Lindum era una de esas comunidades a las que todos querían pertenecer, un lugar de ensueño según las fuentes que tenían información sobre aquel reino. Lindum era básicamente un reino perdido, un reino próspero y rico pero que pocas personas fuera de él sabían que existía.
Situado en alguna parte del mundo o quizás del mismo universo, con una vegetación y población fuerte, sana, sin ningún problema. Cada persona tenía una característica que les diferenciaba de otras, quizás pueda ser su color de pelo, gris plateado en el caso de los Daelfis, habitantes del condado de Aquitania, o negro puro, como la familia Real.
En Lindum existían cinco condados, todos colaborando para tener una buena subsistencia entre ellos, compartiendo todos los beneficios para que el reino siga siendo un reino próspero.
Todo en Lindum va bien, pero comienza a haber fallos por un Príncipe que, por un incidente matutino llega tarde a los preparativos de uno de los eventos más importantes de la temporada, por no decir el más importante, parando todo lo que el condado que dirige ha avanzado; pero rápidamente todo vuelve a la normalidad.
Frix, atemorizado por su madre, la Reina, intenta explicar lo sucedido, pero por alguna razón, no le toma importancia a lo que su hijo dice y decide culpar a un preso, un rebelde que estaba en contra de Lixus -la cabeza del reino- y decide exiliarlo aprovechando la oportunidad.
Los guardias se lo llevan, siendo escoltados por otro Príncipe, Filax, jefe de la Guardia Real y legítimo heredero del trono, prominente y fuerte, con una armadura plateada diseñada por Frix, tercero en la línea de sucesión y responsable del condando de Pyxos, el condado encargado de suministrar la tecnología en Lindum.
El rebelde se aleja, dejando un gran interrogante en el aire del pueblo, ¿dónde lo llevarían, siendo esto un lugar sin apenas sitios para encarcelar? ¿Lo matarían? ¿O lo llevarán a Moenia?