Mas de tres años fueron los que me dejaron buenos y malos sabores de boca. La creación de un mundo muy en paralelo al que vivo día a día fue quizás mi piedra en el zapato, sólo que esta tenía un filo incesante. La idea de mezclar la música en base a la literatura me pareció un chiste difícil de tragar. Frank Zappa dijo en su momento que escribir sobre música es como bailar sobre arquitectura, y hasta el día de hoy mantengo mis dudas respecto sobre el libro. Pero ya está, está hecho, redactado. Inclusive, como un aparte, noté bajo un buen análisis a este y creo que tú también lo notarás, en la mitad del desarrollo de este, notarás la mediocridad con la que comencé a redactar y expresar. Soy joven, lo bastante aun, apenas cumpliré los diecinueve en tres meses más; aun me quedan años para pulirle una vez más este proyecto. Recuerdo el verano de 2.016 cuando, en su momento claro, una amiga me insistió en que, por decirle mis pasiones, a que intentara redactar siquiera unas palabras acerca de lo que en mi mente era el cero coma un porciento de THE BLACK CARDS, yo accedí y fue en ese momento que todo comenzó. Una vez más, infinitas gracias, Maite, lo sé. Y quizás, en algunos años más, ahora me concentraré en mi carrera y aspiraciones, o sea, el derecho, a continuar este trabajo al que, pese a tanta rabia y lágrima que boté, he tomado tanto amor y fe a un mundo tan real pero diferente a su vez.
Quizás sea en unos años más, quizás sea en algunos meses, décadas, días. Inclusive ahora, mientras lees y vives, pueda estar haciéndole pasar emociones a mi querido Mateo, Pablo, Agustín, y Felipe. Sea lo que venga a futuro, vendrá…
Matías, Santiago de Chile, 2018.