The Dark Sky

Capítulo 5 ~ Desolación

Hospital general de Neis, 4 de abril de 1985
 


— ¡Necesito un doctor rápido! — Gritaba un hombre con desesperación.

El hombre entro al hospital con una pequeña en brazos. Las enfermeras y doctores atendieron el llamado de aquel hombre que se encontraba a abatido.

— Llevenla a observación — Ordenó el doctor — Tranquilo, todo estará bien — Agregó el médico viendo al hombre a los ojos.

Pasaron las horas y el hombre no tenía noticias de la pequeña. Las manecillas del reloj avanzaban con lentitud, el ambiente era denso y aquel hombre sentía que le faltaba el aire.

“Tic Tac”, oía el reloj con un eco como si estuviese solo. Pasaron 5, 7, 11 horas y nada aún, estaba harto de estar en esa sala mientras su mente le decía que algo andaba mal, que algo malo iba a pasar.

Luego de varias horas salió el doctor y el hombre se acercó rápidamente.

— ¿Cómo está mi hija doctor? — Pregunto alterado.

— Su hija está bien, logramos estabilizarla — Respondió el médico.

— ¿Qué es lo que tiene? — Cuestionó el hombre en un tono calmado, pero de igual manera nervioso.

— Su hija tiene asma. Una enfermedad respiratoria que provoca que las vías respiratorias se hinchen y se estrechen — Dijo el doctor.

— ¿Puedo verla? — Dijo el hombre.

El doctor asintió y guió al hombre al cuarto donde encontraba su hija entubada, con un oxígeno y profundamente dormida. El hombre se acercó a su hija y se inco tomando su mano.

— No me dejes por favor, eres lo único que tengo — Decía entre sollozos.

De pronto el sonido de su radio hizo que calmara un poco sus lágrimas para tratar de disimular.

— ¿Qué ocurre? — Dijo con voz cortada.

— Están asaltando la tienda de Edward — Respondió una voz femenina.

— Voy en camino — Dijo el oficial.

El oficial miro a su hija y prometió que regresaría lo más rápido posible, salió de la habitación y del hospital. Subió a su unidad y empezó a llorar nuevamente, no podía creer lo que estaba pasando, arranca al auto y partió a la tienda de Edward.

Al llegar a la tienda fue recibido por disparos desde dentro del local lo cual hizo que se escondieran y pidiera refuerzos. Tomo su arma y salió del auto para repeler la agresión. Eran 4 adolescentes los que habían asaltado a Edward y ahora tenían como rehenes a unas 5 personas.

Los disparos seguían hasta que mientras el oficial se ponía en cubierto para recargar se dió cuenta que no tenía más municiones y los refuerzos aún no llegaban, aún así se armó de valor y salió para usar las últimas balas que le quedaban. Pero de repente, el oficial vio algo que lo dejo en shock por completo.

Los refuerzos llegaron y lograron detener a los jóvenes y rescatar a los rehenes. Uno de los compañeros de aquel oficial lo miro y trataba de llamar su atención, pero seguía en shock hasta que el sonido de su teléfono lo saco de aquel trance.

— Jhonson — Dijo.

— Señor Jhonson... soy el doctor William. Es difícil decir esto, pero... su hija acaba de fallecer — Dijo el doctor con una voz triste.

El oficial Jhonson dejo caer el teléfono para posteriormente caer él de rodillas y soltar en llanto; su mundo se había acabado en ese momento.

— ¿Todo bien? — Dijo su compañero.

— Sí... debo ir a hacer algo — Respondió como ido.

El oficial Jhonson llegó al hospital y corrió a la habitación donde se encontraba su pequeña y la miro, con los ojos cerrados como si estuviese durmiendo como la dejo horas atrás. No podía creerlo, no quería asimilarlo, soportar la idea de que su única compañera ya no se encontraba en este mundo.

Eran las 5:40 de la tarde, el viento soplaba, el cielo se encontraba gris y familiares juntos a amigos lloraban la partida de aquella pequeña. El padre daba el último adiós y oraba por el descanso eterno de la pequeña que ahora descansaba junto a su madre. Los primeros palazos de tierra cayeron sobre la caja de madera y junto con la tierra caían gotas de lluvia ya que el cielo igual lloraba la perdida de aquella pequeña.

Después de aquel funeral, el oficial Jhonson volvió a la comisaría donde todos lo miraron asombrados y sorprendidos.

— ¿Qué? ¿Me pinte  mal? — Dijo de una manera sarcástica y de mala manera.

— Pensábamos que no iba a volver sino hasta mañana — Dijo la secretaria que era una dulce anciana.

— El crimen nunca descansa o ¿sí? — Dijo mientras iba por una taza.

— Pero... usted — Susurro la anciana.

— Estoy bien. Ahora... todos a trabajar — Ordenó mientras se servía café.

El oficial Jhonson se dirigió a su oficina y se sentó mirando a la venta tras de él y empezó a llorar de nuevo, eso de hacerse el hombre fuerte no era para él.

— ¿Qué haré sin ti? — Murmuró mirando al cielo.

Tocaron a la puerta la secretaria. La anciana lo miro con ojos de amor, de aquel amor de madre cuando ve a su hijo sufrir.

— ¿Qué ocurre Marisa? — Pregunto el oficial.

— Robó en la gasolinera en la salida del este — Respondió la dulce anciana.

— Voy en camino — Respondió levantándose de su asiento.

4 Meses Después.
 


«Edna Isabella Jhonson Smith 1972—1985  “Pequeño ángel que ahora se encuentra en el reino de los cielos”» Se leía en la lápida de la pequeña. El oficial Jhonson se arrodilló ante la tumba de su hija y coloco un ramo de rosas blancas (las favoritas de ella) y se levantó para mirar fijamente a ambas tumbas, la de su amada y la de su hija.

— Estos meses sin ustedes han sido difíciles. Aún no sé porque te la llevaste, pero debes de tener tus razones, quizás te sentías sola allá arriba y necesitabas la compañía de tu hija — Decía el hombre mientras lágrimas caían.

De fondo escucho voces así que volteo y miro a una mujer entrar con un pequeño. La mujer y el pequeño se pararon frente a la tumba frente a él y las miradas se cruzaron aunque ninguno hablaba. Al final rompieron el hielo.




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