todos los estudiantes de nuestro encuentro, no hice más que cruzar la puerta que ya estaba ahí buscándome. Aparentemente no entiende el concepto de una noche, ya que en su cabeza por alguna razón pensaba que estábamos en un tipo de relación, en cuanto me vio pusos sus brazos alrededor de mi cintura e intentó besarme, intento siendo la palabra clave ya que corrí mi cara y lentamente me desenvolví de sus brazos.
Digamos que cuando te acostas y dejas de mostrar interés en la chica más popular del colegio tu reputación se vuelve la del chico malo, que más de la mitad del colegio odio y ama en secreto, y la otra mitad quiere o ser el o estar con él, ya sea para ser una más de la colección o para intentar ser la que lo cambie. Si bien no puedo decir que estaba muy contento con el resultado de mis acciones luego de unas semanas de tratar de alejar a toda chica que se me cruzara me rendí, decidí que si iba a ser acechado por casi, si no es que todas, las alumnas, y algunos docentes y alumnos, entonces podría por lo menos sacar algo de provecho de la situación.
Desde entonces que salgo con una chica distinta cada fin de semana, y porqué no alguna chica distinta entre semana también. Siendo esto lo más cercano a una relación que alguna vez voy a estar, habiendo tomado la decisión a la temprana edad de seis años de nunca enamorarme, ni estar en ningún tipo de relación. Una chica por semana parecía ser el perfecto plan para crear una imagen que haría que nadie en busca de amor se acercara a mí, y así sigue siendo hasta el día de hoy cinco años después.