El amor, el amor, el amor ... ¿Cómo podría definirlo?
Amor, vocablo polisémico, muchos han tratado de encasillarlo en un concepto.
Pero, ¿Qué es realmente?.
Supongo que todos han llegado a su propia conclusión, pero en la mía solo encaja una palabra que lo representa ... Debilidad.
El talón de Aquiles que todos deberían rehusarse a poseer.
— Creí que había encontrado a la persona que me invitaría a tirarme de la terraza, tal como decía mi madre — solté una pequeña risa y me acerque hacia él — Me equivoque —
— No trates de detenerme —
Aquellos ojos inyectados en sangre me observaban con indudable tristeza.
— No pretendía hacerlo — me quite el calzado y con lentitud rasgue la fina tela de mi vestido.
Con esa nueva movilidad, me subí en aquel angosto borde y empece a caminar libremente en este con los brazos extendidos.
— Es hermoso ... — mi vista estaba impuesta en el horizonte.
El ocaso deslumbraba y sus tenues rayos de luz iluminaba la ciudad desértica. Desde aquella altura, se podían ver las pirámides y sentir el cálido aire contra tu rostro.
Algo asombroso y más cuando te pones a apreciar la belleza que te ofrece el cielo.
— Estás loca —dijo este confundido cuando empecé a tararear una dulce melodía y a moverme con agilidad.
— ¿Seguro? No soy yo quien se quiere tirar — baje la mirada hasta el suelo — No quedaría nada de ti ... Una lástima —
— No puedo seguir — negó con su cabeza
Se había rendido.
— Lo sé, no te juzgo —
Cuando te encuentras en el borde de un abismo, es muy difícil encontrar una razón en el fondo de este ... O mejor dicha fuerza, algo que has perdido mucho antes de llegar hasta ese punto.
— No puedo ... Él debería estar aquí ... Él debería ... Debería estar en mi lugar — un sollozo escapo de sus labios — No merezco esto, no lo merezco ... —
— Mereces más de lo que te han hecho creer —
Me quede viendo aquellos ojos grises con suma atención y ese halo de desesperación me daba cierto escalofrío. En ese momento, el joven egipcio agacho la mirada quedándose por unos segundos apreciando el suelo.
—Me duele ... Vivir —empezó a soltar con cuidado su agarre de la columna.
— Te duele no lograrlo — volvió su vista hacía a mí — Confió en ti, más de lo que tú haces contigo mismo — acorte la poca distancia que quedaba entre nosotros. — Observa a tu alrededor, más allá tienes miles de personas a las que les puedes cambiar la vida, mejorar su mundo ... Eres ese halo de esperanza y eres tu propia esperanza —
Aquel rubio alzo su vista fijándose en el panorama que se le ofrecía al frente de sus ojos.
—¿Y si me equivoco? —
Tome su mano y acaricie con delicadeza el dorso de esta. Ante aquel acto se quedó unos segundos mirándome ; Aquella mirada que conocía bastante bien y que me negaba a perder.
— Estaré yo ... Para arruinarte — levante levemente la comisura de mis labios.
Soltó una pequeña risa y, mordiéndose el labio en gesto pensativo, asintió.
Fue entonces, que bajando y saliendo de aquella situación que cambiaria la vida de todos, supe que tocar fondo te empuja a salir del espiral que te hace daño ... La manera, a veces, simplemente no es la correcta.
—¡Auch! — se llevó una mano en el hombro sobándose.
— Por idiota — me crucé de brazos.
Él, por su parte, se acercó y tomo mi rostro entre sus manos haciendo que mis ojos se toparan con los suyos... Y no pueda desprenderme de ellos.
— Te amo —
— Khalid ... — no termine de hablar que este me interrumpió.
— Shh, no me importa — me brindo una sonrisa débil para luego acurrucarme en sus brazos.
El amor puede llegar a salvarte o hundirte ... Solo depende de quien ejerce aquella influencia.
Esta historia , simplemente no era solo mia ... Era el entrecrucigrama de hilos en donde en el centro me encontraba yo.
Esta historia le pertenecia a cada uno de ellos.
A los amores dificiles de dejar ir.
— Señorita Estuardo Fiore — hizo una pequeña reverencia — Me da gusto volverla a ver —
— Señor Says — la atención de la princesa se dirigió a este y siguiendo el protocolo de etiqueta hizo una pequeña reverencia —Es una grata sorpresa encontrarlo aquí y más al ser conocedora de sus deberes... —
— No podía permitirme ausentarme y más al tener en cuenta que mi adversario no se detiene , cada segundo se desvanece , no puedo darle rienda suelta al tiempo. No cuando se trata de usted —
A los que se rehusaban en perder.
— Créeme Andretta, no permitiré que ese compromiso concluya — afirmo con seguridad.
—Por favor, no me mientas, no te mientas ... No puedes huir de tus obligaciones —
—La única mujer a la que le pondré una alianza de compromiso es a ti — beso el dorso de la mano de la morena y con delicadeza seco las lágrimas de esta.
Quienes se negaban en conocer a sus prometidos.
— Señorita Clark, es usted consiente que no puede pasar todo el tiempo negándose a aparecer en público —
— Lo tengo demasiado presente, querida Amalia, pero hoy su alteza no se encuentra en condiciones de dar acto de presencia ... por favor — le hizo un ademán con la mano para que se retirara de la habitación.
— Algún día tienes que bajar a conocer a tu prometido... — antes de que pueda terminar a hablar la joven castaña cerro la puerta.
— ¡Tú lo has dicho, algún día! —
Quienes se buscaban entre si.
— Hágale llegar al príncipe Burckhardt, de parte de la señorita Slavov — la joven sirvienta tendió la carta a uno de los guardias.