Un puñado de criaturas con alas me estaba siguiendo, tenía miedo, porque iba a morir.
Mis piernas ya no daban para más y me detuve, una criatura de alas negras y cuernos estaba parada frente a mí, blandía una espada dorada y todo él era aterrador.
—Tu destino es la oscuridad, permite que te consuma, permite que se apodere de ti—su voz era como un eco en mi cabeza.
Negué muchas veces con la cabeza y la criatura parecía ofendida ante mi respuesta.
—De todas formas, tu alma será consumida por la oscuridad—dijo en tono sombrío—tu destino es ser oscuridad.
Una espada atravesó el pecho del ser, cayó al piso derrotado y pude ver los ojos del ser que lo mato, sus ojos eran celestes con pequeñas partes doradas, su pupila también tenía destellos dorados, cuando se estaba acercando para ayudarme, una espada le atravesó el pecho.
Sentí que una parte de mi había muerto por alguna razón.
Entonces me deje ir.
Deje que la oscuridad se hiciera parte de mí, destruyendo todo lo que estaba a su paso, convirtiéndome en un ser oscuro, maligno…
Y lo supe.
El fin había iniciado.
Y yo, era parte de él.
—Adrienna—la voz de mi tía hace que me despierte de golpe, la miro con algo de confusión y después dirijo los ojos a mi despertador.
7:40 AM.
—Es tu primer día de escuela y a mí se me hace tarde, tengo que viajar y lo sabes—dice en tono de molestia.
Lucy, se va de viaje por unas semanas a Nueva York, agradezco que ya no esté más aquí, ella es una mujer demasiado agobiante a pesar de que solo haya convivido con ella unos meses.
—Estaré abajo en unos minutos—le informo con rapidez.
Ella asiente y finalmente me deja sola, cuando cierra la puerta, me encamino al baño de mi habitación, abro el grifo de la ducha esperando que salga agua caliente y así pasa, me quito el camisón para adentrarme al chorro de agua y empezar a lavar mi cuerpo, una vez que termino, salgo de la ducha para colocarme la bata de baño.
Miro mi figura en el espejo del baño, las bolsas debajo de mis ojos son muy notarias, no duermo mucho ya que cuando lo hago solo tengo pesadillas que no me dejan en paz.
Me coloco una remera color gris y un jean rasgado suelto, opto por usar mis converse negras, agarro una goma de la mesa de noche en donde se encuentra una fotografía de mi madre y amarro mi cabello, tomo una chaqueta del armario, agarro mi celular para meterlo en mi bolsillo y salgo de mi habitación.
El pasillo de la segunda planta es demasiado pequeño, la habitación de mi tía queda al fondo del pasillo y la mía queda al frente del cuarto de invitados, esa habitación la usa Lauren; la mujer que va a cuidar de mi mientras mi tía no este.
Bajo las escaleras apresuradamente para dirigirme al comedor, mi tía se encuentra desayunando, me siento al frente y tomo unas tostadas, introduzco un poco de jugo a mi sistema, amo el jugo de pera.
Cuando termino me cepillo los dientes y me subo en la camioneta de mi tía, se forma un silencio incomodo cuando vamos de camino a Marfa School, la casa queda un poco alejada de la escuela por lo que noto, una vez que llegamos a la escuela, miles de miradas recaen en mí, una vez que viajo de la camioneta, los murmullos empiezan.
‘’ ¿Sabías que ella mato a su madre?’’
‘’Estuvo tres años encerrada en un manicomio’’
‘’Va a incendiarnos a todos’’
Una vez que llegamos a la oficina de la directora, me quedo afuera unos minutos, una vez que mi tía salió vi que tenía mi horario en la mano, lo revise y también tenía la clave de mi casillero, la sigo cuando camina hacia los pasillos de la escuela, se detiene y me da un beso en la frente.
—Adrienna—dice una voz suave— ¿sabes regresar a casa sola?
No lo sabía, pero no quería que Lauren viniera por mí.
—Si—mentí—debes irte.
—No olvides que debes tomar tus pastillas—dijo en susurro.
Las pastillas que mantienen como si estuviera drogada, cuando tomo esas pastillas casi no soy consciente de lo que estoy haciendo, según el psiquiatra es para que no me salga de control, en el hospital psiquiátrico me obligaban a tomarlas, ya no lo hare más.
—Si—asentí.
Una vez que la veo desaparecer me dispongo a buscar mi casillero, una chica de cabello rojo está apoyada en uno de los casilleros, me hace un gesto con la mano para que me dirija hacia donde esta ella, con cierta desconfianza le hago caso.
—Mi nombre es Cassie—me extiende la mano—. Eres Adrienna, ¿cierto?
Asiento.
—No hagas caso—dijo en tono despreocupado, sabia a lo que se refería—los rumores aquí corren muy rápido, ya sabes, es un pueblo muy pequeño, no debes dejar que te afecte.
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Editado: 17.01.2019