ADVERTENCIA.
Este capítulo puede tener referencias a temas sensibles como abandono, mención al alcoholismo y otros.
“Hay que aprender a soltar.”
Llegué algo tarde a la escuela, pero como ese día llovía llegué casi como si hubiera salido recién de la ducha. Durante mi caminata por el pasillo vi a varios dentro de sus aulas y a otros pasando el rato en las bancas que, si servían enfrente de ellos, entonces sentí que el tiempo se había vuelto más lento.
Al llegar al aula vi a mis amigas y pensé…¿por qué esta clase de cosas pasan cuando somos tan jóvenes? ¿Y por qué hay quienes no tienen que pasar por eso? ¿Era algún castigo divino?
Hanna no hablaba de su padre, ni de nada familiar ya que cuando lo hacía parecía odiar al hombre y de alguna forma por lo poco que podíamos ver de su relación con su madre y hermano menor parecía que no era muy buena; Emily nos había dicho que su madre la abandonó poco después de nacer y desde entonces solo ha sido ella y su padre; Spencer tenía a sus dos padres y a una hermana menor que parecía adorar, sin embargo la relación de ella y su familia era muy voluble, era buena y amorosa…cuando su padre no bebía, sino entonces la tormenta caía; Lizzy, a pesar de ser de las chicas populares y aparentemente con una gran autoestima también tenía sus problemas, ella vivía sola con su hermana mayor en casa de su tía, quien también trabajaba todo el día mientras que la madre de ambas trabajaba muy lejos para darles una mejor vida, pero entonces ¿por qué Lizzy se encerró en el baño por tres horas durante la fiesta de su cumpleaños pasado?
—Hola —saludé en bajo cuando entré.
Spencer volteó y me miró extrañada.
— ¿Estás bien? Te ves cansada.
—Y mojada —espetó Aria.
—No dormí bien y el despertador no sonó, llegué tarde y está lloviendo.
Acomodé mis cosas mientras respondí y en eso llegó Lizzy sonriendo.
— ¡Hola señoritas!
Después del beso entre Ross y Lizzy ninguna de nosotros mencionamos el tema ni mucho menos frente a alguna de ellas así que actuamos con total normalidad.
—Hola, Lizzy.
— ¿Qué tienes? —Tomó mi mano y me miró fijo—. Te ves triste.
—Ah…no —vacilé llevando el mechón mojado atrás de mi oreja.
—No te creo.
Dibujé una sonrisa rápida para tratar de engañarla, pero sabía que eso no funcionaría ya que Lizzy me comprendía en muchos sentidos y a pesar de no hablarnos tanto como antes ella parecía que aún sabía notar mis cambios de humor.
El profesor llegó y para mi desgracia era la materia que menos me había gustado, ética. Quizá la odiaba por el tema de los valores y el perdón ya que este no se me daba bien, tal vez nada se me daba bien y yo era una mala persona.
Eran dos horas de esta clase y el profesor nos llevó a la biblioteca.
—Oye sé que tienes algo, ¿qué es? —Me miró seria Emily.
Seguí fingiendo que buscaba un libro en la última estantería mientras negaba con mi cabeza en silencio hasta que Spencer también se acercó.
—Ya le pregunté a Garrett y dijo que no tendríamos la siguiente hora porque la maestra no vendrá —avisó aliviada—, tengo otro día para terminar mi ensayo.
—Genial —fingí alegrarme.
— ¿Qué tienes?
Me preguntaron ambas con dulzura como si se hubieran puesto de acuerdo mentalmente.
— ¿Por qué creen que tengo algo?
—Te conocemos, actúas diferente cuando tienes algo —respondió Emily.
Di un trago duro y desvié la mirada.
—Ahí está, cuando no quieres hablar de algo miras hacia el piso o a los lados —añadió Spencer.
Fruncí la frente y empecé a apretar los labios a la vez que los movía de un lado a otro hasta que no pude más.
—Aly…
Ambas me abrazaron y yo escondí el rostro entre sus brazos. Escuché la voz de Aria cerca diciendo mi nombre y luego sentí otro par de brazos a mi alrededor.
— ¿Qué pasó? —Oí el susurro de Hanna.
De repente alguien me abrazó por detrás y cuando nos separamos vi que había sido Hanna. Traté de limpiar mi rostro, pero las lágrimas tuvieron control propio y no dejaron de salir; Lizzy nos vio al pasar y se acercó rápido.
—Alysson, ¿por qué lloras?
—No…por nada. —Sonreí a medias.
—No por nada alguien llora.
Lizzy estiró las mangas de su suéter y limpió mis mejillas mojadas.
—Pero está bien si no quieres hablarlo…
—Es sobre… —vacilé avergonzada—, mi padre…ayer lo vi y nunca lo había hecho, pero ahora está aquí y…y es real.
Durante toda mi vida había esperado ese momento, verlo llegar y pararse en la entrada de mi casa para que pudiera ir corriendo hacia él y que me abrazara fuerte, pero ese fue el sueño de una niña de cuatro años que todas las mañanas lloraba al despertar y que al acabar el día se dormía llorando porque nunca se hizo real.
—Aly, no tienes por qué llorar…está bien. —Me tomó de las manos Spencer.
— ¿Te dijo algo malo? —Intervino a la defensiva Hanna.
—No…es solo que…ya me había acostumbrado a no tenerlo y ahora es raro.
Lizzy acabó de secar las lágrimas que por fin cesaron y me pasó un pequeño mechón por atrás de mi oreja que siempre se me venía al frente.
—Alysson —dijo seria—, él nunca ha estado contigo y no fue porque tu quisieras así que no tienes por qué sentirte triste.
Asentí con una tenue sonrisa que apenas si quería marcarse porque sabía que Lizzy tenía razón, él nunca había aparecido y siempre sentí que la culpable era yo, pero ¿y si sí lo era?
—Exacto, mándalo al carajo —agregó con energía Hanna.
Dejé salir una pequeña risa al oírla al igual que el resto.
—Gracias, chicas.
—Para eso somos tus amigas, Aly —afirmó Emily tomando mi mano entre las suyas.
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Editado: 17.01.2023