Loewen abrió los ojos con pesadez. Una terrible sensación de dolor la acogió en seguida, casi como un golpe. Sentía como sus músculos intentaran consumirse, como si cada uno de sus huesos estuvieran siendo disueltos en algún acido especial y su piel fuese quemada a fuego lento.
—Loewen… ¿Estás bien? —preguntó Briana.
—¿Sigo viva?
—Me temo que sí.
—Entonces no, no estoy bien.
Briana sonrió, debido a que la mente de Loewen fue ocupada totalmente por la liberación del uno de sus atributos únicos, la consciencia histórica se vio obligada a salir de ahí si no quería ser exterminada como el resto de las cosas alrededor de la portadora. Estaba presenta de la forma física que Loewen había creado para ella.
—Ha sido un golpe duro —la ayudó a incorporarse— ¿Cómo te sientes?
—Tengo ganas de exterminar todo ¿eso es normal?
Briana asintió.
—Considerando el tipo de poder que usaste, sí.
—¿Qué tipo de poder use?
Su extraña consciencia iba a hablar, pero entonces una voz mecánica y nada agradable invadió el lugar donde se encontraban.
LOEWEN RENINGER, DIMENSIÓN: ÚNICA, PRIMERA PRUEBA: APROBADA.
—Vale pues gracias por tu anuncio maquina asesina de personas —negó la pelirroja— ¿Y ahora qué? —preguntó hacia Briana.
—La verdad es que no lo sé, no entiendo que esperan que hagas.
Loewen se puso en pie y miró a su alrededor. Selva. Eso era lo que veía. Aves cantoras, grandes árboles que tapaban el cielo, musgo, lodo y seguro animales que no precisamente eran de esa dimensión.
—Bien, solo nos queda caminar.
—No creas que no he puesto atención, antes de que fuera un tipo de selva amazónica, era un desierto y antes de eso era una montaña empinada llena de nieve.
—¿Eso qué quiere decir?
—Que… o esta cosa se averió, o tienes que pasar por lo cambios climáticos y problemas naturales en cuestión de horas.
—¿Cuánto tiempo dormí?
—Como un día entero.
—¿Qué? —la pelirroja asintió—, ahora comprendo hambre que tengo.
—Sí, gran parte de tu supervivencia ante la vida es por tu condición de única, agradezcamos eso.
—¿Eso quiere decir que puedo durar mucho sin comer?
—En teoría sí, más que los de esta dimensión. Pero creo tú si morirías, eres demasiado comelona. Venga, vamos que, si no nos toca frío y para que tentamos a la suerte, nuestra prioridad debe ser encontrar a Eiden —dijo Briana tomando la delantera.
—O podríamos ganar los juegos.
Briana se detuvo en seco, provocando que su cabello rosado se revoloteara con intensidad al momento de volverse hacia ella.
—¿Estás loca? Nunca podrías ganarles.
—Wow, eso fue duro ¿por qué no? ¿Qué no tengo poderes excepcionales o algo así?
—Dime Loewen, ¿El poder te maneja a ti o tú al poder?
—Sí, mejor me callo.
—Mejor.
—Aunque aún no lo entiendo, ¿qué los hace mejor que a mí?, Eiden ni siquiera entrena tan duro.
Briana rio y la miró con cara de incredulidad.
—¿Crees que llegar a ser quien es él fue fácil?, eso es absurdo, él sigue empeñándose todos los días en ello, porque solo los poderosos saben que no hay día sin que se deje de aprender.
Loewen levantó las manos en forma de rendición y sonrió.
—Parece que te gusta.
Briana siguió caminando, esquivando ramas y pisando con fuerza el lodo que había en el camino.
—Que gracioso que lo digas, ya que yo soy tú —se paró y regresó su cabeza un poco para lograr verla— ¿Qué piensas ahora?
—Que puedes llegar a ser realmente pesada —asintió.
—Sigues hablando de ti misma.
—¡Pues mi misma! ¡Eres una pesada! ¡Debería callarme de vez en cuando!
Briana rio y continúo caminando, debían encontrar a alguien cuanto antes, de preferencia, alguien que los ayudara y no les echara pleito.
Caminaron por largo tiempo, Loewen no podía medir cuanto, pero enfrentaron dos de los cambios climáticos de los que Briana les había hablado con anterioridad. El calor era insoportable en ese momento. Estaban en medio de un desierto enorme, el aíre era sofocante y seco, su piel se cortaba deshidratada, sus labios estaban resecos y moría de sed. Justo en ese momento extrañaba el frío con el que habían estado trabajando hace un rato, pero siempre decía eso, si estaban en frío, quería calor y viceversa.
—No llegamos a ningún lado —se quejó Loewen caminando con pesadez—, no hay sombra, agua o comida.
—Se supondría que ya deberíamos habernos encontrado con algo.
—¿Bromeas cierto? —dijo la pelirroja con incredulidad—, hasta ahora ya nos hemos enfrentado a un Jouma, un Gleppus y dos Yunkys.