El universo es basto. Si El universo es basto. Siempre se da por hecho, es algo que no causa duda o incertidumbre. Es inmensurable. Pero solo cuando estás a cuatro kiloparsecs del planeta más cercano, es cuando entiendes el significado de la palabra soledad. Mi nombre es Eustace Runner y estoy a cuatro kiloparsecs de Kepler KH2231, el planeta más cercano a mi posición actual. Ah, casi lo olvidaba, mi nave no tiene combustible.
—Argos, recuérdame por qué estamos varados en medio de la nada, por favor...
—Verá, Capitán, los sensores de funcionamiento dejaron de funcionar después del último salto sin que su respectivo protocolo anunciara lo sucedido. Lo que no alarmó que el combustible se escapó por una fuga en las válvulas de distribución.
—Hmmm ya veo —dije un poco molesto.
—Lo siento, debí estar más alerta de los sistemas.
—Déjalo, está chatarra es quien tiene la culpa.
La "chatarra" era una veleta InterGalax de hace treinta años, más antigua que su capitán. Argos no era sino un androide de navegación a unos cuantos desajustes de considerarse obsoleto, pero, es la única compañía en este océano oscuro.
Antes de quedar varados nos dirigimos a una misión especial encargada por el mismísimo Lord Farah, gobernador de toda la galaxia de Andrómeda. Se deben preguntar cuál era dicha misión, pues, prácticamente debo llevar a cabo mi trabajo como Centinela, acabar con un planeta entero.
—Capitán, los muchachos de Recuperación están por llegar.
—¿Ya se comunicaron?
—Si me permite, entablaré comunicaciones con ellos en un instante.
—Vale, hazlo.
No era fácil realizar una conexión en medio de la nada. Al menos no para embarcaciones pequeñas como las que utilizábamos. ¿Cómo decirlo?, veamos... No puedes lanzar una señal a ciegas, sería como arrojar una piedra al mar, nadie se enteraría nunca, sería un tremendo gasto de energía desperdiciado. Así que hacemos un pequeño juego de Marco-Polo. O la que sería la versión espacial. Arrojamos ondas de radio con una señal muy débil, un simple "plop" justo hacia la dirección de donde esperamos que venga la ayuda, después ellos regresan la misma señal con un "plip" y bingo.
—Hemos hecho conexión, Capitán.
—¡Gracias!, aquí el capitán Runner, de la InterGalax FT338, ¿con quién tengo el placer?
—Aquí Trerstelar TH7788, habla el Capitán Hegar, traigo la fragata...
—¡Una fragata! —interrumpo de golpe.
—Si, los superiores dijeron que se trajera una fragata Luminosity XP223...
—Santo cielo...
Los de Trerstelar se encargaban de llevar a cabo trabajos de recuperación de naves y de embarque, era un buque impresionante. Por su parte, la serie Luminosity eran populares por dos cosas: Su velocidad y su hermoso color blanco reluciente, las llamaban estrellas fugaces...
—¿Necesita ayuda en algo más?
—Sí, ¿pueden ayudarme a mover algo hacia la Luminosity? —respondí.
—Por supuesto, ¿de qué se trata?
—Un Hades...
—Ja ja ja vamos, Capitán, no bromee con esas cosas...
—No es broma... —¿Qué hace el capitán de un veleta podrida con un arma de destrucción masiva en medio de una ruta abandonada?
—Centinela Eustace Runner... ¿Eso le da aclara algo?
—Runner... No reconocí su nombre... —dijo con la voz temblorosa—. Mil disculpas no quise llamar veleta podrida a su nave.
—No se preocupe Capitán Hegar, no culpa suya, los Centinelas no tenemos mucho contacto con los chicos de Recuperación, es normal que no nos presentaran antes... Y con respecto a esta veleta... Después de pasar al Hades y a nosotros a la fragata, ¿podrías volarla?
—¿Señor?
—No tengo un apego sentimental con ella, mientras tenga a Argos conmigo, estaré bien.
—Ya veo.,. Como guste, Capitán Runner.
Un brazo mecánico llevó al Hades hasta la Luminosity, mientras nosotros hacíamos lo mismo desde el puente. Una fragata nueva huele a gloria.
—Debería ponerle nombre a la nave, Capitán.
—Es cierto... Veamos... Argos, ¿una idea? —Un nombre griego, ¿quizás?
—Supongo que es algo normal por aquí... Urania.
—¿Urania?
—Suena bien señor —respondió Argos.
—Bueno, amigo Hegar, la Luminosity XP223, Urania, zarpará en este momento...
—Señor...
—¿Qué sucede?
La voz de Hegar sonaba sombría. Yo sabía de qué se trataba, un Hades no era algo que se lleva a bordo sin un motivo muy específico. Su silencio fue más largo de lo que esperaba.
—¿Capitán Hegar?
—No es nada, disculpe usted.
—Descuide, Argos y yo estamos agradecidos, empezaba a marearme de estar a la deriva.
—Fue un placer...
Nos alejamos un poco hasta que el destello de InterGalax al explotar hizo alertar a los sensores de nuestra nueva nave. Un mudo resplandor chocó en mi retina. Después de siete años a mi mando, un mudo adiós entre nosotros colapsó, como una estrella que se apaga.