Había pasado días desde aquella vez que iba ser prostituida, no había ido a la escuela, no quería salir, no tenía ganas de nada. Emely se encontraba en una profunda depresión e incluso su abuela trato de animarla más no pudo lograrlo.
Pasaron días tras días hasta que un día el sonido de una notificación llamo la atención de la pequeña. Era un correo de su mamá así que se emocionó ya que no había tenido noticias de ellos desde que la dejaron a cargo de su abuela.
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Querida Emely.
Perdón por no escribirte antes, pero tú padre y yo hemos estado muy ocupados. Estamos en México y encontramos varios artefactos de las civilizaciones Olmecas en parte de Veracruz y Yucatán.
Espero estés bien y no hagas sufrir tanto a tu abuela mi niña traviesa. Bueno, sólo quería decirte que en tres días iremos a Japón de visita para verte.
Te quiere tu mamá.
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Los ojos de la pequeña se llenaron de lágrimas y grita de felicidad alertando a su abuela que subió lo más rápido que pudo a su habitación.
— ¿Estás bien? — Pregunto preocupada la anciana.
— ¡Abuela! ¡Mis padres vendrán! — Grito con emoción.
Entre los gritos de emoción de la pequeña se colo el ruido del timbre de la casa. La anacian dejo la habitación de su nieta para bajar y abrir la puerta. Al abrirla alguien inesperado estaba ahí.
— Hola señora. ¿Se encuentra Emely? — Dijo una voz de un joven.
La anciana subió de nuevo a la habitación de la chica que aún seguía con una tremenda alegría.
— Alguien quiere verte — Dijo la anciana.
— ¿Quién? — Cuestionó.
— Un chico — Le respondió sonriendo.
Emely salió de la cama y se dirigió lentamente a la escaleras, bajo poco a poco y sus ojos mostraron sorpresa.
— Hola, Emely — Dijo en un tono amigable.
— Ha-Hanabi — Murmuró — ¿Qué haces aquí? — Pregunto ocultando su felicidad.
— Este.... como no te había visto en la escuela por semanas quise venir a verte — Respondió apenado — Y también... quería saber... si... ¿Quisieras salir conmigo? — Agregó.
Emely se sonrojo haciendo notorio el cambio de color en su piel.
— Bu-bu-bueno si tú quieres — Dijo nervioso el chico.
Emely sintió juegos artificiales explotar en su interior, era una felicidad inexplicable, un sentimiento que nunca antes lo había sentido.
— No creo que me dejen salir — Dijo con una voz inocente.
A decir verdad ella se encontraba en un dilema ya que por una parte si quería salir con aquel chico, pero por otra aún tenía el miedo infundado por Yuko y sus amigas.
— Emely... debes salir — Dijo la anciana desde las escaleras.
Emely subió a vestirse y en unos minutos ya estaba lista. Ambos salieron de la casa y se dirigieron al distrito de Harajuku.
El camino era denso, nadie hablaba. Los nervios de Emely eran muy grandes, pero trataba de disimular más no hallaba tema de conversación, hasta que...
— Que libro tan peculiar — Dijo la chica.
— ¿Esto? ¡Sí! es un manga, se llama “Sword Adventure” — Respondió nervioso.
— Se ve entretenido — Dijo ella.
— Sí, lo es — Respondió rápidamente.
Llegaron a la estación Harajuku. Al salir Emely se admiro al ver tantos jóvenes disfrazados o vistiendo vestuarios llamativos y/o diferentes.
Caminaron por sus calles, por sus centros departamentales. Después viajaron al distrito de Arakawa. Estuvieron un rato sentados en el césped junto al río. Después viajaron al distrito Meguro y al llegar ahí algo le llama la atención a Emely.
— ¿Qué hermoso lugar? — Dijo sorprendida.
— Lo sé... me gusta venir aquí — Respondió el jóven.
— ¿Por qué? — Cuestionó con intriga.
— Abajo ahí un pequeño río y los árboles de cereza me dan una paz interior — Dijo con una pequeña sonrisa.
Al caer la noche llegaron al distrito de Shibuya. Emely al ver de nuevo ese lugar recordó aquella noche con Yuko.
— ¿Qué hacemos aquí? — Pregunto con un poco de miedo.
— Fue aquí donde te ví por primera vez y es un lugar especial — Respondió — Además el mejor cine está aquí —
Todo era felicidad para Emely, pero para alguien más no era así.
*sonó el teléfono de Yuko*
— ¿Qué sucede? — Dijo la rubia.
Yuko miro su teléfono y vio algo que la enfureció.
— ¡Maldita! —
Ya había acabado la película y ambos chicos iban de regreso a la casa de Emely. El trayecto fue igual de denso, pero está vez Emely se encontraba más cerca de él.
— Me divertí mucho — Dijo Hanabi.
— Yo igual — Respondió Emely con nerviosismo.
— Espero volver a repetir este día — Murmuró sonriente.
Emely llegó a su casa y subió a su habitación donde se tiró y empezó a llorar de felicidad, no lo podía creer. Después de tantas cosas malas siempre llegan cosas buenas.
La noche profundizaba más y la pequeña se encontraba en el mundo de los sueños hasta que un ruido la despertó de golpe. Miro a todos lados y no hallo la causa de aquel ruido en su habitación así que salió de él y se colocó en medio del pasillo.
— ¿Abuela? — Dijo en voz baja.
Tras no recibir respuesta siguió caminando, pero algo no andaba bien, el frío era más helado, el ambiente tan denso que la sofocaba. Llegó a la planta baja, pero nada.
El ruido siguió sonando, pero ahora fuera de su casa así que salió y una densa neblina le quitó visibilidad. Así sin poder ver camino hasta que poco a poco la niebla se disipó. Ella sentía que había caminando un largo trayecto más no fue así ya que sólo había avanzado 5 metros.
Cuando la niebla desapareció se detuvo en seco ya que frente a ella no había nada más que un vacío lleno de oscuridad, de hecho, el suelo donde estaba su casa se encontraba destruido al rededor, destruido como si hubiera un terremoto que sólo destruyó los alrededores, pero donde está su casa no.
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Editado: 25.06.2020