7:40 PM

El cielo está nublado, parece que va a llover. No me gusta cuando llueve porque entonces significa que tengo que volver a casa. Y volver a casa en este momento es una tortura. Una inmensa tortura. Apenas abra la puerta, sé que los gritos de mi madre y el silencioso llanto de mi padre me recibirán de la forma más tormentosa posible. Luego yo tendré que huir a la habitación que comparto con mis hermanos y cerraré la puerta mientras mi mamá reclama porqué este mes no pudimos pagar cierta factura. Sé que mi papá le explicará la razón, y entonces ella me culpará. Me culpará porque se dio cuenta que tener un hijo estudiando la universidad es demasiado costoso. Bueno, no es gran cosa para las personas que tienen el dinero suficiente, pero sí, para una familia con 3 hijos, un padre que trabaja y una madre que además de ser ama de casa es terapeuta. Sí. Es difícil pagar la primaria de mi hermano menor, la secundaria del que sigue, y mi Universidad. Es difícil pagar las comidas del día, la luz, agua, gas, internet, útiles, uniformes, transporte, materiales ... Y la lista sigue y sigue. Haciéndose cada vez más grande, haciéndose cada vez más costosa y también más imposible de cubrir. Cerraré los ojos, me pondré los audífonos y con la poca esperanza que me queda continuaré con mis tareas porque si no me esfuerzo lo suficiente puedo perder la media beca que tengo, y eso sería mi final. Mi final y el del sueño de convertirme en Abogado. Así que, con la convicción de lograr lo que quiero, solo me esfuerzo por sobrevivir entre tareas y trabajos escolares. Pero, por ahora me gusta sentarme en el césped de las canchas de fútbol. Me gusta que el viento atraviese mi ropa y los árboles se sacudan. No soy fan de que las nubes se junten haciendo del cielo un fondo oscuro a punto de dejarse caer, pero de todas formas me quedo aquí, esperando a que la lluvia me dé una excusa para volver a casa.