|PARTE 1: EL REGRESO DEL HÉROE|
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Prólogo I
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El intenso olor a humo fue lo que lo despertó, alertándose al encontrarse en medio de la oscuridad. Los recuerdos de lo ocurrido volvieron de golpe a su mente al mismo tiempo que el dolor que poco a poco se extendió por todo su cuerpo, producto de las heridas obtenidas en la batalla que, estaba seguro, no ganó.
Se levantó con pesadez del suelo frio en el que se encontraba tendido, apoyándose en sus codos para poder incorporarse. Su mirada viajó por todo el lugar. El humo y la oscuridad habrían evitado que cualquier persona normal lograra ver algo en esa situación, afortunadamente él no era cualquier persona y mucho menos normal.
No buscaba una salida, mucho menos al responsable de aquello, buscaba a la persona que había estado con él durante la explosión y el inminente derrumbe que le siguió.
Y entonces, justo cuando sus nervios comenzaban a alterarse, lo encontró…
Su cuerpo tenso se estremeció y, a pesar del dolor, se puso de pie de un salto para correr hacia él.
—No, no, no—dijo una y otra vez arrodillándose frente a la persona cuyo cuerpo estaba enterrado entre los escombros—. ¡Maldición!—rugió presa del dolor y el pánico comenzando a apartar los restos de techo y columnas de concreto que aprisionaban a su amigo.
En ese momento sólo podía pensar en su salvación, en lo mucho que deseaba que estuviera bien y en la enorme culpa que sentía por haberlo arrastrado a eso.
Porque si alguien tenía la culpa sobre lo que había ocurrido, ese era él.
—Por favor despierta—suplicó con voz rota tomándolo entre sus brazos cuando al fin logró liberarlo, sólo entonces notó el color carmesí cubriendo su ropa sucia y el charco del mismo tono sobre el cual ahora se encontraba sentado—. No me hagas esto, por favor—insistió tomando su rostro frio con sus manos enguantadas—. ¿Qué pasará con nuestros padres? ¿Con las chicas? ¿Y tus planes para la universidad?—sollozaba con el cuerpo tembloroso, gruesas lagrimas comenzaron caer dejando un rastro húmedo en su piel sucia—. ¡Abre los ojos!—exclamó entonces retirando con brusquedad el antifaz que cubría la mitad de su rostro—… Por favor…—Imploró dejando caer su cabeza contra el pecho inmóvil de quien ahora se encontraba envuelto en sus brazos, inmóvil, frio y tranquilo.
Se había ido.
Lo había perdido y todo era su culpa.
¿Qué clase de héroe era si no podía proteger a los que ama?
Sin duda no era ninguno.
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TRES AÑOS DESPUÉS
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«En otras noticias, Light Fury intervino en el incendio de un edificio la noche anterior salvando a…»
La tenue voz del presentador de las noticias llegó a sus oídos obligándola a despertar, el olor a tocino y huevos se extendía desde el primer piso hasta su habitación haciendo gruñir a su estómago.
Perezosa, abrió los ojos parpadeando hasta que se acostumbró a la luz que inundaba su habitación. Sus huesos crujieron cuando se sentó sobre la cama, estirando sus brazos y espalda para alejar el adormecimiento que se apoderaba de su cuerpo.
«La pregunta aquí es, ¿Light Fury realmente es apta para el trabajo?»
Gruñó ante aquello a la par en que se calzaba sus pantuflas para después levantarse de la cama.
Si había algo que odiaba era que juzgaran las acciones de la heroína. Es verdad que cometía errores pero ¿quién no lo hacía? No es como si existiera un manual sobre cómo ser un buen héroe.
«Creo que hay que darle un poco de crédito, al menos se esfuerza y hace más bien que mal.»
Esta vez fue la voz del copresentador, el único cuerdo en ese absurdo programa de televisión.
Dirigió su mirada a la pantalla, concentrándose en el hombre castaño que defendía a la heroína.
«Lo que yo digo es que en muchas ocasiones ha empeorado las cosas en lugar de ayudar.»
Insistió el otro, un hombre rubio de mirada penetrante. A través de la pantalla, podía sentir el odio en su mirada; estaba claro que a él no le agradaba Light Fury.
«Night Fury nunca dio tantos problemas.»
Y esa era la segunda cosa que odiaba.
Comparar a Light Fury con el héroe desaparecido era una locura, ¿cuándo entenderían que no eran iguales? ¿Cuándo olvidarían al sujeto que los abandonó? ¿Cuándo comenzarían a apreciar realmente el esfuerzo que Light Fury hacía por protegerlos?
¡Night Fury se había ido! Ella estaba ahí, protegiéndolos día y noche; pero nadie parecía darse cuenta de eso.
—¡Leily baja a desayunar!—el grito de su madre resonó en toda la casa sacándola de sus pensamientos.