The Furies

Capítulo 12

Hojeaba con detenimiento una de las libretas de bocetos de Hiccup, cuando escuchó la puerta principal abrirse; una clara señal de que sus padres habían vuelto.

Los fuertes pasos de su padre resonaron por toda la casa siendo opacados por la suave voz de su madre llamándolo. Un llamado que, por el momento, no deseó atender; así que regresó su atención a los trazos en las viejas hojas que detallaban futuros inventos y trajes de héroe que su hermano jamás pudo llevar a cabo.

—¿Tyre?—ahora fue Stoick quien lo llamó mientras subía por las escaleras hacia el ático en el que se encontraba—. ¿No escuchaste que te llamamos?—cuestionó con el ceño fruncido, entrando a la pequeña habitación.

—Sí lo hice—respondió sin alzar su mirada—, pero no quise responder—admitió entonces, dándole vuelta a la página de la libreta.

—¿Por qué no?—insistió el hombre, sentándose frente a él en el suelo.

El azabache suspiró rendido, cerró la libreta dejándola a un lado y, finalmente, levantó el rostro para encararlo. Sus mejillas estaban irritadas al igual que sus ojos; ya no había lágrimas, pero aun así era claro que había estado llorando.

—Viste las grabaciones—dedujo Stoick con cierto pesar, su mirada se ensombreció—. Le dije a Valka que tal vez no era correcto.

—Lo fue—declaró Ty, formando una pequeña sonrisa que, lentamente, comenzó a iluminar su rostro—. Realmente lo necesitaba.

Stoick carraspeó, no podía negar que su reacción lo sorprendió. Fue un pequeño instante, pero logró ver en su mirada al viejo Tyre, el alegre y aventurero; ese al que él y su esposa amaban demasiado… y ansiaban tener de regreso.

—Todo este tiempo creí que hacía lo correcto al alejarme—volvió a hablar el menor, apoyando la cabeza contra la pared y cerrando los ojos por un momento—. Pensaba que si me llevaba toda la carga, podría mantenerlos a salvo—confesó melancólico, cubriéndose el rostro con un brazo y liberando un suave suspiro que relajó su cuerpo—. Me aterraba la idea de perderlos y no consideré que ustedes sentían lo mismo… Fui egoísta.

—Hacías lo que creías correcto—interrumpió Stoick, no deseaba que se deprimiera nuevamente.

Su voz lo obligó a reincorporarse. Le sostuvo la mirada un par de segundos antes de bajarla con un nuevo suspiro. Los muros que había construido a su alrededor finalmente comenzaban a derrumbarse y su padre, sin importarle los riesgos, avanzaba hacia él a pesar de los escombros que amenazaban con caer sobre él.

—A veces nos concentramos tanto en proteger a los que amamos—continuó el castaño con su potente y segura voz—, que no nos damos cuenta que son nuestras acciones lo que los pone en peligro.

—Yo debí saberlo—declaró Ty, observando sus puños sobre su regazo; notando como, por un segundo, resplandecían de color azul—. Mi carga era pesada, pero puse una peor sobre Hiccup—sus ojos nuevamente se cristalizaron. Comprendía las palabras de su padre, pero aun así no lograba escapar del caos que había en su mente y corazón—… Y a pesar de eso, él estuvo a mi lado. Confió en mí y me apoyó.

Levantó la mirada por última vez, conectándola con la de Stoick. Exhaló, reuniendo la fuerza suficiente para continuar; sabía que sólo así podría liberarse de los sentimientos que no lo dejaban seguir adelante.

—Por eso no puedo evitar culparme.

Esa era la verdad. El secreto que guardaba su corazón y que contuvo por tanto tiempo, reacio a permitir que alguien más fuera arrastrado a la oscuridad que lo consumía. Porque sí, se culpaba diariamente por lo ocurrido esa noche y quizá nunca dejaría de hacerlo; pero jamás comprendió el verdadero significado de esa culpa, al menos no hasta ahora.

Nunca se trató de haber evitado que lo siguiera a ese edificio, tampoco era por su falta de fuerza para protegerlo de Grimmel y mucho menos fue por haberlo involucrado en su doble vida. Se culpaba por no darse cuenta de lo que Hiccup necesitaba, por no comprender que él también tenía miedo.

Se culpaba por no notar las intenciones de Hiccup y no aceptar su decisión de luchar a su manera. Ese fue su verdadero error.

—Está bien, hijo—habló entonces Stoick atrayendo su atención, sujetando sus manos que rebosaban de calor—. Te equivocaste, todos lo hacemos—agregó, comprendiendo sus palabras no pronunciadas—; eso es lo que nos vuelve humanos—sonrió, obligándolo a alzar su rostro para encararlo—. ¿Qué clase de padre sería, si no perdono y acepto tus errores?

El cuerpo de Ty tembló, su garganta ardió cuando contuvo un nuevo sollozo, forzando a las lágrimas a quedarse en su interior.

—Gracias, papá—logró decir, tomándolo por sorpresa al abrazarlo, ocultando el rostro en su hombro en busca de nueva fuerza.

El derrumbe de sus muros se había detenido. Los escombros y el polvo comenzaban a disiparse, permitiendo que una nueva luz lo embriagara con su calidez; lentamente la oscuridad que lo rodeaba empezó a desvanecerse.

—Estaremos contigo hasta el final—le prometió Stoick, correspondiendo su abrazo con entusiasmo. Finalmente sentía que su hijo volvía a él, y añoraba que su regreso fuera eterno—. No tienes que seguir haciendo esto solo.

—Lo sé—asintió, aplacando un último sollozo y terminando con el abrazo para poder verlo—, los tengo a ustedes…—sonrió y, tras meditarlo un segundo, añadió: —Y también a Light Fury.



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En el texto hay: superheroes, dragones, romancejuvenil drama

Editado: 30.12.2023

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