The Journey of the Lifeless

CAPÍTULO 15: EL TIGRE NEGRO.

Esta historia, sus personajes, conceptos y demás están protegidas por: La Dirección Nacional de Derecho de Autor, con número de registro:10-1064-400.

CAPÍTULO 15: EL TIGRE NEGRO.

 

El momento llegó, y todos en la mansión se levantaron de madrugada para el deidaebo. Las mucamas estaban más alborotadas que nunca, iban de un lado a otro con los preparativos para la ollada. Leónidas se despertó entre cinco de sus empleadas desnudas. Teodoro ya podía andar sin muletas y su hijo todavía dependía de un pequeño bastón. Yorki y Barbosa amanecieron acurrucados, y el general al darse cuenta empujó a su amigo fuera de la cama de una patada. Gleytor y Clotilda se encontraban en la cocina preparando el desayuno.

Afuera las calles estaban completamente vacías, había ruido sí, por supuesto, pero provenía de dentro de las casas de los habitantes. Unos cantaban y otros bailaban al ritmo de los instrumentos de cuerdas, todo era felicidad y gozo. Sogas en las ventanas con todo tipo de joyas amarradas decoraban la ciudad. Las familias más humildes solo tenían uno que otro objeto de plata colgado, y otras más pobres colocaron bronce o cuerinas nuevas. Pero eso sí, todos compraron según su capacidad lo que consideraron ostentoso.

La festividad era una prioridad tal, que hasta el alcalde de la ciudad, un Tesalónico llamado Eurías, rentó un viejo edificio para que todos los habitantes de calle pasaran el deidaebo allí. Lógicamente no lo hizo por su inmenso corazón, Hálbito en sí misma era una ofrenda para las deidades, y la santa semana no podía pasar con tanto pordiosero oliendo mal y tirando basura por doquier.

  • ¡Es hora de comer! – Gritó Clotilda.

Todos se sentaron en el gran comedor, y si la comida de la noche anterior les había parecido un festín, esta incluso les produjo orgasmos. Históricamente la dieta de los Olimpianos siempre ha sido más alta en grasas y carne que en carbohidratos, pero en esta semana, la alimentación consistía estrictamente en productos de origen animal. Sin embargo, esas tradiciones se convirtieron en algo casi imposible para una familia promedio, la carne no era económica. Casi todo el mundo vivía de sopas de papa, y tal vez con algo de suerte, de vez en cuando comían caldo de huevo. La comida de origen animal solo era disfrutada por aquella familia campesina dueña de uno que otro cerdito, la clase alta Tesalónica, y los bandidos que con grandes saqueos conseguían lo suficiente para pagarla en las cantinas.

Las bandejas se sirvieron repletas con diversos tipos de carnes, ovino, bovino, cerdo, pescado y pollo. Sin mencionar los enormes tarros de leche y la infinita variedad de quesos.

  • ¡Esto sí es un desayuno! – Gritó Teodoro. – No sé en qué momento dejamos que los Tesalónicos nos introdujeran el pan y toda esa comida basura.
  • En el momento en el que el país cayó en pobreza. – Replicó su hijo. – Casi nadie puede tener este privilegio, ni en el deidaebo… ¡Y tú lo sabes muy bien!, no actúes como si siempre pudiéramos comer así en casa. Antes de conocer a Junad pasaron años sin si quiera comerme un pedacito de pollo. – Admitió con el ojo aguado.

Cada uno se tragó prácticamente una vaca pequeña entera. Los Magnos siempre han sido de buen comer, siendo tan grandes necesitan de mucha proteína para mantenerse. Después de quedar hasta reventar, todos se acercaron al horno para la ollada, hasta las más de veinte empleadas de la mansión se les unieron. Calentaron el carbón mineral y cuando ya todo estaba listo, cada uno rezó en nombre de un dios en particular. Todos menos Junad, el cual no tenía ni idea de qué estaba pasando.

  • ¿Qué haces?, debes hablar con los dioses. – Le susurró Teo arrodillado a su lado con las manos en el corazón.
  • ¿Cuáles dioses había?, no los recuerdo.
  • No me jodas, no sé cómo sigues con vida siendo tan pagano. Hay varios dioses, aunque por tradición siempre se le reza primero a Zigmund por ser nuestro padre Magno, y luego sigues con sus hermanos Athlios, Ira y Thalássa.
  • Después sigues el orden con los hijos de Zigmund de mayor a menor – Intervino Barbosa arrodillado a su otro lado. – Kouh, Chrysa, Venen, Urs, Difris, Serton, Pilu y Klisis.
  • ¡Exacto! – Afirmó el pelirrojo en voz baja. – Para nosotros los Magnos esos son los obligatorios, los hijos del resto son opcionales.
  • De acuerdo ya entendí… ¿Y cómo se reza?
  • Vete a la mierda Junad. – Replicó fastidiado. – Mira, cada una de las deidades representa algo. Por ejemplo, Zigmund “el rayo” es el dios de la vida del hombre, fue el encargado de darnos la chispa de la vida con el poder de su rayo. A él se le suele pedir por salud, juventud y cosas relacionadas con el bienestar físico. Thalássa “la esencia” es la representación de la naturaleza, a él se le pide por las cosechas, el buen tiempo y el ganado. Athlios “el mártir” representa todo aquello que afecta nuestro sentir, ira, tristeza, ansiedad. Aunque suene como un ser malvado es el más generoso de todos, a él se le suplica porque se lleve todo aquello que te hace malo. Finalmente, Ira “el amor” representa la luz que ilumina tu sendero, a ella se le ora por sabiduría en la toma de decisiones, fertilidad y la protección de tus futuras generaciones.
  • Suena a demasiada mierda por recordar.
  • ¡Silencio! – Exclamó Clotilda. – ¡Todos estamos rezando jovencitos!, muestren respeto ante los divinos.



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En el texto hay: fantasia, guerreros, horror y drama

Editado: 21.11.2024

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