ophie
Desde el momento en que vi a Mason en la fiesta mi vida se volvió gris. Todo el dolor y tristeza que solía ser habitual en mi vida antes que él volvió pero intensificado. El simple hecho de respirar era un ejercicio costoso que me lastima. Todo en mi habitación me recuerda a él, a la relación que tuvimos, a todo lo que pasamos juntos, a todo lo que fue dicho, a él con la chica de la fiesta tocando el botón de sus jeans…
Mi cabeza es un mix de emociones. Ya no se que es real. Que de todo lo que me dijo fue verdad y que no. Cuánto de todo lo que vivimos fue real y mutuo, y cuanto solo fui yo y mi imaginación.
Las horas pasaron pero no lograba encontrar fuerza, ni motivos, para salir de mi cama. Perdí la cuenta del tiempo que pase allí. Nadie me llamó, nadie apareció en mi puerta. Nadie se preocupo por mi repentina ausencia en la vida. Ese fue el momento que note cuán insignificante mi existencia es para el resto del mundo. Si algo me pasase en este preciso momento nadie se vería afectado, seguramente nadie lo notaría siquiera.
Los días pasaron, y solo salí de mi cama dos veces. Ambas para ir al baño. Ningún tipo de sociabilidad, ni duchas, ni comida, ni agua. Mis días se basaban solo en llorar y mirar el techo de mi habitación desde mi cama.
Cuando los recuerdos se tornaban demasiado, y la agonía me consumía utilizaba la pequeña navaja en mi cajón de la mesa de noche.
Cuando ya me sentía demasiado débil como para seguir cortandome supe que era el momento. El momento en que no hay vuelta atrás. El momento en que todo debe terminar.
Mason
Después de la fiesta de Russell me desperté en el piso del patio con la mayor resaca que tuve la desgracia de sentir. Por algún milagro logre llegar a mi casa, bañarme y tomar un analgésico. Luego, nuevamente me fui a dormir. Cuando me levanté en medio de la tarde supe que algo andaba mal, entonces los recuerdos resurgieron en mi cabeza. Ophie. El amor de mi vida, la única persona que me saca una sonrisa y me da esperanzas en el amor y la vida. Su cara de devastación cuando me vio con Hillary. Las fotos que Marco me mostró.
Y si Russell tiene razón? Y si fue toda una emboscada de Marco? No, no podría ser. O si?
La próxima semana pasó volando. Toda mi concentración fue dirigida a evitar a Marco. Casi no pasando tiempo en Mindigo. Todos los días me levanto y con agonía vivo en modo piloto. Sin emociones, haciendo lo que se supone debo hacer. Cuando llega la noche y finalmente me acuesto en mi cama el sueño nunca llega, en su lugar un gran dolor y una lluvia de recuerdos invaden mi mente, y lágrimas silenciosas recorren mis mejillas. Mi apetito disminuye de manera considerable, también. La realidad, es que estoy miserable. Nada se compara con el vacío que siento desde que me levanto hasta que me duermo en la tardes horas de la madrugada.
Dos semanas más tarde, entró a Mindigo para dejar los pocos papeles contables que decidí trabajar hoy. Son las diez de la mañana por lo que se que Marco no va a estar aquí. Su hora de ingreso siempre es en algún momento después del mediodía. Sin embargo, cuando entro a su oficina y dejó los papeles en el escritorio su silla se da vuelta mostrándome una cara enfurecida.
“Ya había empezado a sospechar que me estabas evitando.”
Ignorando su comentario comienzo a caminar hacia la puerta.
“Todavía tenes mucho trabajo para hacer.”
Cuando ve que no va obtener una respuesta o reacción por mi parte suspira.
“Es por esa chica, o no?” Sus palabras son como una daga en mi espalda, freno delante de la puerta dándole la espalda. Continua. “En mi opinión no vale la pena.”
“Nadie te pregunto tu opinión” Mi voz suena áspera por falta de uso.
“Verdad.”
Me retiro de su oficina antes de que pueda seguir hablando. Para mi suerte Marco no me sigue, ni intenta llamarme de nuevo. Camino hacia la puerta de salida, cuando Mara una de las empleadas me para. Mira para todos lados nerviosamente, como si alguien fuera a atacarla en cualquier momento. Con voz temerosa y débil dice.
“Él lo armo todo. Le pagó a alguien para que la siga, las fotos estaban fuera de contexto. Ella… ella no quería saber nada con su ex.”
“Ella? Su ex? Que ?”
Mara me mira a los ojos y se queda callada. Un minuto más tarde sus palabras resuenan en mi cabeza, comprendiendo su significado.
“Lo escuche hablando con su detective privado.”
Después de agradecerle y asegurarle que nadie se iba a enterar de lo que me dijo, corro hacia mi auto. Por algún motivo Marco quería separarnos, no se cuales eran esos motivos pero se que ese hombre está muerto para mi. Y que tal vez pierda mi educación y tenga que buscar un nuevo empleo, pero mientras Mindigo sea de su pertenencia no pienso volver a poner un pie allí. Sin embargo, todos estos pensamientos son secundarios. Lo único que me importa en este momento es encontrar a Ophie y arreglar las cosas. Hacer todo lo posible para que me crea y me perdone, y rogar a Dios que no sea demasiado tarde.