The flip side

Capítulo 3: The Strokes

Tuve la suerte de no encontrarme con Alba al llegar a la habitación. Tire bolso en cualquier lado y cuando fui a encender mi equipo de música, vi un panfleto encima de él. Era la foto de dos idiotas y Corky, en un escenario cantando, con el nombre The Strokes gigante y la dirección de una locación que no me moleste en leer. Resople fastidiada y puse la música a tope para luego meterme a la ducha.  

Nunca iba a la presentaciones de The Strokes, nunca iba los sábados al bar de Hermes ya que era el día fijo para ellos tocar, y tampoco asistía a las fiestas de la facultad de música o cualquier otra fiesta, dónde sabía que ellos estarían.  

Froté mi cara con fuerza bajo el agua y traté de pensar en otra cosa que no fuera en ellos. Al salir, me sentí inspirada para componer algo por lo que tome mi guitarra gris plomo y también acerque mi libreta con mis letras incompletas.  

Me aclaré mi garganta y probé tarareaba un par de melodías antes, luego solo empecé a cantar: 

No puedo olvidar las cosas que perdimos.  
Las miradas y palabras que no compartimos.  
Pero aunque me duela, nunca podré renunciar  
A la manera en que me hace sentir tu amor.  


Desgarre las cuerdas de mi guitarra encontrando la rítmica adecuada. Seguí escribiendo en mi libreta: 


A la manera en que tus ojos me dicen te amo.  
A los recuerdos, y a todas las cosas  
Que hemos hecho. Todo lo que amo y he  
Perdido…. 

—… seguirá viviendo en mi pecho. —termine de cantar en un hilillo de voz y suspire.  

Me quedé varios segundos observando hacia la nada y con mis dedos apenas rozando las cuerdas de la guitarra. 

Giré mi vista vagamente hacia la foto que tenía con papá en unos de sus conciertos, sobre el buró al lado de mi cama. Ya hacía casi una semana que no hablaba con él, y ese vacío volvía a apoderarse de mi. Miré de nuevo mi libreta, y cante una parte más: 


Cuando era una niña, tus brazos fueron mi refugio… —cerré mis ojos—. Tu amor fue mi consuelo en la oscuridad… 


Cerré mis ojos y respiré hondo. Dejé de tocar y cerré mi libreta, vi la hora y eran más de las diez de la noche. El sentimiento de soledad me alcanzó y al final, me alisté para salir. Cornelia me atravesó con la mirada al cruzar la recepción y subí mis manos mostrando las palmas.  

—Lo sé, a las once nadie entra y nadie sale.  

—Si te veo subir por la ventana… 

—No tengo esa habilidad, adiós.  

Finalmente salí, y con las manos en los bolsillos en mi chaqueta caminé hasta la fiesta que sabía que harían a dos calles de la universidad. Habían muchas personas por ahí así que no me importaba salir sola a esa hora, además con tal solo llegar a la esquina de la cuadra de la casa donde era la fiesta pude ver que el lugar estaba abarrotado de personas.  

Me hice espacio entre las personas. En el camino vi varios conocidos que saludé con abrazos, besos y algunos o mejor dicho la mayoría, con un puño. Al entrar por fin a la casa, me dirigí hasta la cocina y allí tomé la primera bebida que se me atravesó.  

—¡Layla!  

Ashley, una chica que iba un año más abajo que yo, me saludo detrás de la barra de la cocina. Subí mano para saludarla y luego nos encontramos en el pasillo. 

—¿Planeas divertirte mucho hoy? —insinuó y dio toques en mi costado con su codo. Yo reí. 

—Quizás —me encogí de hombros y di un sorbo a mi bebida—. Depende.  

—Ven.  

Me tomó de la muñeca y llevo hasta un grupo de chicos en la sala. Allí estuve por un rato, bebiendo, jugando a quien tomaba más shots, a la botella y lanzando pelotas dentro de vasos en hileras.  

Más de una vez intentaron hacer que perdiera para que yo así me quitará una prenda de ropa, pero eso nunca ocurrió. Si tomé muchos tragos, shots y demás, pero ninguna prenda fue lanzada. Creo que eran un poco de las tres de la mañana, cuando salí al patio trasero de la casa. La gente se estaba acumulando en un sector específico y las chicas daban gritos eufóricos, yo no entendía que estaba pasando por lo que me acerqué para saber.  

—Que alboroto.  

Alguien habló a mi lado. Alguien que tenía la voz muy gruesa y una altura intimidante. Apenas giré a verlo, y cuando lo hice no pude dejar de repasarlo una y otra vez. Era de piel bronceada, su el cabello era oscuro y en puntas hacia arriba, sus ojos eran algo rasgados. Llevaba un sudadera negra con capucha y bebía whisky con la mayor lentitud.  

Whisky. En una fiesta universitaria. 

Él ahora me veía mi, con gran afán y luego me dio una sonrisa cálida.  

—Brandon. —se presento sin más, pasando su mano hacia la mía. Reí por la formalidad entre tanto bullicio. 

—Layla. —me encontré presentándome. Sus orbes azules me detallaron a la vez con una comisura de su labios se levantaba. 

Su toque fue muy delicado por la suavidad de su mano. 

—¿Estudias en Ontario? —dije refiriéndome a la universidad. 

—No, en la Universidad de Toronto—respondió y gire más su cuerpo hacia el mío—. Estoy de visita. 

—Ah —no supe que responder. Creo que estaba algo absorta por su físico, era guapo y… mayor que yo—. ¿Ahora los planes turísticos incluyen facultades universitarias? 

—¿No has oído que lo más nativo de cada ciudad está en las facultades universitarias? —respondió con vacilación y una sonrisa coqueta. 

Giré levemente mis ojos hacia el entorno, presionando mis labios. Seguían personas moviéndose de un lado a otro.  

—Hay mucho atractivo en Ontario. 

—Ahora lo veo. —mantuvo su mirada mientras lo dijo y eso me hizo alzar las cejas. 

—¿Político? 

Intenté adivinar su carrera y dio una carcajada. 

—Relaciones públicas. Pero, parte de mi familia está en la política —dio un leve asentamiento de cabeza—. ¿Facultad de música?  

—¿Cómo lo sabes? —entre cerré mis ojos.  

—Presentimiento. 

Siguió con tono jocoso y después, alguien llegó hasta a mi lado con gran entusiasmo. 

—¡Layla! Si eras tu. —Evie gritó. 

Parpadeé, algo aturdida por la cantidad de personas alrededor y los niveles de alcohol que tenía. Miré mejor a la chica de cabello azabache y ojos esmeralda. 

—Evie.  

—¿Qué haces aquí? —puso su mano en mi brazo, quitando un mechón de su cabeza de la frente. Luego miró hacia Brandon—. ¡Ah! Y tú estás aquí. 

—Lo estoy. —dijo divertido viendo a Evie.  

Alcé mis cejas una vez más al ver que se conocían y ladee mi cabeza. Brandon le dio un sorbo a su trago, mientras una sonrisa divertida bailaba en sus labios y sus ojos estaban sobre mi.  

—¿Que haces tú aquí? —hablé y ella rio. Iba un tanto ebria.  

—¡A ver la presentación de los chicos! Creí que no vendrías. —otro grupo de personas paso y eso hizo que los tres nos tuviéramos que rodar. Empecé a oír a alguien a través de un micrófono. 

—¿Qué? 

Ella iba a decir algo más, pero el sonido de una guitarra eléctrica la interrumpió y a ella se le iluminó la mirada. Todos los demás comenzaron a gritar, y yo miré hacia atrás. Enarque una ceja.  

—Ya empezaron. —Evie salto emocionada. La miré. 

—¿La banda de tu amigo? —murmuró Brandon a Evie con familiaridad. No deje de mirarlos uno a uno.  

—Si. The Strokes.  

Volví la mirada hacia al frente, y pude localizarlos en un hueco que hacía entre la gente. En efecto, vi a Raymond tocando la guitarra y cantando, junto a Travis y Corky. Por ellos era el alboroto.  

Las personas siguieron acumulándose, y empujándome. Evie se mantuvo a mi lado, y cuando empezó a ser audible la canción, ella junto a los demás tarareaban fuertemente. Junte mis cejas y cruce mis brazos. 

 



#1978 en Joven Adulto
#12080 en Novela romántica
#2384 en Chick lit

En el texto hay: amorodio, bandasrivales, bandas de rock

Editado: 12.02.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.